El 17 de enero de 1961 era
asesinato Patricio Lumumba
Por José Steinsleger
En la mañana del 30 de junio de
1960, en Leopoldville (hoy Kinshasa), el rey Balduino I de Bélgica pensó que
tras declarar en persona la independencia de la República Democrática del
Congo, pueblo y colonos quedarían eternamente agradecidos con la metrópoli
colonial. Pero algo salió mal.
Patricio Lumumba, joven primer
ministro del gobierno presidido por Joseph Kasavubu, tomó el micrófono y los
encargados del protocolo quedaron tiesos: "Nunca más seremos vuestros
monos", dijo Lumumba en las narices del rey. El monarca de la casa eeal de
Sajonia-Cobenza-Gotha empalideció, y tuvo que oír las desgarradoras palabras
del líder nacionalista:
“Durante los 80 años del gobierno
colonial, sufrimos tanto que no podemos alejar las heridas de la memoria. Nos
han obligado a trabajar como esclavos por salarios que ni siquiera nos permiten
comer lo suficiente para ahuyentar el hambre, o encontrar vivienda, o criar a
nuestros hijos como los seres queridos que son…
“Hemos sufrido ironías, insultos
y golpes nada más porque somos negros… ¿Quién podrá olvidar las masacres de
tantos de nuestros hermanos, o las celdas en que han metido a los que no se
someten a la opresión y explotación? Hermanos, así ha sido nuestra vida.”
Totalmente inesperado en la
agenda (una ceremonia ordenada y agradecida con el amo blanco), el discurso
estremeció a los pueblos del África negra y el mundo colonial. En Bélgica, la
prensa conservadora atacó a Lumumba, manifestando que su muerte sería “…una
bendición para el Congo”.
El diario católico La Libre
Belgique estimó que algunos ministros lumumbistas “…se han convertido como
primitivos e imbéciles, o como criaturas comunistas” (12/7/1960). Marcel de
Corte, profesor de moral y filosofía de la Universidad de Lieja, expresó de
Lumumba: "Es un bárbaro que hace llorar de rabia a los oficiales, cuando
bastaría un gesto viril de uno de éstos para librar al planeta de su sangrante
despojo" (ídem, 27/7/1960).
En Los últimos 50 días de
Patricio Lumumba (investigación de G. Heinz y H. Donnay) se apunta que desde antes
del histórico discurso, Lumumba era considerado en los medios europeos como el
político congoleño a quien había que separar a toda costa del poder.
El periodista P. de Vos,
dirigente de importantes sociedades coloniales, escribió que deseaba ver al líder
nacionalista “…muerto con una bala en su pellejo… Sé que habrá en uno de los
asilos de Kasai, un loco que se encargará de este trabajo” (Ibérico Europea de
Ediciones, Madrid 1970, p. 31).
En septiembre de 1960, el coronel
Joseph Mobutu (quien de 1965 a 1997 gobernó despóticamente el país que
rebautizó con el nombre de "Zaire"), dio un golpe de Estado, y
Lumumba fue detenido en las afueras de Kinshasa. Liberado por su escolta y
militantes del Movimiento Nacional Congoleño (MNC), el líder retornó a la ciudad,
donde arengó a la multitud.
Simultáneamente, las potencias
imperialistas entraban en acción. A un mes de la toma de posesión del gobierno,
con el respaldo de Washington, París y Bruselas, el títere Moisé Tshombé
declaraba la secesión de Katanga, ubérrima provincia minera que durante la
Segunda Guerra Mundial fue la principal fuente de caucho, y minerales como el
titanio y cobalto. El uranio usado para las bombas atómicas que Estados Unidos
arrojó sobre Hiroshima y Nagasaki provino de la mina Shinkolobwe, una de las
tantas administradas por el "Congo Belga".
Lumumba pidió ayuda a Moscú, y
Allen Dulles, jefe de la CIA, sugirió quitarlo de en medio “…lo antes posible”.
El presidente Dwight Eisenhower autorizó la acción. El ejército y los cascos
azules de la ONU arrestaron a Lumumba el 10 de octubre. El premier consiguió
nuevamente escapar, y trató de llegar a Stanleyville (hoy Kisangani), su
principal base de apoyo. Finalmente, fue detenido por los hombres de Mobutu.
El 10 de enero Lumumba fue
embarcado en un avión civil belga y piloteado por un belga, que lo trasladó a
Elizabethville (hoy Lubumbashi), capital de la provincia de Katanga. Durante
las seis horas del viaje, mercenarios belgas y soldados congoleños lo
torturaron y golpearon sin piedad.
Ludo de Witte, sociólogo
flamenco, quien en 2000 publicó una enjundiosa investigación con base en
archivos oficiales belgas y documentación de Naciones Unidas, desbarató la
versión oficial de Bruselas, que durante 30 años atribuyó el crimen a
"ajustes de cuentas" entre las distintas facciones congoleñas.
La tarde del 17 de enero, Lumumba
y sus colaboradores Mauricio Mpolo y José Okito, fueron amarrados a un árbol y
asesinados uno tras otro por militares belgas en una ejecución supervisada a
corta distancia por Tshombé. De Witte probó que la operación llamada Barracuda
fue dirigida por el capitán belga Julián Gat.
Otro belga, el comisario Gerard
Soete, jefe de policía de Tshombé, confesó a la televisión de Bruselas VRT (y
también a De Witte) que se le ordenó hacer desparecer a las víctimas con ácido
sulfúrico. De recuerdo, Soete se quedó con dos dientes de Lumumba, y una bala
incrustada en el cráneo.
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