domingo, 18 de octubre de 2009

No jodan... Dios existe


Sentados a tu diestra

Sos el carnaval de Río
en Laferrere

la ópera de Berlin
en Quilmes, en el Mitre

el Holiday on ais en la Florida

y el mundial 2010 acá en las Rosas*

Sos el sueño azul y oro de mi viejo
festejado altivo
en el puño de mis hijos

(el director supremo
de la comparsa universal
que quiere escapar tanta tristeza)


Discépolo trasnochado
de un dos por cuatro esférico
como el tremendo planeta que te adora...


Quijote huracanado
parado ante la AFAble decrepitud
de los dueños de los circos...


Sos la alegría
de mi pueblo triste,
y el sueño mayor
en el futuro parto heroico de tu pueblo.


Sos mi hijo y mi hermano

y a veces sos mi Dios...

porque cuando la vida aprieta
y este zurdo afloja

aparecés vos,
planeta herrante,
buceador cósmico de redes

metiéndole a la vida
la ilusión fatal de una gambeta...



* Villa de las Rosas, Córdoba.


sábado, 17 de octubre de 2009

a 64 años de las patas en la fuente


En memoria


Aquella mañana del 17 de octubre de 1945, Francisco Roberto Martínez, a quien apodaban “Pancho”, abandonó su puesto de trabajo en la Cervecería y Maltería Quilmes, y junto a otros compañeros de trabajo, marchó hacia la Capital.
Pancho había nacido 30 años antes, el 25 de julio de 1915, en Victoria, Entre Rios, y a los 24 años se fue a vivir a Buenos Aires, a Quilmes, buscando un mejor bienestar para la familia que formaría, para los hijos que vendrían.
Me lo imagino subiéndose al tranvía 22 (que venía del “Río de Quilmes”), trepando algún camión que los condujese a la Plaza, aliviando la tremenda caminata.
Los veo, a él y sus compañeros, sumándose a las columnas que avanzaban desde Berisso y Ensenada, pasando por Berazategui, por Ezpeleta, e iniciando esa gran marcha, hacia la jornada que marcaría un hito, un punto de inflexión, en la historia argentina contemporánea.
Lo recuerdo, vívido en su relato, metiendo las patas en la fuente, para paliar tanto cansancio en el largo camino.
Lo vuelvo a imaginar agitando los brazos, cuando el Coronel apareció en el balcón rompiendo el cerco de la brutal antipatria.
Francisco Roberto, Pancho, murió a los 55 años, el 23 de diciembre de 1970, sin poder ver nuevamente a su líder; todavía trabajaba en la Cervecería.

Era mi viejo
y nunca terminaré de agradecerle el haberme hecho tan peronista…

He querido, recordándolo, homenajear a todos los héroes anónimos que hicieron posible tremenda gesta, aquellos que aquel día, iniciaron el camino definitivo y libertario de nuestra patria.

¡Hasta la Victoria siempre viejo!
¡Hasta la Victoria siempre compañeros!

jueves, 15 de octubre de 2009

Ahora somos La Peñaloza

La Agrupación
Frente Social y Popular de Villa de las Rosas
es, desde hoy, la
Agrupación Vicente “Chacho” Peñaloza

La Peñaloza
para los cumpas y amigos

Quienes hacemos este espacio
y militamos por la causa popular y nacional
rendimos merecido y justo homenaje
a ese luchador incansable
que alguna vez combatió en estas tierras

En su trabajo “El Chacho”, nos dice Eduardo Gutierrez:

"... El Chacho combatía por el pueblo, por sus libertades y por los derechos que creía conculcados.Para sí no quería nada ni pidió nada jamás, en tiempo en que, por hacer con él la paz, el Gobierno le hubiera dado cuanto hubiera pedido. De aquí dimanaba principalmente el gran prestigio de que gozaba el Chacho y la cantidad de hombres que lo rodeaban. Porque él había encarnado en él mismo la causa del pueblo, y cada hombre de los suyos sabía que peleaba por su propia felicidad y en su propio provecho..."

Un ejemplo de militancia y de vida.

Y ahora se la chupan!!!

(al Diego... y a mi también!!)

Nunca fui demasiado amante del fútbol, todo ello a pesar de mi corazón bostero y pirata.
A la selección Nacional no le di bola por años. Era muy difícil, para mi, separar el mundial del ´78, de la muerte y desaparición de tantos amigos y compañeros.
Consecuentemente al Diego no le dí demasiada bola por años (bueno, cuando llegó a Boca… en fin, empecé a conocerlo).
Al fútbol le empecé a dar bola – y hasta cierto grado de fanatismo -, cuando mis dos hijos varones se hicieron bosteros, y luego, por ellos, me hice también hincha del pirata (podría agregar como cordobés – por adopción -, nacional y popular…).
A Diego comencé a quererlo cuando el periodismo deportivo le bajó el pulgar por el famoso polvo en el florero; ese mismo periodismo deportivo que lo había entronizado y llevado hasta lo más alto de pedestal alguno.
Tal vez en ese mismo tiempo me hice amigo de él (sin haber estado nunca juntos), por aquello de que los amigos se ven en las malas. (Para las buenas siempre hay algún Cópola dando vueltas alrededor).
Y así, y de a poco, comencé a acompañar a nuestra selección.
Cuando se anunció la buena nueva del fútbol gratis para todos y el Diego le regaló la camiseta a Cristina, pensé – y pienso -, que habíamos llegado a la perfecta síntesis entre el deporte popular y el proyecto nacional y popular.
Fue por todo ello que esta clasificación de nuestra Selección llevaba una carga que iba más allá de lo puramente deportivo.
El triunfo significaba la alegría del pueblo contra el desmadrado odio de los grupos oligopólicos que se privaban de poner la imagen de Cristina alzando la camiseta ante la derrota de Diego; parece ser que el tiempo de la burla, del descrédito, de la saña y del odio, se les termina. Y esto sí que es una buena nueva.

Que siga el Dios Diego iluminando la esperanza de nuestro pueblo.
Y que siga nuestra querida presidenta marcándonos el camino.