Simón Bolívar, de mantuano a
Libertador de la Patria Grande*
Por Juan Godoy**
“En primer plano aparecen, indisolublemente
unidas, la cuestión nacional y la
cuestión
social. Una no puede resolverse
sin la otra”.
[Cooke, John William. (2011). La
lucha por la liberación nacional. En Obras Completas,
tomo V. Buenos Aires: Colihue,
pp. 177]
“Artigas más San Martín: eso es
Bolívar”
[Rodó, José Enrique. (2007).
Bolívar. En Viñas y García Cedro (comp.) Bolívar. Antología Polémica. Buenos
Aires: Crónica General de América Latina, pp. 197]
Bartolomé Mitre nos ha entregado
una imagen de Bolívar, sobre todo en su Historia de San Martín y la
emancipación sudamericana, en contraposición a la de San Martín. Mientras el
primero sería ambicioso, desconfiado, desequilibrado, lujurioso, autoritario,
dictatorial, libertador de Colombia (como patria chica), etc.; el segundo sería
desinteresado, generoso, respetuoso, héroe de la Argentina, etc. (cabe resaltar
que las características que encuentra en uno no lo hace en el otro y viceversa,
son dos figuras contrapuestas). Así Mitre relata el primer encuentro de las dos
figuras: “la impresión que a primera vista produjo Bolívar en San Martín, fue
de repulsión, al observar su mirar gacho, su actitud desconfiada y su orgullo
mal reprimido (…) Bolívar, más lleno de sí mismo, miró a San Martín de abajo a
arriba (…) vio simplemente en él un hombre sin doblez, un buen Capitán que
debía sus victorias más a su fortuna que a su genio” (Mitre, 1943; T vi, 71).
La idea del denominado “Padre de
la Historia”, ya analizada la revolución de mayo como separatista,
anti-hispánica (pro-británica), porteña, como “revolución argentina
americanizada”, y la vuelta de San Martín a la Patria como fruto del recuerdo y
amor de sus años de infancia, es mostrar a un San Martín que no desea la
unificación del continente, sino que las “naciones” liberadas conformen nuevos
estados, mientras que sería la ambición de Bolívar, sus ideas anexionistas, las
que pretenden hacer del nuevo continente una gran nación. Esta lectura del
pasado de Mitre se relaciona en que él, como jefe de la oligarquía local,
plantea un proyecto porteño, conservador, libre importador,
anti-latinoamericano, pro-británico, etc. La revisión de la historia para
justificar las políticas que pretende aplicar en el presente.
Aquí procuraremos dar cuenta de
la evolución de Simón Bolívar de mantuano a Libertador de la Patria Grande,
para lo cual consideraremos la relación entre la lucha por la independencia
nacional y la incorporación de la cuestión social. De esta forma dar cuenta que
la lucha por la cuestión nacional debe implicar necesariamente la lucha por la
cuestión social, y viceversa, si se pretende un proyecto emancipador. A la vez
que rebatir la figura creada por Mitre y colocar a Bolívar (y por ende a San
Martín) en su verdadera dimensión, como Libertador de Nuestra América.
Resaltamos por un lado a uno de
los más obstinados continuadores del mitrismo que es Pacífico Otero quien
sostiene que “con Guayaquil y son Guayaquil, Bolívar y San Martín estaban
destinados a chocar, y esto no por culpa del héroe del Sur, sino por la
ambición y por los planes de hegemonía continental que perseguía el Libertador
del norte (…) San Martín, por el contrario, menospreciaba aquella (la gloria) y
si tenía un ídolo era el desinterés” (Pacífico Otero, 2007, 300). Al tiempo que
rescatamos a una de las plumas que más fuertes críticas lanzó contra el
mitrismo en relación a su interpretación de Bolívar que es, a saber, la de
Rufino Blanco Fombona, quien rescata el pensamiento latinoamericano de Bolívar,
y lo concibe no como héroe de Venezuela, de Colombia o de las patrias chicas,
sino de Latinoamérica, de la patria grande, así sostiene que “su ideal fue
hacer del nuevo mundo una o dos naciones potentísimas, o de unirlas a todas por
lazos de solidaridad tan estrechos que viniesen a construir una Federación, o
si se quiere, un Imperio formidable” (Blanco Fombona, 1981; 244-245)
Así consideramos que Simón
Bolívar, nacido en el año 1783, hijo de una familia de la clase alta de la
sociedad colonial, cuyos padres fallecen pocos años después dejándolo huérfano
a temprana edad, va a ser formado por varias personas, pero esencialmente por
dos maestros, a saber Andrés Bello y Simón Rodríguez (Carrera Damas, 2007). A
este último, en su viaje a Europa para realizar sus estudios, le iba, en 1805,
a realizar un juramento en una colina romana, el Monte Sacro, que prometía que
él, Simón Bolívar, iba a liberar al Nuevo Mundo. Cabe resaltar que en Europa
también iba a entablar relación con Francisco de Miranda, quien fuera uno de
los pensadores precursores del pensamiento de Unidad Latinoamericana. Había
propuesto una Confederación, llamada Colombia, desde Tierra del Fuego hasta el
Mississippi, coronada por un emperador hereditario Inca.
Pero ¿quién es Bolívar en esos
años? Bolívar es un joven mantuano (término que es derivado de los finos mantos
que usaban las mujeres de la aristocracia criolla), parte de los sectores
aristocráticos de la sociedad colonial que propugnaba la independencia
nacional. Así consideramos que la debilidad de Bolívar en un comienzo, viene
dada por una idea de República Abstracta, donde no estuvieran integrados los
sectores populares de la nación (Ramos, 1968), es decir, en ese momento no
tiene en cuenta la cuestión social.
Entre los años 1810 y
aproximadamente 1817 la lucha se desarrolla en forma de guerra civil, similar a
la zona de las Provincias Unidas del Río de la Plata, donde la Revolución de
Mayo no es anti-hispánica, separatista sino que aparece como la prolongación de
la insurrección popular en Europa de 1808, insurrección democrática contra el
absolutismo, con el advenimiento de la Restauración en Europa se tornará
independentista. (Galasso, 2005). En el norte de Sud –América tenemos: por un
lado, a los mantuanos que representan a las clases criollas privilegiadas; y
por el otro, a las masas populares, los llaneros, los esclavos y la “plebe” de
color que luchaba bajo las órdenes de jefes españoles, los cuales les habían
prometido “libertad de clase”, y entre los cuáles se destacaba Boves como líder
de los llaneros, éstos luchaban contra los opresores blancos, y les eran
entregadas las tierras que les arrebataban a los blancos, en la lucha obtenían
una forma de abolición de su condición de esclavos, así “en el ejército llanero
de Boves, compuesto de 7500 hombres, solo podían contarse 60 a 80 soldados
blancos, y unos 40 ó 45 oficiales entre españoles y criollos. Por el contrario,
en las fuerzas de Bolívar, la mayoría aplastante estaba compuesta por criollos
blancos” (Ramos, 1968; 153) Consideramos también aquí que para los sectores
populares, los llaneros, esclavos, etc. era más cercano el opresor de la
aristocracia local que el conquistador español. A la vez que los mantuanos
tampoco llevaban adelante sus reivindicaciones. Ignacio Politzer sostiene que
“los criollos en la dirección del proceso revolucionario no hacían concesiones
hacia estos sectores (los sectores más bajos)” (Politzer, 2009; 94)
Brevemente reseñamos los hechos
de estos años de los que venimos hablando (1810 hasta aproximadamente 1817).
Aquí Bolívar es parte, luego de algunas conspiraciones fallidas (en una de las
cuales iba a ser apresado), el 5 de julio de 1811, conjuntamente con Miranda de
la declaración de la Primera República, la cual iba a fracasar (Miranda será
apresado). Bolívar se va hacia Cartagena de Indias y escribe el Manifiesto de
Cartagena “yo soy de sentir que mientras no centralicemos nuestros gobiernos
americanos, los enemigos obtendrán las más completas ventajas” (Bolívar, (1812)
2009, 57). Éste puede considerarse el primer documento político de Bolívar
(Carrera Damas, 2007)
Luego el joven mantuano va a
realizar la denominada “Campaña Admirable”, en la cual llegará hasta Caracas y
proclamará la Segunda República a principios de 1813, pero no logrará derrotar
definitivamente al ejército colonial. Así los sectores que apoyaban la sociedad
colonial reaccionarán y harán fracasar el nuevo intento bolivariano. Bolívar se
retirará hacia el Oriente, a Nueva Granada y luego se exiliará en Jamaica,
desde donde escribirá su célebre Carta de Jamaica (que es la contestación a un
ciudadano británico) “yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más
grande nación del mundo, menos por su extensión y riqueza que por su libertad y
gloria” (Bolívar, (1815), 2009; 130).
De esta forma la lucha por la
independencia nacional, por librarse del yugo extranjero, estaba destinada a
fracasar a menos que Bolívar u otro de los jefes independentistas cambiara de
perspectiva, de estrategia, y diera cuenta de la necesidad de la incorporación
de la cuestión social a la lucha, por tanto de la incorporación de los sectores
populares, de los llaneros, llevando adelante sus reivindicaciones y
haciéndolas a éstas parte sustancial del programa de la lucha revolucionaria.
Luego de su permanencia en
Jamaica, continuará su exilio en Haití. Este es un momento fundamental en la
vida de Simón Bolívar y en el de la Revolución Latinoamericana. Haití era el
primer territorio independiente de Nuestra América desde 1804, largos años
habían pasado ya de la primera sublevación de esclavos (en el año 1522), los
esclavos del hijo de Cristóbal Colón, Diego, fueron los primeros y la osadía
les costaría cara, pues derrotados fueron colgados en los senderos de los
ingenios como forma de disciplinamiento a los demás (Galeano, 2005). También
algunos años habían pasado de, según Boleslao Lewin, la mayor convulsión
(aunque fueron tan solo seis meses desde el “Grito de Tinta” hasta la condena
de José Gabriel Condorcanqui -Tupac Amarú II-) que debió afrontar el reino de
España en América (Lewin, 1957). Estas rebeliones como tantas otras que se
suscitaron a lo largo y ancho del continente fueron por motivos sociales o
fiscales, recién los movimientos de fines del XVIII y principios del XIX van a
comenzar a forjar una conciencia nacional (Ezcurra, 2006).
Así Haití (nombre tomado del
Arawak, los conquistadores la habían bautizado La Española, luego Saint
Domingue) será uno de estos últimos, se había convertido no solo en la primera
nación independiente, sino también en la única revolución de esclavos
triunfante en la historia a nivel mundial, (Martínez Peria, 2009) el
levantamiento había comenzado en 1791 encabezado por Toussaint Louverture,
continuada por Dessalines y Petión, quienes declararán en 1804 la
independencia, dando nacimiento a la primera República Negra, y al primer
estado independiente, Dessalines dirá: “he vengado a América” (Martínez Peria
Lazos, 2010; 55)
Haití ayudará a diferentes causas
americanas, como a la expedición de Miranda en 1806 (negado anteriormente por
Estados Unidos), o la que nos atañe aquí, la de Simón Bolívar. Éste había
entablado en su exilio en Haití relación con Alexandre Petión, “tengo la
esperanza, Señor Presidente, de que nuestra afinidad de sentimientos en defensa
de los derechos de nuestra patria común me granjeará por parte de V. E. los
afectos de su inagotable benevolencia” (Carta de Bolívar a Petión del 19 de
Diciembre de 1815, citado en Martínez Peria, 2010; 63). Bolívar le prometerá a
Alexandre Petión, a cambio del apoyo (militar y económico), que ni bien tocara
suelo venezolano iba a liberar a los esclavos.
Así el Presidente haitiano cumple
con el apoyo, y el Libertador con la liberación de los esclavos y la
prohibición del trabajo obligatorio. De esta forma comienza una nueva etapa de
la gesta libertaria de Bolívar, donde incorpora a la lucha por la independencia
nacional, la cuestión social. Así de 1817 a 1824 se abre el periodo de los
triunfos de Bolívar por la independencia del Nuestra América. Se establece una
alianza entre los terratenientes y los llaneros levantados en armas. Bolívar
comprende en Haití la importancia de la liberación de esclavos, y de poner al
frente de la lucha a mestizos como Páez, Padilla o Piar (Ramos, 1968) Así
Haití, revela una importancia fundamental en la gesta bolivariana y en la
independencia de nuestros pueblos.
Con esta nueva concepción
bolivariana, los llaneros poco a poco se van pasando al bando independentista.
Marcaremos brevemente el camino que llevará hasta Ayacucho. Así luego de la
Batalla de Boyacá, llama al Congreso de la Angostura (1819), en el Discurso de
la Angostura proclamará: “¡representantes del pueblo! Vosotros estáis llamados
para consagrar o suprimir cuanto os parezca digno de ser conservado, reformado
o desechado en nuestro pacto social (…) el sistema de gobierno más perfecto es
aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social
y mayor suma de estabilidad política”” (Bolívar, (1819), 2009; 184-186).
Rebautizará a Nueva Granada como Colombia. La Gran Colombia comprendía los
territorios de lo que hoy es Colombia, Venezuela, Panamá y Ecuador (piensa que
la Capital de ésta debe llamarse Las Casas en homenaje a Bartolomé de Las
Casas). Luego de fundar la Gran Colombia proyectará confederar a todos los
estados nacientes, pero la idea se dilatará hasta el Congreso de Panamá en
1826.
En 1821 consolida la república
con la victoria en la batalla de Carabobo, luego Bombona, y Pichincha en 1822
al mando de Sucre. Ese mismo año se produce la conocida Entrevista de Guayaquil
sobre la que se ha tejido un misterio, y sobre el cual Arturo Jauretche
argumenta que “el único misterio es éste que se haya hecho un misterio de un
hecho evidente, enturbiando la cuestión con una pequeña e interminable polémica
(…) cuyo propósito último es ahondar las diferencias entre americanos”
(Jauretche, 2005; 45). Norberto Galasso dará cuenta que los libertadores
hicieron lo que convenía y a la vez podían en base a las fuerzas sociales que
sustentaban a ambos, así la posición de San Martín era la peor pues, entre
otras cuestiones, lo había traicionado Cochrane que lo deja casi sin escuadra,
desde Buenos Aires los rivadavianos le niegan todo apoyo, etc. (Galasso, 2005).
Consideramos que los dos personajes estuvieron a la altura de las
circunstancias que la historia demandaba, y dejaron de lado mezquindades
personales en pos de la liberación de la Patria Grande.
Finalmente gana la batalla de
Junín, y la campaña llega al último reducto realista, se libra la batalla de
Ayacucho en 1824, la cual es liderada por El Mariscal Sucre, y se pone fin al
dominio español en suelo americano.
Habían pasado ya 14 años de la
proclamación de la Primera República, el cambio en Bolívar de aquel momento,
luego de su paso por Haití, es evidente. Tuvo que negarse como mantuano, para
poder así dar lugar a los sectores populares, unificar la cuestión nacional con
cuestión social. Éste cambio que ponemos de relevancia se observa en la
liberación de esclavos, en la prohibición del trabajo obligatorio, suprime la
mita, el derecho de Curas y Corregidores para el trabajo gratuito de los indios
en el servicio doméstico, entregó una porción de tierra a cada indio (Ramos,
1968), en la relación con los pueblos originarios para los cuales protege ríos,
conserva las aguas, aprovecha racionalmente la riqueza forestal, como también
en la nacionalización del suelo, de las minas, en la protección a la manufactura
local, en el establecimiento de un sistema de cultivo de interés social
orientado a un mercado interno y a exportar los excedentes, en un sistema de
gobierno propio, original con la división en cinco poderes (ejecutivo,
legislativo, judicial, electoral y moral), en la presidencia vitalicia para
evitar el divisionismo (que se daría sobre el fin de sus días y luego de su
muerte). (Politzer, 2009)
Fue ese el cambio necesario, y
esas las medidas implementadas a partir del entendimiento de la situación social
y política del momento, para poder dar por finalizado el dominio español en
Nuestra América. Luego, establecerá el Congreso de Panamá en 1826 (al que la
oligarquía rivadaviana y porteña no envía representantes), como uno de los
últimos intentos de unificar la Patria Grande por la que tanto había luchado,
así sostiene que “este congreso parece destinado a formar la liga más vasta, o
más extraordinaria o más fuerte que ha aparecido hasta el día sobre la tierra
(…) el Nuevo Mundo se constituirá en naciones independientes, ligadas todas por
una ley común que fijase sus relaciones externar y les ofreciese el poder
conservador en un congreso general permanente” (Bolívar, (1826), 2009; 329).
Consideramos de esta forma que la versión que nos dieron Mitre, Pacífico Otero,
y demás historiadores de la denominada “historia oficial” se hacen a un lado, y
dan paso a la espada de Bolívar que ha vuelto en estos últimos años a caminar
por América Latina. La Patria Grande vuelve a estar de pie, está en nosotros
completar el sueño bolivariano.
* Publicada en Revista Falta
Envido. Año 1, Nº 2. Septiembre de 2011
** Licenciado y Profesor en
Sociología, Universidad de Buenos Aires (UBA) Juanestebangodoy@hotmail.com
Bibliografía citada
Mitre, Bartolomé. (1943).
Historia de San Martín y de la emancipación Sudamericana. Buenos aires: Rosso.
Galasso, Norberto. (2000). Seamos
Libres y lo demás no importa nada. Vida de San Martín. Buenos Aires: Colihue
Galasso, Norberto. (2005). La
revolución de Mayo. El pueblo quiere saber de qué se trató. Buenos Aires:
Ediciones del Pensamiento Nacional.
Pacífico Otero, José. (2007). La
entrevista de Guayaquil y la crítica. En Viñas, David y García Cedro, Gabriela
(comp.). (2007). Bolívar. Antología Polémica. Buenos Aires: Crónica General de
América Latina
Blanco Fombona, Rufino. (1981).
Ensayos históricos. Caracas: Biblioteca Ayacucho.
Carrera Damas, Germán. (2007).
Reseña biográfica de Simón Bolívar. En Viñas, David y García Cedro, Gabriela
(comp.). (2007). Bolívar. Antología Polémica. Buenos Aires: Crónica General de
América Latina
Politzer, Ignacio. (2009). La
relación negada: Bolívar y la Argentina. En AA.VV. (2009). La Patria es
América. Buenos Aires: Ediciones Madres de la Plaza de Mayo
Galeano, Eduardo. (2005). Las
venas abiertas de América Latina. Buenos Aires: Catálogos.
Bolívar, Simón. (2009). Doctrina
del libertador. Caracas: Biblioteca Ayacucho.
Ezcurra, Daniel. (2006).
Nuestroamericano. La dimensión regional en la identidad política de la revolución.
En AA.VV. (2006). ¡Libertad, muera el tirano! El camino a la independencia en
América. Buenos Aires: Ediciones Madres de la Plaza de Mayo
Martínez Peria, Juan Francisco.
(2009). Haití, la revolución maldita. En AA.VV. (2009). La Patria es América.
Buenos Aires: Ediciones Madres de la Plaza de Mayo
Martínez Peria, Juan Francisco.
(2010). Lazos revolucionarios. En Ibáñez, Germán (Comp.). (2010). Son tiempos
de revolución. De la emancipación al bicentenario. Buenos Aires: Ediciones
Madres de la Plaza de Mayo
Jauretche, Arturo. (2005). Manual
de zonceras Argentinas. Buenos Aires: Corregidor.
Lewin, Boleslao. (1957). La
rebelión de Tupac Amarú y los orígenes de la emancipación americana. Buenos
Aires: Hachette.
Ramos, Jorge Abelardo. (1968).
Historia de la Nación Latinoamericana. Buenos Aires: Peña Lillo.
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