Manuel Ugarte nació en la ciudad de Buenos Aires el 27
de febrero de 1875 en un hogar de buena posición económica. Sus estudios los
realizó en el Colegio Nacional de Buenos Aires.
A los 15 años comenzó a escribir sus primeros trabajos
y se convirtió en un ávido lector, su familia le costeaba la edición de sus
primeros trabajos de poesía, esta incursión le permitió tomar contacto con los
más destacados literatos de la generación del 80.
Como muchos de los argentinos de buen pasar, partió en
1897 hacia París para continuar sus estudios, mejoró su francés y también
aprendió italiano e inglés. Asistió a cursos de sociología y filosofía, pero
aquellos jóvenes argentinos dedicaban gran parte de su tiempo a la diversión y
especialmente a las mujeres.
En Europa vivió de cerca el caso Dreyfuss, tema sobre
el cual escribió comenzando su acercamiento a los temas políticos, ese mismo
año, 1898, Estados Unidos interviene en Cuba, provocando el repudio de muchos
latinoamericanos entre ellos el de Manuel Ugarte. Por esos años, empezó a
mostrar interés por los temas sociales en general y su acercamiento al
socialismo, que tenía a Jean Jaurés como una de la figuras de mayor prestigio.
Desde París, Manuel Ugarte se trasladó a Nueva York, en
esa ciudad percibió con total claridad el impulso expansionista que predominaba
en la clase política norteamericana, que tenía a América Latina como principal
objetivo de conquista.
Manuel Ugarte estudió la historia de norteamericana y
descubrió como fue ganando territorio a costa de otras potencias y países
vecinos, pero lo que era más grave, detectó que ese apetito por más territorio,
lejos estaba de haber sido saciado.
Paradójicamente fue en los Estados Unidos donde Manuel
Ugarte consolidó las dos columnas de su ideología, por un lado un fuerte
anti-imperialismo y por el otro la necesidad de consolidar la Unidad
Latinoamericana.
En el tiempo que estuvo se dedicó a recorrer una buena
cantidad de ciudades norteamericanas, donde pudo verificar el tratamiento que
recibían las clases y razas empobrecidas, junto a la hipocrecía doctrinaria que
predicaba una igualdad que nunca aplicaba en los hechos.
Manuel Ugarte recorrió la frontera de México con los
Estados Unidos para corroborar el accionar expansionista de los
norteamericanos, también recorrió ciudades mexicanas y de regreso a Europa hizo
una escala en La Habana.
Al retornar a París, abrazó fervientemente la causa del
socialismo, al que llegó por su admiración por Juan Jaurés, esta ideología lo
acercará al sufrimiento de la clase obrera, pero en ningún momento entrará en
contradicción con su profundo nacionalismo latinoamericano.
En 1901 aparece su primer libro que contenía varios
relatos, se llamó "Paisajes parisienses", donde podía apreciarse su
preocupación social, su vida bohemia, y también los amores de las muchachas del
Moulin Rouge y los estudiantes residentes en París.
Se relacionó con escritores latinoamericanos, con los
que entabló amistad, tal los casos de Rubén Darío y Amado Nervo. Ugarte fracasó
en el intento de acercar a Darío a los temas sociales y políticos.
En 1901 se publicó en Buenos Aires su artículo "El
peligro yanqui", aquí se denunciaban las intervenciones de los Estados
Unidos, por ejemplo anexando territorio mexicano, pero también alertaba sobre
el dominio cultural y económico que muchas veces jugaba un papel tan letal como
la misma invasión armada.
Veinte días después en el mismo periódico "El
País" apareció otro artículo suyo, al que tituló "La defensa
latina". Esta vez para predicar la unidad de América Latina y la
conformación en ese marco, de los Estados Unidos del Sur, que fue un objetivo
permanente de su prédica latinoamericanista.
En 1902 apareció su segundo libro: "Crónicas del boulevard",
prologado por Rubén Darío, son relatos que había publicado en el último tiempo,
mezclando temas frívolos con sus ideas sociales de avanzada.
Su tercer libro "Cuentos de la pampa", es su
primer trabajo dedicado a la realidad argentina, que hasta el momento casi
había estado ausente de su obra, el libro es una descripción de lugares y
personas que habían quedado grabadas en los recuerdos de su país, del que
estaba alejado físicamente.
El Partido Socialista de la Argentina tenía un gran
componente inmigratorio, conformado por obreros e intelectuales que debieron
emigrar de sus respectivos países, esta agrupación política bajo la dirección
de Juan B. Justo nunca llegó a comprender la realidad nacional, a la cuál
terminó despreciando o colocándose irremediablemente en contra de las masas
populares.
Cualquier intento de incluir en el Partido ideas
nacionales era fuertemente rechazado y concluía con la expulsión o el retiro de
los herejes, en 1900 se retiraron Leopoldo Lugones y José Ingenieros, en 1913
Manuel Ugarte y en 1915 Alfredo Palacios, aunque este último retornó más
adelante.
Ugarte regresó a su país en agosto de 1903 y se vinculó
de inmediato al Partido Socialista, en particular con José Ingenieros y Alfredo
Palacios. Estos jóvenes junto a Leopoldo Lugones conformaban un ala dentro del
partido que se destacaba por su carácter combativo que contrastaba con el
conservadorismo característico de Juan B. Justo y que tiñó al partido a lo largo
de muchos años.
Al ingresar al Partido Socialista su militancia le
absorbió gran parte de su tiempo, se dedicó con alma y vida a la difusión de su
ideario, participa de actos y conferencias, intercambia opiniones con sus
correligionarios. Pero la literatura también continuó siendo parte importante
de su vida, colaboró con uno de los mejores novelistas del país, Manuel Gálvez
del que fue un gran amigo.
Manuel Ugarte fue uno de los sostenedores de la
candidatura a diputado de Alfredo Palacios, convertido en 1904 en el primer
diputado socialista de América.
En marzo de 1904, Ugarte retornó a Europa, había sido
designado por el partido como delegado al Congreso de la Internacional
Socialista de Amsterdam.
A todo esto dos nuevos trabajos literarios conocieron
la luz, "Novela de las horas y los días" y "Visiones de
España".
En el Congreso Socialista de Amsterdam, una de las
discusiones se centró en si los socialistas debían colaborar con los gobiernos
burgueses, otro tema más importante fue la posición del socialismo ante el
colonialismo, Ugarte pudo comprobar como un delegado, el holandés, defendía al
colonialismo, no obstante, la declaración final del Congreso repudió al
imperialismo y al colonialismo. La prensa oligárquica de la Argentina criticó a
Ugarte porque "... ha presentado a la Argentina como país atrasado en el
cual la vida del trabajador es penosa por falta de libertad y protección del
estado. La actitud de Ugarte no puede ser más antipatriótica"
Al regresar a París aparecía un nuevo libro, esta vez
titulado "Mujeres de París", mientras tanto, seguía publicando notas
en diversos periódicos.
Desde Buenos Aires le llegó en 1906, una propuesta para
presentarse como candidato a diputado del Socialismo, pero Ugarte no aceptó la
postulación, señalando que por haber nacido en una familia burguesa debía
servir a la clase obrera en calidad de soldado y no como jefe, si bien aceptaba
la inclusión de algunos intelectuales entre los candidatos, propugnaba que sean
los propios obreros quienes ocuparan las listas del socialismo.
Su próximo trabajo fue el libro "El arte y la
democracia" , una recopilación de artículos perodísticos. Poco tiempo
después editó "Una tarde de Otoño, sinfonía sentimental", obra
intimista, alejada del fragor de la lucha política.
Ugarte publica en 1906 una antología de autores
latinoamericanos que tuvo el nombre de "La joven literatura
hispanoamericana". La intención era hacer conocer a Europa a los
escritores americanos, así incluyó trabajos de Rubén Darío, Ricardo Rojas,
Alfredo Palacios, Leopoldo Lugones, Rufino Blanco Fombona, José Enrique Rodó y
varios más.
A continuación fue la hora de "Enfermedades
sociales" donde criticaba al racismo, la burocracia, el individualismo, la
superstición, y otros males sociales de acuerdo la visión de Manuel Ugarte.
A medida que ahondaba su compromiso social y nacional,
encontraba puertas cerradas, el diario La Nación se negaba a publicar su
artículo titulado "Las razones del arte social", donde abogaba por el
compromiso del artista, alegando que aquellos que querían mantener el arte
puro, también asumían una definición política.
En 1907, Ugarte participó de otro Congreso de la
Internacional Socialista, esta vez en Stuttgart, que contó con la presencia de
Lenín, Rosa Luxembugo, Jean Jaurés, Kautsky, Plejánov, entre otros.
El Congreso tiene dos importantes temas a tratar, la
posición ante una posible guerra mundial y la actitud ante el colonialismo.
En ambos temas se vislumbró la decadencia de la
socialdemocracia europea, que asumiendo posiciones nacionalistas de sus
respectivos países imperialistas, dejó de ser consecuente con el antiimperialismo
y el anticolonialismo. Van Kol, un holandés, llegó a afirmar: "En
circunstancias determinadas, al política colonial puede ser obra de
civilización". Pero no es el único, cada vez los socialistas eran más
parecidos a los burgueses de sus respectivos países.
1908 fue el año de la aparición de otro de los tantos
libros, su nombre esta vez era "Burbujas de la vida", poco después se
conoció "Las nuevas tendencias literarias". En estos últimos libros
realizó una abierta defensa de la cultura nacional, y cuestionaba el
internacionalismo intelectual como forma de paralizar la creación artística de
América Latina.
La casa de Manuel Ugarte en París se convirtió en el
lugar obligado de visita de la inmensa cantidad de intelectuales
latinoamericanos de visita en la ciudad.
Luego del Congreso de Stuttgar, Ugarte profundiza el
tema de la cuestión nacional, este tema lo alejará de la conducción del
socialismo argentino. El tema central de este asunto era diferenciar claramente
el patriotismo de un país central que deviene en imperialista y el mismo en
naciones débiles como lo son las latinoamericanas, que es el único escudo para
defenderse de la intromisiones extranjeras. Para Manuel Ugarte el socialismo en
Latinoamérica debía tener un gran componente nacional que opusiera resistencia
a los imperialismos anglosajones.
En 1909 se desató una crucial polémica dentro del
Partido Socialista de la Argentina, Manuel Ugarte fue atacado desde las páginas
de La Vanguardia, también lo fue Alfredo Palacios por sostener que el
internacionalismo socialista no debía excluir la cuestión nacional, además ese
mismo año aparecía el libro "Teoría y práctica de la Historia" de
Juan B. Justo donde defendía las ideas más reaccionarias, como el librecambismo
y el carácter civilizador del imperialismo en casos como el de Puerto Rico,
anexado por los Estados Unidos.
Ugarte concluyó su ensayo "El porvenir de la
América Española", hacía algunos meses que se había radicado en Niza por
razones de salud, pero en marzo de 1910 regresó a París, donde dio a conocer
"Cuentos argentinos".
En 1910 se realizó un nuevo congreso de la
Internacional Socialista en Copenhague, pero esta vez el PS de la Argentina
envía a Juan B. Justo, en vez de designar a Ugarte que se encontraba en Europa,
este hecho muestra el recelo de la conducción del partido hacia las ideas
nacionales de Manuel Ugarte.
Su producción literaria fue profusa, en 1910 y 1911,
edita los libros: "Letras y letrados de Hispanoamérica", "La
evolución política y social de Hispanoamérica", "Los cantos de la
prisión y el destierro" y "Los estudiantes de París".
Pero su obra política más importante de esos años fue
"El porvenir de la América Española", a pesar de estar alejado desde
hace tiempo de América, su pensamiento arraigaba en las tradiciones
democráticas y revolucionarias el continente, sus ideas se encontraban entre
las más lúcidas del momento, no sólo logró desentrañar el carácter destructivo
del imperialismo para los países hispanoamericanos, también vislumbró el
carácter reaccionario jugado por las oligarquías nativas asociadas al
capitalismo extranjero. Comparaba las dos Américas y concluye que sólo la Unión
de los pueblos del sur les permitirá hacer frente a las grandes potencias que
tienen sus apetencias sobre estas naciones.
Además realizó una serie de propuestas para terminar
con la situación semicolonial, como la nacionalización de los servicios
esenciales, distribución de la tierra y liquidación de los latifundios, defensa
de la cultura nacional.
En tanto La Vanguardia, el órgano socialista, salió al
cruce del libro de Ugarte señalando "Muchos han venido agitando la opinión
del peligro yanqui. Pero los pueblos no los han escuchado... Y si la propaganda
alarmista no encuentra eco en ellos debe ser porque el peligro no existe".
Nuevamente el socialismo argentino salía a defender al imperialismo con una
frase contundente: "Tenemos motivos para creer que la intervención o
conquista de las repúblicas de Centro América por los Estados Unidos puede ser
de beneficios positivos para el adelanto de las mismas".
Junto al "Porvenir de la América Española"
surge la idea de realizar una gira por todo el continente para la difusión de
las propuestas desarrolladas en el libro. El 29 de octubre de 1911 comenzó su
recorrido por América Latina en el deseo de tomar contacto con una realidad y
un pueblo a los que había defendido con la pluma.
Su primer destino fue La Habana, su primera impresión
fue la influencia norteamericana en la isla, su moneda era el dólar, con una
gran cantidad de comerciantes yanquis. Cuba estaba bajo el dominio
norteamericano, Ugarte puede verificar como las clases acomodadas de Cuba
colaboraban con los invasores, en tanto que los humildes desconfiaban de la
presencia gringa.
Realizó varias conferencias, recibió los ataques de los
sectores al servicio de los intereses norteamericanos, Ugarte responde:
"No hemos conquistado la libertad para renunciar a ella en favor a otros
pueblos..." Se refería al intento de los Estado Unidos en reemplazar a
España en su dominación de la isla caribeña.
La presencia de Manuel Ugarte en Cuba provoca el
resurgimiento de sectores estudiantiles y populares que bregaban por la
definitiva independencia cubana con una visión de integración Latinoamericana.
El próximo destino el México revolucionario, donde se
entrevistó con el presidente Francisco Madero, pero se desilusionó por su
escaso interés en rozar intereses norteamericanos.
Ugarte también tuvo inconvenientes para realizar sus
conferencias en México, algunos empresarios se negaron a alquilar sus locales y
teatros; el gobierno y el congreso analizaron la posibilidad de prohibir sus
conferencias, presionados por los norteamericanos. Pero una movilización de los
estudiantes, obligó a Manuel Ugarte a salir al balcón del hotel y pronunciar
una improvisada alocución.
Un diario mexicano titulaba: "Dos gobiernos contra
un sólo hombre" y comentaba en su interior: "Los Estados Unidos
tienen medio de la palabra vibrante del poeta argentino Manuel Ugarte. El
gobierno de México ayuda al embajador norteamericano a poner obstáculos para
lograr que Ugarte no hable". En tanto un diario norteamericano informaba
que la embajada argentina en México también estaba presionando para callar a
Ugarte.
Finalmente luego de varias, idas y venidas, Ugarte
logró dar su conferencia en un teatro, con gran cantidad de gente que no pudo
ingresar por encontrase abarrotado, en su exposición volvió a denostar al
imperialismo y abogar por la Unidad de América Latina.
En febrero de 1912 llegó a Guatemala donde el Ministro
de Relaciones Exteriores le indicó que podía exponer sobre literatura, pero no
podía realizar discursos contra los Estados Unidos, la justificación estaba
dada en que se esperaba, en poco tiempo. la visita del Ministro de Relaciones
Exteriores norteamericano, Philander Knox.
En razón de la prohibición de realizar sus conferencias
en Guatemala se dispuso a partir rumbo a San Salvador, pero le avisan que como
en ese país se encontraba de gira el Sr. Knox, no podía aceptarse su arribo.
Hasta el embajador argentino hizo gestiones para que Ugarte no pudiera
continuar con su gira.
Por fin pudo dirigirse a Honduras, donde sí le permiten
realizar sus discursos: "...lo que he venido reclamando sin tregua, ha
sido justicia para las repúblicas hermanas que se ahogan bajo la avalancha del
imperialismo..."
Luego que Knox abandonó El Salvador, se permitió la
visita de Manuel Ugarte, donde fue recibido por una cálida manifestación de
apoyo a sus ideas, tanto estudiantes como obreros concurrieron a su exposición.
Pero a poco de estar el presidente Araujo prohibió su conferencia cuyo tema era
"América Latina ante el imperialismo". La juventud manifestó para que
se levante la prohibición, este reclamo tiene éxito y se realiza la disertación
en la Federación Obrera.
El próximo destino fue Nicaragua, país al que el
imperialismo norteamericano tenía absolutamente sometido, las aduanas se
encontraban en manos de funcionarios yanquis, los puertos nicaragüenses habían
sido bombardeados por los marines. Ni bien llegó Ugarte el jefe de policía le
expresó que no podía ingresar al país.
Las tropas norteamericanas ocupaban las principales
ciudades nicaragüenses, bajo el pretexto de cobrar la deuda externa. Se
realizaban colectas populares para poder hacer frente a la deuda y lograr la
independencia del país.
Ante la imposibilidad de ingresar a Nicaragua, Ugarte
se valió de los obreros portuarios para hacer llegar un mensaje a su pueblo:
"Al cerrar la puertas del país al escritor de la misma raza que habla la
misma lengua y que defiende los intereses comunes de los latinos del Nuevo
Mundo, después de haber recibido poco menos que de rodillas al representante de
la nación conquistadora, el gobierno ha puesto en evidencia los compromisos que
lo ligan con el extranjero".
Luego llega a Costa Rica, donde también tiene
dificultades, realiza declaraciones a un periódico pero por la intervención del
gobierno no son publicadas, pero como compensación una entusiasta manifestación
lo recibe. En Costa Rica puede realizar su conferencia, pero la manifestación
que lo sigue intenta ser disuelta por la policía.
Esta recorrida por América Latina llena de problemas
reafirman en él su antiimperialismo norteamericano y su convicción en la
necesidad imperiosa de unión de esos países del continente, a su vez se
distancia de las ideas socialistas a las que ve un tanto alejadas de la
realidad de esta región, no obstante lo cual, siempre fue un defensor decidido
de los derechos obreros.
Luego de Costa Rica decidió llevar su palabra también a
los Estados Unidos, donde no ahorró críticas a la política imperial de ese
país, las anexiones de los estados mexicanos, la invención de la República de
Panamá separándola de Colombia, para poder adueñarse del Canal, el empréstito
oprobioso a Nicaragua, cada una de las tropelías norteamericanas fueron
recordadas por Manuel Ugarte en el seno del gigante imperial.
Su próximo objetivo fue Panamá, país inventado por los
intereses estadounidenses, se entrevistó con el presidente, quién le reconoció
su imposibilidad de fijar las políticas nacionales porque toda la economía
estaba en manos norteamericanas.
El siguiente destino fue Venezuela, donde fue recibido
por el fervor de manifestaciones populares, se emocionó ante la tumba de
Bolívar, y volvió a llamar a seguir el camino iniciado por los libertadores San
Martín y el mismo Bolívar.
Llegó a Colombia en noviembre de 1912, fue recibido con
mucho entusiasmo en las varias ciudades que visitó. En Bogotá convocó a 10.000
personas.
Ecuador también le brindó una cálida recepcióne, en el
teatro de Guayaquil ante 3000 concurrentes les grita su fórmula de rigor:
"Unámonos". Ese mismo reclamo se escuchó en Quito junto a otro que
decía "América Latina para los Latinoamericanos".
En Perú colocó flores ante los monumentos de Bolívar y
San Martín. Casi 4.000 personas se reunieron para escucharlo. Aquí explicó que
su nación es América Latina y que si uno de los países que la integran se
encuentra en peligro, todos lo estaban.
Ante el cambio de gobierno en los Estados Unidos,
Wilson asume en reemplazo de Taft, Manuel Ugarte dio a conocer una Carta
Abierta al Presidente de los Estados Unidos que es un largo enunciado de los
desbordes imperialista efectuados por ese país en los últimos años. Sin hacerse
esperanza, sabía que más allá de los partidos políticos existía un sistema que
no iba a cambiar por la voluntad de algunas personas.
La declaración adquiere una gran repercusión en
América, aunque los medios periodísticos pro-imperialistas como El Mercurio de
Chile intentaron desvirtuar su prédica, ese diario atacó el texto de Ugarte.
En esos momentos le llegó el ofrecimiento de un grupo
de socialistas argentinos para ser candidato a senador, pero lo rechazó, sus
diferencias con la conducción del Partido Socialista se habían agudizado y
consideraba incorrecto aceptar un lugar desde donde debía defender ideas contrarias
a sus convicciones.
En Bolivia se vio reconfortado por el espíritu nacional
que imperaba en ese digno y sufriente país. En su discurso en La Paz fue
interrumpido por numerosas ovaciones de un público enfervorizado. El embajador
norteamericano lo criticó duramente y Manuel Ugarte sin dudarlo le envía los
padrinos para batirse a duelo, la intervención del embajador argentino, evitó
el lance.
Llegó a Chile luego de los agravios de la prensa
reaccionaria chilena, el clima era tenso hacia su persona, no obstante lo cual
obtiene una gran repercusión entre los sectores populares.
Por fin se hizo la hora de regresar a su país, al
llegar a Buenos Aires, sólo unos pocos amigos lo estaban esperando,
precisamente él que había congregado multitudes por toda América Latina, su
llegada no provocó el menor interés, ni siquiera una delegación del Partido
Socialista.
A los pocos días concurrió a una reunión del Comité
Ejecutivo del P.S. donde sostuvo una agria discusión con sus integrantes que
seguían apegados a consignas internacionalistas, desconociendo y despreciando
la concepción latinoamericanista y anti-imperialista de Manuel Ugarte.
También el ambiente cultural de la ciudad cosmopolita
lo recibió con indiferencia o abierta resistencia, al principio no conseguía
teatros para realizar su campaña, finalmente con el apoyo de los estudiantes,
obtuvo un lugar para dar sus conferencias, una multitud mayor a las 10.000
personas se nucleó para escuchar al vibrante orador.
Les señaló: "Allí donde hay un territorio
latinoamericano en peligro, allí está nuestra patria". Además indicó
aquellos sectores económicos en que las empresas norteamericanas habían
colocado sus manos y debía seguirse con atención sus maniobras, se refería a
los frigoríficos que monopolizaban el comercio de la carne, junto a los
ingleses, y el petróleo donde comenzaban a actuar las empresas de esa
nacionalidad.
A partir de ese momento mantuvo una serie de polémicas
con el órgano oficial del P.S., La Vanguardia, que comenzó cuando esta celebró
el surgimiento de Panamá, territorio que había sido sustraído a Colombia, para
que los Estados Unidos pudieran construir sin interferencias el Canal. Manuel
Ugarte se indignó y protestó por el agravio hacia Colombia.
Desde La Vanguardia se desató una campaña contra él, se
decían cosas como: "viene empapado de barbarie, ..pueblos de escasa
cultura, países de rudimentaria civilización..." así veían los socialistas
argentinos al resto de América Latina, pero eran muy timoratos al referirse al
Imperio del Norte, al referirse a Ugarte decían que venía a pedir una
solidaridad "para combatir por la hostilidad sin objeto a los Estados
Unidos".
El 1° de agosto de 1913 se dirigió hacia Montevideo
donde fue recibido por el presidente de Uruguay, Battle Ordoñez, quién lo trató
cordialmente pero le señaló que ese país seguiría con su política tendiente a
aislarse del resto de América.
Realizó un acto de estricta justicia, contrariando la
tendencia de la historia oficial argentina, homenajeó al gran procer
latinoamericano José Artigas, demostrando que también se había sacudido las
mentiras construidas por la versión liberal y oligárquica de la historia
mitrista que había denostado al gran Artigas. Luego realizó su conferencia con el
mismo entusiasmo de siempre.
Su próxima parada fue Brasil, recibió toda la adhesión
de los estudiantes pero en general en ese país existían fuertes vínculos con
los Estados Unidos, por lo cuál la repercusión no fue la misma que en otros
países.
Por fín llegó al último país de su gira
latinoamericana, Paraguay donde tuvo un recibimiento importante, especialmente
de los jóvenes.Concluida la gira retornó a Buenos Aires.
Al poco tiempo de regresar se produjo un incidente que
lo alejó definitivamente del socialismo y de sus viejos amigos, por un problema
con un discípulo de Alfredo Palacios, éste y Ugarte decidieron batirse a duelo,
dos que habían sido amigos se vieron enfrentados irreconciliablemente. A raíz
de esto la policía lo obligó a permanecer recluido en su domicilio y el Partido
Socialista aprovechó la ocasión para expulsarlo.
Luego de comprometerse a no batirse a duelo en
Argentina quedó levantada la detención, pero cuando los dos duelistas se
dirigían a Colonia para concretar el lance, una lancha de la Prefectura les
impide continuar. Luego de esto, Palacios y Ugarte decidieron dar por terminada
la cuestión.
Otra mala noticia para Ugarte fue la visita del
ex-presidente norteamericano Roosevelt a Buenos Aires donde fue recibido con
todos los honores, incluidos los elogios de los socialistas. El 7 de noviembre
de 1913 Roosevelt habló en el Colon, el mismo teatro que el intendente
Anchorena le había negado a Ugarte.
En su carta de renuncia al P.S. donde explicaba las
muchas diferencias que lo separaban de esa agrupación, cuestiona su posición
anti-militarista, su inclinación anti-religiosa, llamando al respeto de todas
las creencias, se opone a la abolición lisa y llana de la propiedad, a la vez
que se declara partidario del fraccionamiento, o sea la democratización de la
propiedad, pero por sobre todas las cosas rechaza la enemistad del socialismo
argentino con el concepto de patria, en tanto que él reafirmó su amor por su
nación y su bandera.
A comienzos de 1914 surgió en Buenos Aires, la
Asociación Latinoamericana a instancias de Ugarte, la misma se conformó luego
de las manifestaciones organizadas por una nueva intervención norteamericana en
México que concluyó con el golpe de estado de Huerta. Esta organización estaba
formada principalmente por grupos juveniles y algunos centros obreros.
La nueva institución realizó actos públicos para
denunciar la actividad del imperialismo norteamericano en Latino América y para
bregar por la Unidad de esos países, contó con la indiferencia del periodismo
en general y los partidos políticos.
1914 fue el año de comienzo de la Primera Guerra
Mundial, la social-democracia, con algunas honrosas excepciones, se volcó al
apoyo de sus respectivas burguesías en sus ansias de expansionismo imperial. El
admirado por Ugarte, Jean Jaurés, fue asesinado, para silenciar unas de las
voces opuestas a la guerra.
Mientras tanto la Asociación Latinomericana exigía que
los yacimientos petrolíferos descubiertos en Comodoro Rivadavia quedaran en
manos estatales y no fueran entregados a los monopolios extranjeros.
Cada nueva agresión norteamericana contó con la respuesta
vibrante y apasionada de la Asociación, en 1915 ante un nueva amenaza a México,
Ugarte reunió más de 10.000 personas en la Plaza Congreso.
Continuó en la defensa de los países de América Latina
agredidos, mientras gran parte de la intelectualidad argentina, de los partidos
políticos y la prensa, se sumaban a la defensa de Francia e Inglaterra en la
guerra. Manuel Ugarte no se dejó engañar por la prédica imperial, y mantuvo su
posición neutralista, alejada de cualquiera de los bandos que se querían repartir
el mundo sin importarles la masacre que estaban provocando.
El 24 de noviembre de 1915 apareció el periódico La
Patria dirigido por Manuel Ugarte sus objetivos: defender la industria
nacional, combatir los monopolios, oponerse al imperialismo, bregar por una
reforma cultural.
Desde las páginas de La Patria, comenzó a transitar un
camino que nadie había realizado en la Argentina hasta ese momento, como fue
denunciar al imperialismo británico. Argentina se había constituido producto de
la dependencia económica, en una semicolonia de Inglaterra, pero nadie se había
percatado de eso. La Patria comenzó de denunciar la actitudes agresivas de
Inglaterra y la función lesiva para nuestro país que desempeñaba el ferrocarril
en manos inglesas.
Pero el país estaba ocupado en otra cosa, conflicto
mundial y las elecciones presidenciales no daban tiempo para pensar en los
grandes temas que eran silenciados sistemáticamente, por la gran prensa y los
partidos políticos. El 15 de febrero de 1916 aparecía el último ejemplar de La
Patria.
Ese año se produjo una nueva agresión de los Estados
Unidos a México y la Asociación Latinoamericana volvió a expresar su repudio,
ante el silencio generalizado que no quería enemistarse con el imperio del
norte.
El 12 de octubre de 1916 la democracia irrumpe en el
país de la mano de Hipólito Yrigoyen, Ugarte no depositó demasiadas
expectativas en el caudillo popular, nos obstante ve con simpatía la actitud
internacional de Yrigoyen en el sentido de mantener la neutralidad argentina.
En abril de 1917 llegó a Méjico invitado por el
gobierno de ese país por haber sido uno de los más consecuentes defensores de
la soberanía mexicana contra las continuas agresiones yanquis. Más de 5.000
personas lo recibieron al llegar a la capital del país, enseguida es recibido
por el presidente Carranza.
Ya de regreso visitó Panamá y con gran tristeza fue
testigo de la obra imperial en ese pedazo de territorio amputado a Colombia
El 6 de abril de 1917 ingresó en la guerra Estados
Unidos, poco después lo hizo Brasil, mientras en Buenos Aires los sectores
sumisos a Inglaterra y los Estados Unidos desataron una campaña para el ingreso
de Argentina en la carnicería mundial, tres viejos conocidos de Ugarte se
sumaron mansamente al reclamo imperial: ellos eran Ricardo Rojas, Leopoldo
Lugones y Alfredo Palacios. La firme actitud del gobierno de Yrigoyen, con el
apoyo de un grupo reducido de intelectuales, entre los que se encontró Ugarte,
defendieron el interés nacional manteniendo a la Argentina alejada de una guerra
que fue un negocio para unos pocos imperios en su reparto del mundo.
Por esos años recibió los mayores ataques que no le
perdonaron no sumarse al griterío de los que pedían sacrificar jóvenes vidas
argentinas para la expansión de Inglaterra y los Estados Unidos, muchos de sus
amigos abandonaron su compañía, los diarios lo calumniaban y hasta la relación
con el estudiantado se enfrió notoriamente. Otro patriota recibió un trato
similar, era el digno presidente de la Nación. Pero nunca estos dos hombres
llegaron a entenderse.
1918 fue el año de la Reforma Universitaria, movimiento
estudiantil que cambió el carácter oligárquico de la educación argentina,
planteando la democratización de la enseñanza a la vez que levantaba banderas
latinoamericanas y anti-imperialistas, muchos de los líderes de este movimiento
simpatizaban con Manuel Ugarte, y él mismo intervino llevando su apoyo activo a
los estudiantes.
Pero ese mismo año fue muy duro para él, muere su padre
y en su país, no tenía posibilidades de expresarse, recibiendo acusaciones
calumniosas de simpatizar con los alemanes, con la derrota de estos, sabía que
tanto Inglaterra como los Estados Unidos se lanzarían a continuar su
expoliación de América Latina. Presenció el festejo de la oligarquía y la clase
media de Buenos Aires por el triunfo de los aliados, Manuel Ugarte ya había
tomado una resolución a principios de 1919 se dirigió nuevamente a Europa, esta
vez a Madrid.
Dos años después se trasladó a Niza por razones de
salud, con dificultades económicas se vio obligado a escribir artículos
periodísticos sobre temas de escaso interés para su gusto. Paralelamente
aparecieron dos libros suyos con el objeto de obtener recursos para su
subsistencia, sus títulos: "Poesías Completas" y "Las espontáneas".
El 19 de julio de 1922 apareció uno de sus libros más
importante, "Mi campaña hispanoamericana", donde aparecieron muchos
de los discursos que pronunció en su gira por Latinoamérica, al poco tiempo un
diario mexicano suspendió la colaboración de Ugarte en ese medio, cada vez se
le hacía más dificultoso sobrevivir, los agentes del imperialismo presionaban
para su expulsión de todos los medios de difusión de ideas.
No obstante las dificultades, no se detenía y
continuaba a un alto costo personal, con su prédica, poco tiempo después
aparecía otro libro de gran importancia: "La Patria Grande".
Fines de 1923, momento de la aparición de otra obra
fundamental, "El destino de un continente", con el relato de su
campaña por América. En este trabajo profundizaba en el accionar imperial de
Inglaterra en el sur del Continente. Con la aparición de este nuevo libro,
Ugarte volvió a perder otras fuentes de trabajo por periódicos que cortaron su
colaboración.
En 1924 sufrió un duro golpe con la muerte de su madre,
Poco después pareció su libro "El crímen de las máscaras", en esta
obra aparecían arquetipos que mostraban el funcionamiento de la sociedad
oligárquica: el dueño de los medios de difusión, el político que hacía lo
contrario de lo que proclamaba, el senador que formaba parte de comisiones que
nunca resolvían nada, el oligarca que domina al gobierno, el trepador, el
militar como mucho músculo y poco cerebro, escritores que plagiaban, y frente a
ellos los estudiantes y un idealista. La novela contenía mucho de autobiografía,
mostraba toda la desolación del luchador que se enfrentaba a los poderosos.
Comienzos de 1926 fue el momento de la aparición de un
nuevo libro "El camino de los dioses", al año siguiente editó
"La vida inverosímil", ambos trabajos le dieron un cierto respiro a
sus ya crónicas dificultades económicas.
Una nueva invasión norteamericana, esta vez a Nicaragua
vuelve a hacer levantar la voz de Manuel Ugarte, todos los antiimperialistas
consecuentes le solicitan su opinión, estableció correspondencia con Víctor
Raúl Haya de La Torre y José Carlos Mariátegui en Perú, también con el Partido
Nacionalista de Puerto Rico.
En 1927 fue invitado por el gobierno ruso al festejo de
los diez años de la Revolución, en ese momento se estaba librando la batalla
por el poder entre Stalin y Trotzky. Sin adherir al régimen imperante en la
Unión Soviética, Ugarte rescató ciertos aspectos de esa Revolución.
Ante la invasión norteamericana a Nicaragua, la
dignidad y la valentía de Augusto Cesar Sandino se levantó para hacer frente a
la agresión imperial. Manuel Ugarte expresó toda su admiración hacia el
guerrillero, y se sintió identificado con su posición al señalar: "El
general Sandino ha puesto en acción el pensamiento que yo defiendo desde hace
veinte años".
Sandino le hizo llegar una carta, agradeciendo el apoyo
recibido y reconociendo en él a una de las figuras más importante del
patriotismo latinoamericano.
Durante el año 1929 redobló sus esfuerzos en el apoyo
de Sandino, quién cada vez se encontraba más solo, ante el silencio de los
gobiernos latinoamericanos temerosos de las represalias norteamericanas. Ugarte
contrastó la euforia existente en países como la Argentina, por la Guerra
Mundial y el escaso interés por la desigual batalla de Sandino contra el gran
imperio.
Cuando en septiembre de 1930 cayó el gobierno de
Yrigoyen, la situación de Ugarte era por demás problemática, en difícil
situación económica y cada día que pasaba se le cerraban nuevas puertas de los
medios para expresarse, la década del 30 fue una era reaccionaria en casi todo
el mundo y eso afectaba gravemente en el ánimo del gran luchador, pero ni las
peores penurias podían doblegarlo.
En octubre de 1932 publicó un nuevo libro "El
dolor de escribir" donde reafirmaba su voluntad de liberación hispanoamericana,
expresando también las dificultades de todo intelectual que intentara enfrentar
a la fabulosas fuerzas del imperialismo, recibiendo calumnias, persecuciones y
silencios.
Por ese mismo tiempo recibió una carta de Sandino que
le dice: "Su nombre, señor Ugarte, hace mucho tiempo que es familiar entre
nosotros y sus escritos por uno u otro motivo, siempre nos llegan y nos han
servido de estímulo en nuestra gran jornada libertaria de siete años, que
apenas son las preliminares de la gran batalla espiritual, moral y material que
Indoamérica, por su independencia, tiene que empeñar contra sus tutores Doña
Monroe y el Tío Sam, y probarles que nuestros pueblos han llegado a su mayoría
de edad".
Ugarte debió vender su casa en Niza y alquilar en
París, también las joyas de su mujer Teresa debieron venderse para subsistir,
agobiado como estaba por las deudas.
El 21 de febrero de 1934 Manuel Ugarte y toda América
Latina recibían una pésima noticia, Sandino era apresado y asesinado
inmediatamente, el jefe de la Guardia Nacional y luego dictador, Anastasio
Somoza hacía el trabajo sucio de sus amos norteamericanos.
En 1935 decidió regresar a Buenos Aires, pero no
siquiera tenía dinero para comprar los pasajes, por lo que debió tomar una
dolorosa decisión: vender su biblioteca.
Desde 1919 faltaba de Buenos Aires, al poco de llegar
restableció relaciones con Alfredo Palacios quién lo invitó a reingresar al
Partido Socialista, varios dirigentes más, también insistieron en el
ofrecimiento. Luego de pensarlo, aceptó reincorporarse al partido.
Pero este nuevo intento no podía durar demasiado, al
año siguiente fue expulsado luego de haber descargado una serie de críticas
contra la conducción partidaria y las viejas ideas del partido.
Paralelamente le fue ofrecida la dirección de una
revista mensual "Vida de hoy", durante un año y medio se publicó esta
revista, que le permitió tener un lugar donde expresarse y además obtener
algunos recursos con los que sobrevivir.
La Argentina estaba en plena Década Infame, Europa
amenazada por el nazismo y la Unión Soviética bajo la férrea conducción
stalinista, ese clima político, más la imposibilidad de continuar con la
revista lo sumieron en un profundo pesimismo, además lo conmovieron
profundamente los suicidios de Leopoldo Lugones, Horacio Quiroga y Lisandro de
la Torre, y especialmente el de su gran amiga Alfonsina Storni.
La pena le hizo dejar nuevamente Buenos Aires, esta vez
para instalarse en Viña del Mar, Chile, colaboró con varios diarios de ese
país, aunque en artículos literarios.
En agosto de 1939 apareció la segunda edición del libro
La Patria Grande, ante el inminente comienzo de la segunda guerra, Ugarte fue
criticado por cuestionar al imperialismo anglosajón.
Nuevamente sentará posición favorable a la neutralidad
señalando que no está ni con Francia, ni con Alemania sino con América Latina,
también cuestionará el ambiente favorable entre los medios de difusión y la
intelectualidad a declararse partidarios de los aliados. Decía Ugarte que mucho
se hablaba en América Latina sobre el posible peligro alemán y japonés, pero
nada se señalaba sobre el real saqueo inglés y norteamericano.
Terminaba el año 1941 cuando él concluía de escribir
"Escritores Iberoamericanos del 900", donde dio una pincelada sobre
gran cantidad de autores a los que mayoritariamente conoció personalmente y
tuvo su amistad, desfilan por sus páginas, entre otros: Rubén Darío, Alfonsina
Storni, Florencio Sanchez, Gabriela Mistral, Rufino Blanco Fombona, José
Vasconcelos.
Luego del triunfo electoral del peronismo el 24 de
febrero de1946, sintió que por una vez el pueblo ganaba una batalla y decidió
el regreso a su patria. Al llegar a Buenos Aires declaró :"Creo que ha
empezado para nuestro país un gran despertar" y que "Más democracia
que la que ha traído Perón, nunca la vimos en nuestra tierra. Con él estamos
los demócratas que no tenemos tendencia a preservar a los grandes capitalistas
y a los restos de la oligarquía".
El 31 de mayo Ernesto Palacio lo acompañó a la Casa
Rosada para presentarlo ante el presidente, tanto Perón como Ugarte
simpatizaron instantáneamente.
En septiembre de 1946 fue designado Embajador
Extraordinario y Plenipotenciario en la República de México, por primera vez en
la Argentina obtenía un reconocimiento a su capacidad y su lucha, y nada menos
que en México, país al que había defendido reiteradamente contra las agresiones
norteamericanas y donde tenía tantos amigos y discípulos. Ese reconocimiento le
llegaba muy tarde, tenía 71 años.
En agosto de 1948, luego de algunas diferencias con el
staff de la embajada en México, se lo designa en Nicaragua, donde permaneció
poco tiempo, a comienzo de 1949 fue nombrado embajador en Cuba.
Concluía el año 49 cuando fue reemplazado el Ministro
de Relaciones Exteriores, Juan Atilio Bramuglia, esto produjo un cambio en la
política, luego de algunos roces con los nuevos funcionarios, Ugarte presentó
la renuncia y envió una carta a Perón, señalando algunas diferencias por los
cambios sucedidos en la Cancillería, sin por eso dejar de apoyar al gobierno.
Alejado de la función pública decidió visitar
nuevamente México donde los intelectuales realizaron un homenaje en su honor,
luego sigue su ruta hacia Madrid.
En noviembre de 1951 retornó a Buenos Aires con un sólo
objetivo, votar por la reelección del Perón, luego del triunfo electoral
regresó a Madrid donde permaneció unos pocos días para instalarse nuevamente en
Niza donde el 2 de diciembre fallecía.
Manuel Ugarte fue uno de los más consecuentes patriotas
latinoamericanos, tal vez por eso, muy pocos en la actualidad conocen su
nombre, y menos aún su lucha y la dignidad militante de su inquebrantable
antiimperialismo. América Latina necesita rescatar el pensamiento de hombres
que como él, dieron todo y no recibieron nada, para revivir el sueño de San Martín
y Bolívar.
Tomado de: http://www.elforjista.com/VidadeUgarte.htm
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