Esto lo leímos hace un tiempo en http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-118441-2009-01-18.html y gracias al amigo Lucas lo colgamos hoy.
Operación Plomo Impune
Por Eduardo Galeano
Para justificarse, el terrorismo
de Estado fabrica terroristas: siembra odio y cosecha coartadas. Todo indica
que esta carnicería de Gaza, que según sus autores quiere acabar con los
terroristas, logrará multiplicarlos.
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Desde 1948, los palestinos viven
condenados a humillación perpetua. No pueden ni respirar sin permiso. Han
perdido su patria, sus tierras, su agua, su libertad, su todo. Ni siquiera
tienen derecho a elegir sus gobernantes. Cuando votan a quien no deben votar,
son castigados. Gaza está siendo castigada. Se convirtió en una ratonera sin
salida, desde que Hamas ganó limpiamente las elecciones en el año 2006. Algo
parecido había ocurrido en 1932, cuando el Partido Comunista triunfó en las
elecciones de El Salvador. Bañados en sangre, los salvadoreños expiaron su mala
conducta y desde entonces vivieron sometidos a dictaduras militares. La
democracia es un lujo que no todos merecen.
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Son hijos de la impotencia los
cohetes caseros que los militantes de Hamas, acorralados en Gaza, disparan con
chambona puntería sobre las tierras que habían sido palestinas y que la
ocupación israelita usurpó. Y la desesperación, a la orilla de la locura
suicida, es la madre de las bravatas que niegan el derecho a la existencia de
Israel, gritos sin ninguna eficacia, mientras la muy eficaz guerra de
exterminio está negando, desde hace años, el derecho a la existencia de
Palestina.
Ya poca Palestina queda. Paso a
paso, Israel la está borrando del mapa.
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Los colonos invaden, y tras ellos
los soldados van corrigiendo la frontera. Las balas sacralizan el despojo, en
legítima defensa.
No hay guerra agresiva que no
diga ser guerra defensiva. Hitler invadió Polonia para evitar que Polonia
invadiera Alemania. Bush invadió Irak para evitar que Irak invadiera el mundo.
En cada una de sus guerras defensivas, Israel se ha tragado otro pedazo de
Palestina, y los almuerzos siguen. La devoración se justifica por los títulos
de propiedad que la Biblia otorgó, por los dos mil años de persecución que el
pueblo judío sufrió, y por el pánico que generan los palestinos al acecho.
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Israel es el país que jamás
cumple las recomendaciones ni las resoluciones de las Naciones Unidas, el que
nunca acata las sentencias de los tribunales internacionales, el que se burla
de las leyes internacionales, y es también el único país que ha legalizado la
tortura de prisioneros.
¿Quién le regaló el derecho de
negar todos los derechos? ¿De dónde viene la impunidad con que Israel está
ejecutando la matanza de Gaza? El gobierno español no hubiera podido bombardear
impunemente al País Vasco para acabar con ETA, ni el gobierno británico hubiera
podido arrasar Irlanda para liquidar a IRA. ¿Acaso la tragedia del Holocausto
implica una póliza de eterna impunidad? ¿O esa luz verde proviene de la
potencia mandamás que tiene en Israel al más incondicional de sus vasallos?
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El ejército israelí, el más
moderno y sofisticado del mundo, sabe a quién mata. No mata por error. Mata por
horror. Las víctimas civiles se llaman daños colaterales, según el diccionario
de otras guerras imperiales. En Gaza, de cada diez daños colaterales, tres son
niños. Y suman miles los mutilados, víctimas de la tecnología del
descuartizamiento humano, que la industria militar está ensayando exitosamente
en esta operación de limpieza étnica.
Y como siempre, siempre lo mismo:
en Gaza, cien a uno. Por cada cien palestinos muertos, un israelí.
Gente peligrosa, advierte el otro
bombardeo, a cargo de los medios masivos de manipulación, que nos invitan a
creer que una vida israelí vale tanto como cien vidas palestinas. Y esos medios
también nos invitan a creer que son humanitarias las doscientas bombas atómicas
de Israel, y que una potencia nuclear llamada Irán fue la que aniquiló
Hiroshima y Nagasaki.
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La llamada comunidad
internacional, ¿existe?
¿Es algo más que un club de
mercaderes, banqueros y guerreros? ¿Es algo más que el nombre artístico que los
Estados Unidos se ponen cuando hacen teatro?
Ante la tragedia de Gaza, la
hipocresía mundial se luce una vez más. Como siempre, la indiferencia, los
discursos vacíos, las declaraciones huecas, las declamaciones altisonantes, las
posturas ambiguas, rinden tributo a la sagrada impunidad.
Ante la tragedia de Gaza, los
países árabes se lavan las manos. Como siempre. Y como siempre, los países
europeos se frotan las manos.
La vieja Europa, tan capaz de
belleza y de perversidad, derrama alguna que otra lágrima mientras secretamente
celebra esta jugada maestra. Porque la cacería de judíos fue siempre una
costumbre europea, pero desde hace medio siglo esa deuda histórica está siendo
cobrada a los palestinos, que también son semitas y que nunca fueron, ni son,
antisemitas. Ellos están pagando, en sangre contante y sonante, una cuenta
ajena.
(Este artículo está dedicado a
mis amigos judíos asesinados por las dictaduras latinoamericanas que Israel
asesoró.)
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