miércoles, 4 de marzo de 2015

Mariano Moreno



Mariano Moreno se hunde en la mar
por Pedro Patzer


Mariano Moreno se hunde en la mar, aunque ingenuo el que crea que sólo se hunde el cadáver de un hombre, pues junto al cuerpo muerto de Moreno se hunden también, semillas de revoluciones, nidos de amaneceres continentales, cancioneros de la emancipación americana. “Es necesario emprender un nuevo camino en que lejos de hallarse alguna senda, será necesario practicarla por entre los obstáculos que el despotismo, la venalidad y las preocupaciones han amontonado después de siglos ante los progresos de la felicidad de este continente” Con ese hombre que se hunde en la mar, también se hunden aquellos libros, puertas de auroras, de la biblioteca de Chuquisaca, donde el joven Mariano descubriera nuevos mundos posibles en este mundo (o tal vez nuevos sueños humanos dentro del viejo corazón humano). Allí leyó una frase de Rousseau que le cambió la vida (y la muerte): “El hombre ha nacido libre, pero en todas partes se halla encadenado” Mariano Moreno se hunde en la mar, con él se hunden los ecos de la rebelión de Túpac Amaru, y el deseo de lucha que le despertara la esclavitud de los mineros de Potosí. “Quiero más una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila” Mariano se hunde en la mar y con él se hunden su renuncia al antiguo dios de la conquista y su fe irremediable al nuevo hombre de la revolución de la igualdad, la fraternidad y la libertad. “Si los pueblos no se ilustran, si no se divulgan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que puede, vale, debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y será tal vez nuestra suerte cambiar de tiranos sin destruir la tiranía” Mariano Moreno se hunde en la mar y con su cuerpo se hunden sus anhelos de pan para todos, y oro para nadie: "Es máxima aprobada que las fortunas agigantadas en pocos individuos, a proporción de lo grande de un Estado, no sólo son perniciosas, sino que sirven de ruina a la sociedad civil" Moreno se hunde en la mar y con él, el dolor de un humano por los indígenas ultrajados: “Desde el descubrimiento empezó la malicia a perseguir unos hombres que no tuvieron otro delito que haber nacido en unas tierras que la naturaleza enriqueció con opulencia y que prefieren dejar sus pueblos que sujetarse a las opresiones y servicios de sus amos, jueces y curas”. Mariano Moreno se hunde en la mar y con él las armas de futuro, cargadas con la euforia de mayo: “El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien; él debe aspirar a que nunca puedan obrar mal. Seremos respetables a las naciones extranjeras, no por riquezas, que excitarán su codicia; no por el número de tropas, que en muchos años no podrán igualar las de Europa; lo seremos solamente cuando renazcan en nosotros las virtudes de un pueblo sobrio y laborioso". Mariano se hunde en la mar, y con él la guitarra, la plegaria del humilde y la resistencia popular: “Felizmente, se observa en nuestras gentes, que sacudido el antiguo adormecimiento, manifiestan un espíritu noble, dispuesto para grandes cosas y capaz de cualesquier sacrificios que conduzcan a la consolidación del bien general” Moreno se hunde en la mar y con él, el amor hacia María Guadalupe Cuenca y Marianito, su hijo: "Moreno, si no te perjudicas, procura venirte lo más pronto que puedas o hacerme llevar porque sin vos no puedo vivir. No tengo gusto para nada de considerar que estés enfermo o triste sin tener tu mujer y tu hijo que te consuelen” Mariano se hunde en la mar y con él un testigo digno de la resistencia de los criollos contra las invasores ingleses: "Yo he visto llorar muchos hombres por la infamia con que se les entregaba; y yo mismo he llorado más que otro alguno, cuando a las tres de la tarde del 27 de junio de 1806, vi entrar a 1.560 hombres ingleses, que apoderados de mi patria se alojaron en el fuerte y demás cuarteles de la ciudad." Moreno se hunde en la mar y con ese cuerpo, se hunde el fundador de la biblioteca y de la Gazeta, aunque Mariano regresara en los libros de mañana, en el Martín Fierro, en la Canción desesperada de Discépolo, en la obra de Jauretche, en los versos de León Benarós: “Don Mariano Moreno/ que en hora dijera/ si desde el mar profundo/ nos respondiera/ a la huella paisanos/ que ya llegamos/ las provincias unidas/ nos declaramos” Mariano Moreno se hunde en la mar y con él, la memoria del agua hace su inventario de los hombres que , soñando cambiar el mundo, alcanzaron la noche marítima, hombres arrojados al mar, por querer hacer de la tierra un lugar más hermoso: “Ya mis ojos son barro/ en la inundación/que crece, decrece,/aparece y se va/ y mis ojos son barro/en la inundación” (Bersuit Vergarabat) Moreno se hunde en la mar y con él emerge la inolvidable frase de Saavedra: "Hacía falta tanta agua para apagar tanto fuego" Porque un joven que se hunde en la mar no tiene destino de muerte, ya que pasa integrar el milenario elenco del coro oceánico (ese mismo que Alfonsina y que los jóvenes soldados del Crucero General Belgrano)
Mariano Moreno se hunde en la mar, con apenas treinta y tres años, cual Cristo criollo que resucitara cualquier domingo de revolución. Moreno se hunde en la mar y con él emergen los fusiles escupiendo muerte sobre Dorrego, el yugo decapitando al Chacho Peñaloza, la oligarquía derrocando a Yrigoyen, las bombas cayendo sobre plaza de mayo.
Mariano Moreno se hunde en la mar, y mas nunca se encontrará su cuerpo, Moreno fue el comienzo del linaje de cuerpos desaparecidos. Aunque Mariano (como los desaparecidos) no es un cadáver que se hunde en la mar, es una ofrenda de porvenir,como el sol que se esconde en el océano para preparar el próximo amanecer. Mariano Moreno atardece en la mar, y son los hijos de su aurora, todos los que forman el despertar de esta tierra.



Mariano Moreno (Buenos Aires, 23 de septiembre de 1778 - alta mar, 4 de marzo de 1811)

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