martes, 22 de noviembre de 2011

universidad

La gratuidad universitaria argentina, una decisión histórica de Perón

Publicado el 25 de Agosto de 2011 en

Los argentinos hace 62 años, no podemos menos que recordar la estratégica decisión tomada por el presidente Perón el 22 de noviembre de 1949 a través del Decreto 29.337, que suprimió todos los aranceles universitarios.
Si bien el golpe militar de 1955 y las sucesivas dictaduras, incluyendo la última y más sangrienta y genocida, lograron ocultar dicha decisión política por casi cinco décadas, no pudieron revertir la decisión y no pudieron arancelar los estudios universitarios. Argentina sigue siendo uno de los pocos países donde los estudiantes no pagan sus estudios.
El decreto de Perón fue ocultado y desconocido por la mayoría de los académicos, intelectuales y estudiantes que le atribuyeron la gratuidad universitaria a la reforma de 1918. La entrevista donde el ex mandatario explica el sentido de su decisión fue prohibida como todos los documentos de lo sucedido en su primer y segundo mandato.
Recién hace cuatro años fue sancionada la ley que declara el 22 de noviembre como Día de la Gratuidad de la Enseñanza Universitaria. Para lograrlo, los jóvenes universitarios formaron la Agrupación 22 de noviembre; muchos académicos y legisladores hicieron “revisionismo histórico”, justamente para descubrir la verdadera historia de la decisión que logró la gratuidad como patrimonio de todos los argentinos, y la presidenta de la Nación lo aclara cada vez que inaugura una nueva universidad para que en los lugares más postergados, a lo largo y a lo ancho de nuestro país, se pueda ejercer el derecho. 
Perón fundamenta su decisión en que es una medida de buen gobierno, ya que “el Estado debe prestar todo su apoyo a los jóvenes estudiantes que aspiren a contribuir al bienestar y prosperidad de la Nación suprimiendo todo obstáculo que les impida o trabe el cumplimiento de tan notable como legítima vocación”. Ello colaborará para él, al engrandecimiento y auténtico progreso del pueblo que estriba en gran parte en el grado de cultura que alcanza cada uno de los miembros que la componen.
Toda historia es contemporánea, decía el filósofo e historiador antipositivista, Benedetto Croce, dado que la historia la hacen los hombres y sus decisiones del pasado determinan nuestro presente, así como las decisiones que tomemos hoy, serán las que construyan nuestro futuro, tanto individual como colectivo.
El ocultamiento de esa realidad, del protagonismo de los hombres para transformarla, intenta naturalizar los hechos sociales como si las injusticias fueran catástrofes inevitables de la naturaleza, pretende promover el escepticismo, como si el presente hubiera caído del cielo, como fenómenos meteorológicos, como si los Derechos Humanos y sociales no fueran siempre conquistas de los pueblos.
Decía José Vasconcelos, ministro de Educación de México, que había que ampliar la Patria para hacerla americana y para ello se debía comenzar por la unificación de la enseñanza en todos los países de Ibero américa, adoptando textos comunes con las excepciones naturales del caso. Para él toda constitución Iberoamericana debería decir: “Son ciudadanos de este país y tienen todos los derechos a la ciudadanía, los nacidos en territorio de Hispanoamérica.”
Sabemos que con la gratuidad no alcanza para hacer reales los derechos legales. Que la selección para acceder a los estudios superiores no empieza con el ingreso a la universidad, sino con la inequitativa distribución de la riqueza, del poder económico, social y cultural, pero solidarizarse con los estudiantes chilenos es hermanarse con los pueblos de Nuestra América, es cultivar, decidir y comprometerse a construir la Patria Grande, la Patria Única como nos señalara el maestro de Juventudes Manuel Ugarte.
(Télam)

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