jueves, 7 de abril de 2011

Encuentro de Ex presos políticos


Encuentro de Ex presos políticos

El pasado jueves 31 de marzo y viernes 1º de abril de 2011 se llevó a cabo un encuentro de ex presos políticos convocado por la Asociación Nacional de Ex Presos Políticos de Argentina en la ciudad de Buenos Aires.

El encuentro se realizó en las instalaciones de la ex ESMA, hoy convertida en Museo de la Memoria, con el auspicio de la Secretaría de DDHH del gobierno argentino.

Centenares de ex presos políticos participaron del encuentro para debatir en talleres y aprobar una Resolución conjunta. Hubo numerosas delegaciones de Chile, Brasil y Uruguay.

En el encuentro participaron representantes gubernamentales nacionales, provinciales, connotad@s luchadores por la Verdad y la Justicia, junto al Director del Archivo de la Memoria, Dr. Ramón Torres Molina y la Dra. del Instituto Espacio Memoria, cra. Ana María Careaga.

También se hizo presente el promotor de la Ley 14.042, aprobada el año pasado y vigente en la Provincia de Buenos Aires, Diputado Alfredo Antonuccio.

En el encuentro participó también activamente el Director del Registro Nacional de Ex presos Políticos, cro. Roberto Regalado.

Publicado en Página 12 el 24 3 11

Homenaje

Por Hugo Soriani

No nombraré a ninguno porque estas líneas son para todos. Algunos ya no están porque murieron en estos últimos años, y otros murieron en prisión, fusilados por la represión o por la pena.

Voy a recordar a los presos políticos de la dictadura militar.

Eran más de diez mil personas que habían sido detenidas antes del nefasto 24 de marzo, luego ya no hubo presos políticos, solamente desaparecidos.

En esas cárceles convivieron durante nueve, diez, doce años, muchachos de veinte años, pocos más o menos, con hombres de cincuenta, a veces de sesenta, por los que los más jóvenes sentían devoción y respeto ya que venían de otras luchas, sobrevivientes de un país asolado por las dictaduras.

Ellos habían peleado contra la de Lanusse, y algunos contra la de Onganía, y contaban experiencias que los más jóvenes escuchaban con avidez, curiosidad e impaciencia.

No nombraré a ninguno porque fueron todos, los que hora tras hora, día tras día, año tras año, resistieron en conjunto la política de exterminio que se instrumentó para destruirlos. Los que inventaron un código para comunicarse en el silencio, los que violaron todas y cada una de las consignas y prohibiciones que los guardianes imponían a diario. Los que con valentía, ingenio y audacia inventaron las trampas necesarias para sobrevivir sin bajar sus convicciones.

Los que no firmaron ninguna nota de arrepentimiento, pese a las represalias.

Los que en la oscuridad de los calabozos de Rawson fueron golpeados hasta desmayarse y reanimados con agua helada en madrugadas con quince grados bajo cero, para luego dejarlos desnudos y repetir la historia al otro día, y al otro, y al otro.

Los que denunciaron sus torturas a monseñor Tortolo, en la cárcel de La Plata, y escucharon como respuesta que “Videla es oro en polvo” de los labios del monseñor. Los que escribieron minúsculas notas en finísimo papel de cigarrillos para comunicar al exterior lo que sucedía tras los muros.

Los que en días de hambre compartieron la poquísima comida.

Los que golpearon los jarros de metal contra las rejas festejando el triunfo de la revolución sandinista en Nicaragua, en julio del ‘79, pese a los golpes y los gritos de los guardianes, que trataban de impedirlo.

Los que lloraron la muerte de John Lennon, en diciembre del ochenta, porque junto a él imaginaron que no eran los únicos soñadores.

Los que en la cárcel de Magdalena conocieron en persona la ferocidad del general Bussi, antes de que fuera el célebre carnicero de Tucumán.

Los que fueron rehenes en Córdoba durante el Mundial bajo amenaza de fusilamiento, mientras los genocidas se abrazaban con Menotti.

Los que fueron sacados del pabellón de la muerte en la cárcel de La Plata, y sabiendo que iban a ser fusilados, se despedían de sus compañeros gritando sus consignas.

Los que sobrevivieron en ese pabellón y denunciaron lo que estaba pasando, con riesgo de sus propias vidas.

Los que en el patio de la cárcel de Córdoba vieron estaquear y morir compañeros y no bajaron la mirada, como querían los guardianes para humillarlos.

Las mujeres presas en la cárcel de Devoto, que durante años resistieron las requisas vejatorias. Esas mismas mujeres que, enteras y dignas, ya libres, escribieron un libro imprescindible: Nosotras, presas políticas.

Los que en la cárcel de Caseros vivieron hacinados en celdas miserables, sin saber cuándo era de noche o cuándo de día.

Los que no perdieron el humor, sobre todo el humor negro, y se rieron de sus propias desgracias.

Los que en julio del ‘83, en la cárcel de Rawson, con más coraje que inteligencia, decidieron acompañar el ayuno que Pérez Esquivel realizaba en Buenos Aires, sin que nadie, pero nadie se enterara de lo que estaban haciendo. Y lo continuaron diez días más que él porque, debido al aislamiento al que estaban sometidos, no supieron que el Premio Nobel ya lo había levantado al conseguir sus objetivos.

Los que escribían poesías malas, pero fueron poetas.

Los que se sabían de memoria el Génesis o el Exodo, porque la Biblia fue la única lectura permitida. Y a veces ni eso.

Los que cantaron, dibujaron, soñaron y actuaron, inventando la manera de esquivar la muerte o la locura.

Los que en todas las cárceles, en todas, sólo tuvieron durante años una pared blanca a dos metros de distancia como único horizonte.

Los que durante nueve, diez, doce años no hicieron el amor ni tomaron un vaso de vino o una taza de café.

Los que no vieron crecer a sus hijos.

Los que salieron con lo puesto y sin tener una casa a dónde ir o un trabajo para mantenerse.

Los que fueron recibidos con desconfianza, porque eran sobrevivientes.

Los que sentían toda la culpa del mundo por ese mismo motivo.

Para todos ellos, presos políticos de la dictadura, que hoy, a treinta y cinco años del golpe militar son testigos de los juicios a los genocidas, militantes en sus barrios, delegados en sus trabajos, funcionarios comprometidos y trabajadores de la política en su sentido más noble, cualquiera sea el lugar donde los haya llevado la vida. Para ellos, estas líneas de recuerdo y de homenaje.


miércoles, 6 de abril de 2011

Todo, Nada....


La presente columna de opinión fue publicada el 31 de marzo en la contratapa del diario La Mañana de Córdoba y está en directa relación con la nota de la senadora Norma Morandini , publicada en La Voz del Interior, el 29 de marzo, la que se adjunta al final del artículo para los que no tuvieron posibilidad de leerla.

TODO Luis Rodeiro**

“La primera noche, ellos se acercan y toman una flor de nuestro jardín. No decimos nada. La segunda noche ya no se esconden, pisan las flores, matan a nuestro perro y no decimos nada. Hasta que un día, el más frágil de ellos, entra solo a nuestra casa, nos roba la luna, y conociendo nuestro miedo, nos arranca la voz de la garganta. Y porque no dijimos nada, ya no podemos decir nada”.

Bello verso, el de Maiakowski. Él nos advertía bien. La primera noche, ellos se acercaron y tomaron una flor de nuestro jardín: a costa de los Graiver y con la complicidad de la dictadura, se quedaron con el monopolio de papel prensa. No dijimos nada, porque no podíamos hablar y los que podían, callaron. La segunda noche ya no se esconden, pisaron las flores (abrazados con Menem, se birlaron Canal 13), mataron nuestro perro (en connivencia con Duhalde inventaron la ley Clarín , a su exacta medida, lo que les permitió pesificar sus deudas y disminuir su pasivo a la mitad) y no dijimos nada. Hasta que un día, el más frágil de ellos (en este caso yo diría artero), de apellido Magneto, entra solo a nuestra casa, nos roba la luna, y conociendo el miedo al anonimato de nuestra dirigencia, nos arranca la voz de la garganta y monta el más grande monopolio de la voz, con base en la ley de medios, que redactaron a su medida con la venia militar.

Pero Maiakowski se quedó corto con las metáforas posibles de lo que nos hicieron. No sólo nos cortaron la flor, nos la pisaron, mataron a nuestro perro, nos robaron la luna, sino que nos pisotearon, nos reprimieron, violaron nuestro gato, se afanaron el sol. Una noche echaron a 117 trabajadores y “las estrellas periodísticas del Grupo” no dijeron nada. Hace 11 años. Desde entonces no hay delegados, ni comisiones internas, ni libertad sindical. Instauraron el miedo gremial. Una madrugada se cargaron al juez, que -como dice Pablo Llonto- “tuvo el atrevimiento de encarcelar a la viuda de Noble, luego que la misma se negara reiteradamente a prestar colaboración en la causa donde se investiga si los hijos adoptivos de la viuda de Noble fueron hijos de desaparecidos, y donde se sospecha que gran parte de la documentación está alterada”. Muchos, cuando pudieron hablar, dijeron Nada.

Y el Flaco, nobleza obliga, se zarpó. Le concedió una prórroga por 20 años de vigencia del monopolio. Y casi, casi, no dice nada. Hasta que se dio cuenta y le gritó: ¿qué te pasa Clarín? Porque lo que se altera aquí en el verso de Maiakowski, es el final. El final apocalíptico que le gusta a los que pretenden asimilar gobierno popular con dictadura: “Y porque no dijimos nada, ya no podemos decir nada”.

No, el Flaco habló. Y hablaron los periodistas que desde hace años luchaban por la democratización de la comunicación, los dirigentes sociales que no tenían voz, los hombres y mujeres que no tenían acceso a la información, los que no se resignaban al pensamiento único, los que rechazaban que les “fabricaran” día a día la información. El fruto fue como recuperar la flor, resucitar al perro, rescatar la luna, instalar el sol, logramos democráticamente una nueva ley de medios audiovisuales que reemplazara la de la dictadura (cívico-militar).

Y sí, se recuerda a Maiakowski, cuando se banaliza el derecho de los trabajadores, cuando se atropella la libertad sindical, y en la “fábrica de noticias” se convierte una protesta gremial en un atentado a la “libertad de empresa”. Pero no nada, nunca más al silencio. Hay una sociedad que habla, que se moviliza, que comienza a distinguir la libertad de prensa de la libertad de empresa; el periodismo, de un holding de negocios, que entre otros productos fabrica información; que resiste el tutelaje sobre los ciudadanos que ejerce el poder mediático invocando verdades; hay prensa y hay negocios, disfrazados de ecuanimidad.

El pueblo habla. Comenzó a hablar. Sin tapujos. Y están sí los que no dicen nada, cuando se censura –desde esos medios monopólicos- a periodistas y colaboradores, incluso en Córdoba, porque piensan distinto a la “línea editorial”, que sólo es un derecho de la prensa privada. No dicen nada, pero nada, que ni Telesur, ni CN23. ni el programa infantil Paka Paka, no estén en la grilla de los Canales de Cablevisión, desacatando la ley.

Para que no nos sigan arrancando la voz de la garganta, estamos en la hora de gritar bien fuerte. Que es preciso defender la ley de medios, democrática e igualitaria. Que es preciso exigir que se cumpla la ley y las resoluciones judiciales.

No teman los temerosos. La libertad está asegurada, para todos. Como Nunca. Lo que está en juego es la igualdad de oportunidades. Seguirán hablando, sin el más mínimo menoscabo a sus derechos, los Morales Solá, los Gelblung, los Grondonas, entre otros, pero su voz ya no es, ni será única. Y porque nos negamos a decir nada, aseguramos que todos hablen.

**Periodista*Toda semejanza con el art.º Nada, de la periodista, escritora y senadora nacional Norma Morandini, que publicó La Voz del Interior el martes 29, es pura intencionalidad. Agradezco envío vía internet.

NADA - Norma Morandini*

“La primera noche, ellos se acercan y toman una flor de nuestro jardín. No decimos nada. La segunda noche ya no se esconden, pisan las flores, matan a nuestro perro y no decimos nada. Hasta que un día, el más frágil de ellos, entra sólo a nuestra casa, nos roba la luna, y conociendo nuestro miedo, nos arranca la voz de la garganta. Y porque no dijimos nada, ya no podemos decir nada”.

Toda vez que escucho cómo en nuestro país se banalizan las situaciones que a otras sociedades erizan, recuerdo ese poema de Maiakowski. Ese “nada”, agregado al final de las frases que ya se convirtió en un lugar común del lenguaje. ¿No será que buena parte de nuestra sociedad fue cediendo su libertad, por comodidad, por confundir la pelea del Gobierno con un diario con una “guerra de intereses”, sin advertir el autoritarismo que subyace en el desprecio a la prensa, un valor constitutivo de la democracia. Autoritarismo porque se vuelve a tutelar a los lectores como si fueran niños a los que se les debe decir cómo pensar, a quién leer o a quién creerle, en esa confusión de prensa y propaganda.
Como en el poema de Maiakowski, nada dijimos cuando, desde el inicio, el Gobierno defendió la “comunicación directa” y canceló las conferencias de prensa, y la pauta oficial se utilizó con criterio de propaganda. Nada dijimos cuando en nombre de combatir los monopolios, se configuró, con el dinero de los argentinos, un monopolio estatal que descalifica personalmente a todos los que manifiesten críticas o ideas que ponen en duda el “relato” oficial. Nada dijimos cuando surgieron los primeros bloqueos de los camioneros para impedir que los diarios lleguen a su destino,la mesa del café o el hogar de los argentinos. Nada decimos frente a la actual confusión de ministros que “twittean”, sin que cumplan con la obligación de hacer públicos sus actos de gobierno. Nada decimos ante la cancelación de la información en los portales del Gobierno y nada decimos frente a la apropiación de los Derechos Humanos, consagrados ampliamente por nuestra Constitución y todos los Tratados Internacionales a los que nuestro país está obligado a cumplir. Para que no nos arranquen la voz de la garganta, estamos en la hora de gritar bien fuerte que la libertad está amenazada. Ya no se trata de que aquellos que ya dimos prueba de haber peleado por la libertad del decir condenemos el bloqueo a Clarín y a La Nación. De lo que se trata es de que todos aquellos que hasta hora dijeron NADA, salgan de la comodidad y entiendan que cuando no se aprecia la libertad se termina actuando como esclavo.

*Periodista, escritora, senadora por Prov.º de Córdoba. www.normamorandini.com.ar

CRISTINA 2011



CRISTINA 2011
Miércoles 6 de Abril

18:00 hrs.

con la compañera

presidenta


Plaza de la Intendencia


sábado, 2 de abril de 2011

Hermanita Perdida...


LA HERMANITA PERDIDA

De la mañana a la noche De la noche a la mañana En grandes olas azules Y encajes de espuma blanca Te va llegando el saludo Permanente de la patria ¡Ay, hermanita perdida! Hermanita vuelve a casa

Amarillentos papeles Píntante con otra laya Pero son muchos millones Que te llamamos hermana Sobre las aguas australes Flamean gaviotas blancas. Dura tierra entristecida Por la sangrada esperanza

¡Ay, hermanita perdida! Hermanita vuelve a casa.

Malvinas tierra cautiva De un rubio tiempo pirata Patagonia te suspira Toda la pampa te llama Seguirán las mil banderas Del mar azules y blancas Pero queremos ver una Sobre tus cumbres clavada Para poblarte de criollos Para curtirte la cara Hasta que logres el gesto Tradicional de la patria

¡Ay, hermanita perdida! Hermanita vuelve a casa

Atahualpa Yupanqui