lunes, 24 de junio de 2013

QUE A MAURICIO NO LE VENGAN CON HISTORIAS




QUE A MAURICIO NO LE VENGAN CON HISTORIAS
 Por: Norberto Galasso


¿Cómo no va a estar preocupado Mauricio si él, con mucho esfuerzo, estudió la historia liberal oligárquica?

Últimamente se ha abierto la discusión sobre la verdadera Historia Argentina y Mauricio Macri está muy preocupado, sumamente preocupado.
En poco tiempo, se ha televisado Las huellas del secretario, una excelente serie con elementos ficcionales y detectivescos, que nos demuestra desde la veracidad del Plan de Operaciones hasta el intento desesperado del mitrismo por "perderlo", ocultarlo o destruirlo, desde el envenenamiento de Moreno hasta el permiso otorgado por Mitre al Brasil, durante la Guerra de la Triple Infamia, para arrojar a los muertos por cólera al Paraná, pues si se contagiaban los litoraleños carecía de importancia pues son "opuestos" a su proyecto agroexportador. Y Macri está preocupado. Al mismo tiempo, la cinematografía nos aportó Moreno, vida, pensamiento y crimen político, arte puesto al servicio de la revolución, donde se ratifica el plan, así como la desaparición del secretario de la Junta a manos de los enemigos de Mayo. A su vez, canal 7 organizó dos mesas redondas, una sobre el genocidio cometido por el mitrismo, "los colorados orientales" y el Brasil sobre el pueblo paraguayo y otro debate sobre Ángel Vicente Peñaloza, "El Chacho", como líder popular y enemigo del centralismo porteño, que también se pasaron como series televisivas. Y Mauricio no duerme, está amargado y triste. Asimismo, Canal Encuentro aporta también lo suyo y Mauricio incrementa su consternación. A su vez, Eduardo Anguita, con su programa Historia en debate, multiplica nuevas controversias respecto a aquello que Mauricio aprendió leyendo la revista Billiken y en las aulas aristocráticas del colegio Cardenal Newman. Y sufre, entonces, la crisis profunda en que languidece la Historia Oficial que adormeció a varias generaciones de argentinos.
Claro que cuando se critica a los titulados "próceres" y se recupera a los "malditos" tanto tiempo silenciados, estos procesos no son prolijos ni totalmente coherentes. Aparecen improvisadores, "trepadores" que se prenden a la oleada cuestionadora. Abundan los médicos y psicólogos que simplifican las luchas sociales apelando a patologías personales y que no trepidan en exaltar a Mitre junto a los caudillos federales. Surgen "panqueques" que ayer mismo aplaudían a las diversas versiones del liberalismo oligárquico confiando en que no tenemos memoria. Curiosamente, algunos son "rosistas" y "chachistas" al mismo tiempo, lo que hubiera escandalizado a Rosas y al Chacho, este último tres veces exilado bajo el gobierno del Restaurador. Otros simplifican confundiendo a Sarmiento con Mitre, sin reparar en sus profundas disidencias como lo prueba el archivo de La Nación entre 1868 y 1874. Hay quienes, a su vez, exaltan a un "refugiado" en California, desde hace más de medio siglo, como el mayor historiador argentino, lo cual resulta útil para conservar espacios de gloria barata dentro del sistema. Otros redoblan esfuerzos, hora tras hora, con empecinamiento desmesurado, para derrumbar a una estatua, reduciendo a una persona la polémica histórica e ignorando, por supuesto, los sucesos del 80, con 3000 muertos. También han aparecido los que, por fin, han descubierto a los pueblos originarios, por los cuales claman con justicia, pero despreocupándose de los gauchos y especialmente del "aluvión zoológico", según llaman al 45, pues este está más cerca y es más peligroso para el orden constituido. Hasta nos encontramos ahora con quienes inventan un saavedrismo popular recogiendo las enseñanzas de Hugo Wast para quien, en su libro Año X, Moreno ya era marxista... siete años de que Carlos Marx llegara a este mundo (1817) y de allí reivindican una Revolución de Mayo tradicionalista y antisocialista, cualquier cosa "menos plebeya". ¿Cómo entonces no va a estar preocupado Mauricio si él, con mucho esfuerzo, estudió la historia liberal oligárquica y todavía lee con gusto los artículos cada vez más reaccionarios de Luis Alberto Romero, hijo del historiador José Luis Romero? ¿Cómo no va a padecer insomnios si la mayoría de estos historiadores no le dan una visión general de la historia, desde los pueblos originarios hasta nuestros días, sino que le aportan fragmentos que, como no pueden unirse, por contradictorios, llevarán a los estudiantes a cualquier conclusión transgresora, como por ejemplo, justificar las confiscaciones y el proteccionismo que aconsejaban Moreno y San Martín?
Podría suponerse que Macri optaría por aumentar las clases de historia argentina para debatir en profundidad y seriamente sus diversos procesos y personajes. Pero de ello resultaría una batalla perdida para su conservadorismo. Mauricio intuye que las conclusiones serían sepultar a la historia mitrista y remplazarla por una historia donde el protagonista principal es el pueblo argentino. Y de aquí considera que lo mejor es que no sepan nada de historia, de la vieja que está en desgracia, ni de la nueva que, a pesar de sus contradicciones, está emergiendo y puede ser peligrosa.
Por otra parte, no vaya a resultar que a los chicos se les ocurra investigar toda la historia pasada y presente e inclusive la historia de los Macri y del mismo Mauricio. Ello sería "un escándalo" como decía Pino antes de cometer el escándalo mayúsculo de encariñarse con Carrió. Un estudio profundo de la verdadera historia podría sacar a luz el contrabando de autopartes cuando Mauricio era director de Sevel o la estatización de la deuda externa privada que benefició a Socma (Macri) en 27 millones de dólares. Nada de historia, pues. Pero, además, sería bueno reducir también las horas de estudio de Economía y asimismo de Derecho, pues alguien podría concluir que su DNU de días atrás está en la mejor tradición del mitrismo cuando quiso transformar la provincia de Buenos Aires en la República del Río de la Plata, renegando del resto del país.
Pero, Mauricio, se torna optimista después de juguetear con Antonia y dice: para qué estudiar el pasado, miremos al futuro. Sin embargo, ignora que Antonia vivirá un mundo distinto donde se estudiarán esas materias en profundidad y seriamente. Se lo anticipamos: el futuro no existe para los Macris, ni para la gente de su clase, ni para el colegio Cardenal Newman. Vienen otras épocas, Mauricio. No hay que cerrar las escuelas sino abrirlas cada vez más ampliamente a todas las polémicas. No corra el riesgo de que aquí a unos pocos años –como ya ocurrió con muchos hijos de "gorilas", años atrás– Antonia le diga: –Viejo, me ocultaste la historia, me enseñaste todo al revés, y ahora tengo que desaprenderlo todo para encontrar la verdad. .


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