Eduardo Galeano cuenta la
historia de la
Revolución Sandinista
1963
Río Coco
En los hombros lleva el abrazo de
Sandino,
Que el tiempo no ha borrado.
Treinta años después, el coronel Santos López vuelve a la guerra, en la selva
del norte, para que Nicaragua sea.
Hace un par de años nació el
Frente Sandinista. Lo nacieron, junto a Santos López, Carlos Fonseca Amador y
Tomás Borge y otros muchachos que no conocieron a Sandino pero quieren
continuarlo. La tarea costará sangre, y ellos lo saben:
- Tanta inmundicia no puede ser
lavada con agua, por muy bendita que esté -dice Carlos Fonseca.
Perdidos, sin armas, ensopados
por la lluvia eterna, sin comer pero comidos, jodidos, rejodidos, deambulan por
la selva los guerrilleros. No hay peor momento que la caída del sol. El día es
día y la noche, noche, pero el atardecer es hora de agonía y espantosa soledad;
y los sandinistas no son nada todavía, o casi nada.
1976
Selva de Zinica
Carlos
Criticaba de frente, elogiaba por
la espalda. Miraba como gallo enojado, por miope y por fanático, bruscos ojos
azules del que veía más allá de los otros, hombre de todo o nada; pero las
alegrías lo hacían brincar como a niño chico y cuando dictaba órdenes parecía
que estaba pidiendo favores.
Carlos Fonseca Amador, jefe de la
revolución de Nicaragua, ha caído peleando en la selva.
Un corones trae la noticia e la
celda donde Tomás Borge yace reventado por la tortura.
Juntos habían andado mucho
camino, Carlos y Tomás, desde los tiempos en que Carlos vendía diarios y
caramelos en Matagalpa; y juntos habían fundado, en Tegucigalpa, el Frente
Sandinista.
- Murió -dice el coronel.
- Se equivoca, coronel -dice Tomás
1977
Managua
Tomás
Atado a una argolla, tiritando,
todo enchastrado de mierda y sangre y vómito, Tomás Borge es un montoncito de
huesos rotos y de nervios desnudos, una piltrafa que yace en el suelo esperando
el próximo turno de suplicio.
Pero ese resto de él todavía
puede navegar por los secretos ríos que lo viajan más allá del dolor y la
locura. Dejándose ir llega a otra Nicaragua; y la ve.
A través de la capucha que le
estruja la cara hinchada por los golpes, la ve: cuenta las camas de cada
hospital, las ventanas de cada escuela, los árboles de cada parque, y ve a los
dormidos parpadeando, encandilados, los muertos de hambre y los muertos de todo
que están siendo despertados por los soles recién nacidos de su vuelo.
1977
Archipiélago de Solentiname
Cardenal
Las garzas, que están mirándose
al espejo, alzan los picos: ya vuelven las barcas de los pescadores, y tras
ellas las tortugas que vienen a parir a la playa.
En un barracón de madera, Jesús
come sentado a la mesa de los pescadores. Come huevos de tortuga y carne de
guapotes recién pescados, y come yuca. La selva, buscándolo, mete sus brazos
por las ventanas.
A la gloria de este Jesús escribe
Ernesto Cardenal, el monje poeta de Solentiname. A su gloria canta el zanate
clarinero, pájaro sin adornos, siempre volando entre pobres, que en las aguas
del lago se refresca las alas. Y a su gloria pintan los pescadores. Pintan
cuadros fulgurantes que anuncian el Paraíso, todos hermanos, nadie patrón,
nadie peón; hasta que una noche los pescadores que pintan el Paraíso deciden
empezar a hacerlo y atraviesan el lago y se lanzan al asalto del cuartel de San
Carlos.
- ¡Jo-dío! ¡Jo-dío!
A muchos mata la dictadura
mientras los buscadores del Paraíso caminan por las montañas y los valles y las
islas de Nicaragua. La masa se levanta, el gran pan se eleva...
1978
Managua
"La Chanchera"
llama el pueblo nicaragüense al
Palacio Nacional. En el primer piso de este pretencioso partenón discursean los
senadores. En el segundo, los diputados.
Un mediodía de agosto, un puñado
de guerrilleros al mando de Edén Pastora y Dora María Téllez asalta la Chanchera, t en tres
minutos se apodera de todos los legisladores de Somoza. Para recuperarlos,
Somoza no tiene más remedio que liberar a los sandinistas presos. El pueblo
ovaciona a los sandinistas todo a lo largo del camino al aeropuerto.
Éste va siendo un año de guerra
continua. Somoza lo inauguró mandando matar al periodista Pedro Joaquín
Chamorro. Entonces el pueblo en furia incendió varias empresas del dictador.
Las llamas arrasaron a la próspera Plasmaféresis, S. A., que exportaba sangre
nicaragüense a los Estados Unidos; y el pueblo juró que no descansará hasta
enterrar al vampiro, en algún lugar más oscuro que la noche, con un a estaca
clavada en el corazón.
1979
Siuna
Retrato de un obrero en Nicaragua
José Villarreina, casado, tres
hijos. Minero de la empresa norteamericana Rosario Mines, que hace setenta años
volteó al presidente Zalaya. Desde 1952, Villarreina escarba oro en los
socavoces de Siuna; pero sus pulmones no están todavía del todo podridos.
A la una y media de la tarde del
3 de julio de 1979, Villarreina asoma por una de las chimeneas del socavón y un
vagón de mineral le arranca la cabeza. Treinta y cinco minutos después, la
empresa comunica al muerto que de conformidad con lo dispuesto por los
artículos 18, 115, y 119 del Código de Trabajo, queda suspendido por
incumplimiento de contrato.
1979
En toda Nicaragua
Corcovea la tierra
mas que en todos los terremotos
juntos. Los Aviones sobrevuelan la selva inmensa arrojando napalm y bombardean
las ciudades erizadas de barricadas y trincheras. Los sandinistas se apoderan
de León, Masaya, Jinotega, Chinandega, Estelí, Carazo, Jinotepe...
Mientras Somoza espera un
préstamo de 65 millones de dólares, que cuenta con el visto bueno del Fondo
Monetario Internacional, en toda Nicaragua se pelea árbol por árbol y casa por
casa. Enmascarados tras las caretas o pañuelos, los muchachos atacan con
fusiles o machetes o palos o piedras o lo que venga; y si el fusil no es de
verdad el de juguete sirve para impresionar.
En Masaya, que en lengua india
significa Ciudad que arde, el pueblo, sabio en pirotecnia, convierte los tubos
de agua en cañones de morteros y también inventa la bomba de contacto, sin
mecha, que estalla al golpear. En medio del tiroteo caminan las viejecitas
cargando grandes bolsas llenas de bombas, y las van distribuyendo como quien
reparte pan.
1979
En toda Nicaragua
Que nadie quede solo,
que nadie se pierda, que se armó
la runga, reventó la mierda, el gran corre-corre, el pueblo arrecho peleando a
puro pecho contra tanques y tanquetas, camiones y avionetas, rifles y
metralletas, todos el mundo a la bulla, de aquí nadie se raja, sagrada guerra
mía y tuya y no guerrita de rifa y rafa, pueblo fiero, arsenal casero, a verga
limpia peleando, si no te morís matando vas a morirte muriendo, que codo a codo
es el modo, todos con todo, pueblo siendo.
1979
Managua
"Hay que estimular el
turismo",
ordena el dictador mientras arden
los barrios orientales de Managua, incendiados por los aviones.
Desde el búnker, gran útero de
acero y cemento, gobierna Somoza. Allí no se escucha el trueno de las bombas,
ni los aullidos de la gente, ni nada se ve ni se huele. En el búnker vive
Somoza desde hace tiempo, en pleno centro de Managua pero infinitamente lejos de
Nicaragua; y en el búnker se reúne, ahora con Fausto Amador.
Fausto Amador, padre de Carlos
Fonseca Amador, es el administrador general del hombre más rico de
Centroamérica. El hijo, fundador del Frente Sandinista, entendía de patria; el
padre, de patrimonio.
Rodeados de espejos y de flores
de plástico, sentados ante una computadora, Somoza y Fausto Amador organizan la
liquidación de los negocios y el desvalije total de Nicaragua.
Después , Somoza declara por
teléfono:
- Ni me voy ni me van.
1979
Managua
El nieto de Somoza
Lo van y se va. Al alba, Somoza
sube al avión hacia Miami. En estos últimos días los Estados Unidos lo han
abandonado, pero él no ha abandonado a los Estados Unidos:
- En mi corazón, yo siempre seré
parte de esa gran nación.
Somoza se lleva de Nicaragua los
lingotes de oro del Banco Central, ocho papagayos de colores y los ataúdes de
su padre y de su hermano. También se lleva, vivo, al príncipe heredero.
Anastasio Somoza Portocarrero,
nieto del fundador de la dinastía, es un corpulento militar que ha aprendido
las artes del mando y el buen gobierno en los Estados Unidos. En Nicaragua
fundó y dirigió, hasta hoy, la
Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería, un juvenil
cuerpo del ejército especializado en el interrogatorio de prisioneros y famoso
por sus habilidades: armados de pinza y cuchara, estos muchachos saben arrancar
uñas sin quebrar las raíces y saben arrancar ojos sin lastimar los párpados.
La estirpe de los Somoza marcha
al destierro mientras Augusto César Sandino pasea por toda Nicaragua, bajo
lluvia de flores, medio siglo después de su fusilamiento. Se ha vuelto loco
este país: el plomo flota, el corcho se hunde, los muertos se escapan del
cementerio y las mujeres de la cocina.
1979
Granada
Las comandantes
A la espalda, un abismo. Por
delante y a los costados, el pueblo armado acometiendo. El cuartel La Pólvora, en la ciudad de
Granada, último reducto de la dictadura, está al caer.
Cuando el coronel se entera de la
fuga de Somoza, manda callar las ametralladoras. Los sandinistas también dejan
de disparar.
Al rato se abre el portón de
hierro del cuartel y aparece el coronel agitando un trapo blanco.
- ¡No disparen!
El coronel atraviesa la calle.
- Quiero hablar con el
comandante.
Cae el pañuelo que cubre la cara:
- La comandante soy yo -dice
Mónica Baltodano, una de las mujeres sandinistas con mando de tropa.
- ¿Que qué?
Por boca del coronel, macho
altivo, habla la institución militar, vencida pera digna, hombría del pantalón,
honor del uniforme:
- ¡Yo no me rindo ante una mujer!
-ruge el coronel.
Y se rinde.
1979
En toda Nicaragua
Naciendo
Tiene unas horas de edad la Nicaragua recién nacida
en los escombros, verdor nuevito entre las ruinas del saqueo y de la guerra; y
la cantora luz del primer día de la
Creación alegra el aire que huele a quemado.
1980
En toda Nicaragua
Andando
La revolución sandinista no
fusila a nadie; pero del ejército de Somoza no queda ni la banda de música. A
manos de todos pasan los fusiles, mientras se desencadena la reforma agraria en
los campos desolados.
Un inmenso ejército de
voluntarios, armados de lápices y de vacunas, invade su propio país.
Revolución, revelación, de quienes creen y crean: no infalibles dioses de
majestuoso andar sino personitas nomás, durante siglos obligadas a la
obediencia y entrenadas para la impotencia. Ahora, a los tropezones, se echan a
caminar. Van en busca del pan y la palabra: esta tierra, que abrió la boca,
está ansiosa de comer y de decir.
1980
En toda Nicaragua
Descubriendo
Cabalgando, remando, caminando,
los brigadistas de la alfabetización penetran las más escondidas comarcas de
Nicaragua. A la luz del candil, enseñan a manejar el lápiz a quien no sabe,
para que nunca más lo engañen los que se pasan de vivos.
Mientras enseñan, los brigadistas
comparten la poca comida, se agachan en el acarreo y la deshierba, se pelan las
manos hachando leña y pasan la noche tendidos en el suelo, aplaudiendo
mosquitos. Descubren miel silvestre dentro de los árboles y dentro de las
gentes leyendas y coplas y perdidas sabidurías; poquito a poco van conociendo
los secretos lenguajes de las hierbas que alegran sabores y curan dolencias y
mordeduras de serpientes. Enseñando, los brigadistas aprenden toda la maldición
y la maravilla de este país, su país, habitado por sobrevivientes: en
Nicaragua, quien no se muere de hambre o peste o tiro, se muere de risa.
1983
Río Tuma
Realizando
Entre la dignidad y el desprecio
andan zumbando las balas en Nicaragua; y a muchos la guerra les apaga la vida.
Éste es uno de los batallones que
están peleando contra los invasores. Desde los barrios más pobres de Managua
han venido estos voluntarios hasta los lejanos llanos del río Tuma. Cada vez
que cesa el estrépito, el Beto, el profe, contagia letras. El contagio ocurre
cuando algún miliciano le pide que le escriba una carta. El Beto cumple y
después:
- Ésta es la última que te
escribo. Te ofrezco algo mejor.
Sebastián Fuertes, soldador de
hierro del barrio El Maldito, hombre de unos cuantos años y guerras y mujeres,
es unos de los que se arrimó y fue condenado a la alfabetización. Lleva unos
pocos días rompiendo grafos y desgarrando papeles en los respiros del tiroteo,
y aguantándose a pie firme mucha broma pesada, cuando llega el primero de mayo
y sus compañeros lo eligen para el discurso.
En un potrero lleno de bosta y
garrapatas, se celebra el acto. Sebastián se alza sobre un cajón, saca del
bolsillo un papelito doblado y lee las primeras palabras nacidas de su mano.
Lee de lejos, estirando el brazo, porque la vista no lo ayuda y lentes no
tiene:
- ¡Hermanos del batallón 8221!...
1983
Managua
Desafiando
Penachos de humo brotan de las
bocas de los volcanes y de las bocas de los fusiles. Los campesinos van a la
guerra en burro, con un papagayo al hombro. Dios era pintor primitivo cuando
imaginó esta tierra de hablar suavecito.
Los Estados Unidos, que entrenan
y pagan a los contras, la condenan a morir y a matar. Desde Honduras la atacan
los somocistas; desde Costa rica, Edén Pastora la traiciona.
Y en eso viene el Papa de Roma.
El Papa maldice a los sacerdotes que aman a Nicaragua más que al alto cuelo, y
manda a callar, de mala manera, a quienes le piden que rece por las almas de
los patriotas asesinados. Tras pelearse con la católica multitud reunida en la
plaza, se marcha, furioso, de esta tierra endemoniada.
1984
Washington
"1984"
El Departamento de Estado de los
Estados Unidos decide suprimir la palabra asesinato en sus informes sobre
violación de derechos humanos en América Latina y en otras regiones. En lugar
de asesinato, ha de decirse: ilegal o arbitraria privación de vida.
Hace tiempo que la CIA evita la palabra asesinar
en sus manuales de terrorismo práctico. Cuando la CIA mata o manda matar a un
enemigo, no lo asesina: lo neutraliza.
El Departamento de Estado llama
fuerzas de paz a las fuerzas de guerra que los Estados Unidos suelen
desembarcar al sur de sus fronteras; y llama luchadores de la libertad a
quienes luchan por la restauración de sus negocios en Nicaragua.
Eduardo Galeano - Memoria del fuego
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