Fragmento de la nota publicada por el historiador Norberto Galasso
en Tiempo Argentino del 9/07/2012
Hace “una temeridad de años” –como solía decir Atahualpa
Yupanqui refiriéndose a su niñez– asistí en mi escuela primaria a una pregunta
inquietante realizada por un compañero a la maestra: “Señorita, ¿la Patria nació dos veces?
¿Tiene dos cumpleaños: el 25 de mayo y el 9 de julio?” Recuerdo también el
azoramiento de la docente que rápidamente pasó a otros temas menos complejos.
Sin embargo, ante la llegada de un nuevo 9 de julio, todavía aquella pregunta
carece de respuesta para gran parte de los argentinos, especialmente, en los
institutos de enseñanza.
Según la historia tradicional mitrista, nos independizamos
el 25 de mayo de 1810, cuando fue
derrocado el virrey. Para la misma historia – que todavía se sobrevive
increíblemente– se declaró la independencia en Tucumán el 9 de julio de
1816. Este absurdo tiene todavía
vigencia y de allí que “una historia boba” provoque el bostezo de los alumnos:
habríamos vivido seis años, siendo independientes, pero ocultándolo bajo “la
máscara de Fernando VII”, en base a la cual la Primera Junta juró
obediencia a dicho señor, y más aún –ahora lo sabemos por testimonios de
aquella época– la bandera española flameó en el Fuerte de Buenos Aires hasta
1814. En relación con esto, el profesor J. C. Chiaramonte sostuvo, hace unos
años, que nadie o casi nadie tenía intenciones independentistas entre los
hombres de Mayo y que suponía que “la fábula” de “la máscara de Fernando VII”
no se enseñaba ya en ningún colegio. Sin embargo, casi contemporáneamente, los
fascículos coleccionables de Historia Argentina publicados por el Colegio
Nacional Buenos Aires, bajo la dirección
de Aurora Ravina, persistían en darle validez a ese supuesto ocultamiento, con
lo cual se insistía en festejar el cumpleaños patriótico el 25 de mayo y
después, hacer nacer a la
Patria –por segunda vez– el 9 de julio.
Esta incoherencia –que se correspondía con el carácter de
semicolonia inglesa que el país mantuvo hasta 1945 y la dominación oligárquica
sobre la superestructura cultural, así como con la subordinación posterior al
’55 respecto del FMI (en buen romance, imperialismo yanqui)– fue destruida, sin
embargo, por varios historiadores “malditos”, de esos que no tienen sillones en
la Academia
de la Historia ,
tales como Alberdi, Ugarte, Molinari, León Suárez, Narvaja, Rivera, Ramos, pero
todavía no ha alcanzado la debida difusión que aclare ese interrogante
peligroso de mi compañero de banco.
Ahora sabemos –los que quieren oír, pues no sólo el virrey
Cisneros era sordo– que Mayo no fue una revolución antiespañola porque la mayor
parte de los protagonistas eran españoles o hijos de españoles, que no fue por
el comercio libre para atarnos a Inglaterra porque ya lo había sancionado
Cisneros en 1809. Ahora sabemos que una Junta elegida por el pueblo, por tanto
democrática, desplazó al virrey pero juró lealtad a Fernando VII, al igual que
lo hicieron las demás insurrecciones en Hispanoamérica, así como también las
juntas españolas a partir del 2 de mayo de 1808, levantadas contra el invasor
francés, confiando en que el detenido Fernando VII sería capaz de modernizar a
España, las mismas juntas que sancionaron la Constitución Democrática
de 1812 y que, por su naturaleza liberal-revolucionaria declararon que las
tierras de América cesaban de ser colonias para ser provincias con los mismos
derechos que las provincias españolas (22/1/1809). Ahora sabemos también que la Junta de Cádiz aconsejó a
los americanos derrocar a los virreyes (28/2/1810) y que los americanos fueron
invitados a la
Convención Constituyente de Cádiz como provincias españolas.
Ahora comprendemos por qué había españoles en la Primera Junta
(Larrea y Matheu), en el Triunvirato (Álvarez Jonte, que era español al igual
que el compositor de la música del himno
Blas Parera), así como también en el
Ejército (Arenales y un gran hombre que, en tono castizo, empleaba refranes
españoles pues había vivido entre los seis y los 33 años en España y combatido
bajo la bandera española durante 30 batallas –el tío Pepe, para la familia–,
que era el glorioso general de la emancipación y la confederación
hispanoamericana junto con Bolívar, un tal José de San Martín).
Alberdi lo había
dicho en tres líneas: “La
Revolución de Mayo es un momento de la revolución
hispanoamericana, ésta es un momento de la revolución española de 1808 y ésta
lo es de la revolución francesa.” Es decir, es la expansión de gobiernos
populares, democráticos, sin inicial intención independentista. Pero el Alberdi
de Grandes y pequeños hombres del Plata también fue un maldito por oponerse a
la barbarie genocida de Mitre en la
Guerra contra el Paraguay, de modo que sus palabras también
fueron silenciadas. Ahora puede concluirse que la historia escolar fue una
fábula inventada por Mitre –para
beneficio de sus amigos los ingleses– y para hacernos nacer antiespañoles y
probritánicos (para incorporarnos al Primer Mundo, como decía el
“innombrable”).
Esa revolución democrática de mayo se tornó independentista
a partir de 1814 cuando retornó la monarquía absolutista a España, pues de otro
modo, si seguía atada a España, perdería su condición democrática para volver
al absolutismo. La carta de Gervasio Posadas a San Martín, en 1814, comentando
la derrota de la revolución española, es el punto de partida, ahora sí, de la
vocación independentista que se concreta el 9 de julio en Tucumán. El Congreso
allí reunido emite por ello un documento, donde explica la traición de Fernando
al regresar al trono, y la razón, en ese momento, de declararse independientes;
pero lo hace como “Provincias Unidas en Sudamérica”, proyecto que Bolívar
intentará concretar diez años después, en 1826, como la Patria Grande o Gran
Confederación, y que hoy estamos reconstruyendo a través de la Unasur , la CELAC , el ALBA y otros
organismos semejantes que están poniendo muy nerviosos a los hombres del Imperio.
En resumen: festejemos la independencia sancionada en 1816,
festejemos también el Congreso de Oriente por el cual Artigas declaró la
libertad y la independencia el 29 de junio de 1815 (curiosamente un 29 de
junio, pero de 1935, nació FORJA). Y festejemos asimismo el 25 de Mayo como
expresión del protagonismo popular que enlaza con lo anterior, porque sólo él
puede hacer patria latinoamericana libre y verdaderamente democrática. Y
terminemos con la bobería del “libre comercio”, de "la gente decente” en
el Cabildo Abierto (Martínez de Hoz, Quintana y el grupo de Álzaga votaron a
favor del virrey y nosotros ganamos la votación con el cartero French, el
empleado Beruti, el tipógrafo Donado, el cura Aparicio, el “gigante” Arzac, el
desocupado Horma y tantos otros que el virrey, en su informe, considera “la
chusma”). Y por supuesto, Moreno, Castelli y Belgrano, y muchos otros anónimos.
Pues condición para ganar el futuro es saber cómo fue el pasado y quiénes somos
hoy. «
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