Extrañamos a Néstor
Por Estela de Carlotto *
Néstor Kirchner fue un patriota,
un político valiente que se atrevió a hacer lo que algunos presidentes
constitucionales no se animaron. Por eso, cuando hace dos años lo sorprendió la
muerte, el pueblo argentino se terminó de sacudir la modorra del “no te metás”
–impuesta por la dictadura militar primero y reforzada más tarde por el
neoliberalismo salvaje de los años ’90–, para comprometerse aún más con el
modelo de país que él había propuesto construir.
Hasta 2003, el Estado argentino
amparó a los asesinos y a sus cómplices e hizo del olvido y la impunidad una
política pública. Aquel año, con la llegada al poder de Néstor Kirchner,
nuestro país asumió los derechos humanos como proyecto de país. Néstor y
Cristina, cada uno a su turno, rompieron con el círculo de impunidad avalado y
promovido a lo largo de dos décadas por los mandatarios que los precedieron.
Los criminales de la dictadura, que hasta entonces caminaban impunes entre
nosotros, comenzaron a ser juzgados y condenados.
Durante las gestiones de Néstor y
de Cristina nuestra Asociación pudo resolver 32 casos de nietos apropiados,
todos ellos hijos de nuestros hijos desaparecidos. Estos nietos han sido fruto
de nuestra búsqueda pero también del mayor acompañamiento del Estado.
Con la asunción de Néstor nos
hemos sentido más acompañadas. No somos las únicas. Millones de argentinos y
argentinas sienten que ya no están frente a un Estado ausente y por eso
mantendrán vivo en su memoria y en sus corazones su recuerdo. El firme
compromiso que Néstor y Cristina asumieron con los derechos humanos desde el
principio fue de la mano de una fuerte ampliación de los derechos sociales y de
ciudadanía. Las Abuelas, que todos los días caminamos las calles, visitamos
escuelas y dialogamos con organizaciones de la sociedad civil, percibimos todos
estos avances que buena parte del espectro mediático prefirió ocultar, hasta
que no pudo hacerlo más.
Poco conocíamos de Néstor cuando
accedió a la
Presidencia. Sin embargo, lentamente fuimos descubriendo su
compromiso y voluntad por construir un país más justo y soberano. Fue él quien
pidió perdón en nombre del Estado por las atrocidades cometidas durante la
dictadura y así abrió las puertas a la verdad histórica: se anularon las leyes
de obediencia debida y punto final; comenzaron los juicios a los genocidas, y
cada lugar de encierro, de tortura y de muerte se convirtió en un espacio de
memoria.
Todas estas políticas permitieron
la reconstrucción de lazos solidarios desintegrados durante décadas en
Argentina. El –y hoy Cristina– fue quien supo leer las demandas sociales y
articular con instituciones y organismos que veníamos trabajando en ellas en
pos de la construcción de nuevos derechos. Supo dialogar, generar puentes,
confiar, apostar y exigir. Es decir, construir colectivamente, a través de la
militancia.
Este legado de compromiso, de
solidaridad, de lucha contra el individualismo y de apuesta a lo público es el
que ha sembrado junto a nuestra querida Presidenta y es el que hoy recogen
cientos de jóvenes militantes. El mismo legado que dejaron los 30 mil
desaparecidos y miles de detenidos y exiliados de la dictadura.
Hace dos años decíamos que
debíamos acompañar a Cristina para seguir profundizando las políticas
iniciadas, para que todos y todas vivamos en un país más justo. Hoy, y luego de
su reelección, hemos visto muchas de esas políticas concretadas: la Asignación Universal
por Hijo, la sanción de la Ley
de Servicios de Comunicación Audiovisual, la ley de matrimonio igualitario,
entre otras medidas que ampliaron derechos.
A pesar de los contundentes
resultados de las elecciones del año pasado, existe un sector –cuya punta de
lanza son los grupos mediáticos concentrados–, que sistemáticamente intentan
frenar la profundización del modelo. Es necesario estar atentos y continuar
apoyando todas las medidas que amplían derechos, cuidar los logros conseguidos
hasta ahora, discutir hacia adentro –en unidad– hacia dónde queremos ir y, para
cumplir con los sueños de Néstor y los de nuestros hijos, seguir haciendo de la
participación popular un culto. Sólo así, con el respaldo real de la gente,
escuchando sus demandas y traduciéndolas en políticas eficaces y duraderas,
podremos hacer frente a las embestidas de los que siempre piensan con el
bolsillo y nunca con el corazón.
Como hace 35 años, las Abuelas
seguiremos caminando por la vereda del pueblo, como valientemente, cuando nadie
lo esperaba, hizo Néstor. La llama que encendió seguirá viva. Lo vemos en
nuestros nietos y en los miles y miles de jóvenes militantes que sueñan su mismo
sueño, que también es el de nuestros hijos, el sueño de la patria grande y de
la justicia social.
* Presidenta de Abuelas de Plaza
de Mayo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario