Por otro Cátulo peronista
Por Domingo Arcomano
OVIDIO CATULO GONZÁLEZ CASTILLO
nació en Buenos Aires el 6 de agosto de 1906, y pudo haberse llamado “Descanso
Dominical” según una versión o “Primero de Mayo” según otra. Quizá ambos hayan
sido intentos neutralizados por el empleado de Registro Civil, quien finalmente
aceptó la apelación al mundo clásico-romano de don José González Castillo,
padre del niño. La vena libertaria de aquel, con su tradición inmigrante, y la
de criollos de la época de Rosas de la que provenía su madre doña Amanda Bello,
confluyeron naturalmente en la militancia popular de quien no flaqueó en las
duras ni en las maduras. Exiliado desde niño en Chile debido a las
persecuciones contra su padre, combativo escritor y dramaturgo anarquista,
regresó a la Argentina
en 1913. Concluidos sus estudios primarios, y con un bachillerato dudoso fue
alumno de composición de Juan V. Cianciarulo. Precoz autor de tango (a los 17
años compone “Organito de la tarde” al que su padre pondrá letra y cantará
Azucena Maizani) había arrancado a los golpes en 1922 como exitoso boxeador,
hasta ser campeón nacional en la categoría de peso pluma. El “flaco” Catulo,
más bueno que el pan, autor de más de 400 tangos, artista de cine, novelista y
escritor argentino en toda la línea terminó derrumbando sus 90 kilos un 19 de
octubre de 1975. El tercer gobierno de Perón lo había rescatado del ostracismo
y las penurias a las que lo condenó la miseria gorila del 55. Funcionario
público desde 1930 (gana el concurso para una cátedra en el Conservatorio
Municipal), alternó la docencia con los tangos y la militancia gremial en la
estructura orgánica de SADAIC. En 1954 -2do. Gobierno del General Perón-fue
Presidente de la
Comisión Nacional de Cultura. Su compromiso con los explotados
ya asomaba claramente en la letra del tango que Gardel le grabara en 1925,
Caminito del Taller:
Una mañana fría te vi por vez
primera
por la desierta calle, rozando la
pared,
como si el viento helado que
barría la acera
te acelerara el paso, camino del
taller.
Y en el fondo grisáceo de aquel
día de hielo
ponían una gota de ironía mordaz,
el sol de tus cabellos, tus
pupilas de cielo
y el cuerpito aterido que
envolvía el percal.
Había en tus pasitos taconeo de
tango
y frufruces de seda en tu marcha
sensual,
pero tu personita claudicaba en
el fango
bajo el fardo de ropas que nunca
te pondrás.
Susana Rinaldi - A Cátulo
Castillo
Y marcha así,
hoja de amor
que lleva el turbión
rumbo al taller.
¡Pobre costurerita! Ayer cuando
pasaste
envuelta en una racha de tos seca
y tenaz,
como una hoja al viento, la
impresión me dejaste
de que aquella tu marcha no se
acaba más.
Caminito al conchabo, caminito a
la muerte,
bajo el fardo de ropas que llevás
a coser,
quién sabe si otro día quizá
pueda verte,
pobre costurerita, camino del
taller.
Por eso son tan tristes todas las
ilusiones,
y por eso en las locas noches del
arrabal
parece que se quejan los roncos
bandoneones
y cada tango es una canción
sentimental.
Le siguieron música, letra, o
ambas, de tangos inolvidables: La
Violeta , Maria, La Ultima Curda , Café de los Angelitos, Caminito,
Una Canción etc., etc., etc. Música para cine, y la música –con letra de
Ivanissevich – del “Canto al trabajo” que llevara al disco Hugo del Carril. El
sainete “El Patio de la Morocha ”,
la obra “Danzas Argentinas”… (1)
Cuando “el diario de los Gainza
Paz”, La Prensa ,
fue peronista y la sección de cultura era dirigida por Cesar Tiempo (Israel
Zeitlin), Catulo Castillo le sumo su maestría literaria arrimando cuentos y
semblanzas populares. De esta época es su conferencia “Un teatro argentino para
la nueva Argentina”, una de las tantas muestras de su compromiso peronista, que
sus biógrafos de ocasión se empeñan en ocultar o eluden con piruetas inmorales.
Leído y copiado de aquí: http://www.elescarmiento.com.ar/06memoriables.php
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