"Adoctrinadores de mentes
vírgenes"
Alrededor de la una de la mañana
del 4 de julio de 1976, tres jóvenes, Luis Pinasco, Guillermo Silva y Julio
Víctor Martínez, vieron como dos automóviles estacionaban frente a la iglesia
de San Patricio.
Como Martínez era hijo de un
militar y pensó que podría tratarse de un atentado contra su padre, fue a la
Comisaría Nº 37 para hacer la denuncia. Minutos después un automóvil policial
llegó al lugar y el oficial Miguel Angel Romano habló con las personas que
estaban en los autos sospechosos.
A las 2 de la mañana Silva y
Pinasco vieron como un grupo de personas con armas largas salían de los autos
sospechosos y entraban a la iglesia.
A la mañana siguiente, a la hora
de la primera misa, un grupo de fieles esperaba frente a la puerta de la
iglesia que se encontraba cerrada.
Extrañado por la situación, el
joven Fernando Savino, organista de la parroquia decidió entrar por una ventana
y encontró en el primer piso los cuerpos acribillados de los cinco religiosos,
boca abajo y alineados, en un enorme charco de sangre sobre una alfombra roja.
Los asesinos habían escrito con
tiza en una puerta:
"Por los camaradas
dinamitados en Seguridad Federal. Venceremos. Viva la Patria."
También escribieron en una
alfombra:
"Estos zurdos murieron por
ser adoctrinadores de mentes vírgenes y son M.S.T.M."
La sigla "M.S.T.M."
corresponde al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, en tanto que la
primera frase sobre "Seguridad Federal" está evidentemente referida
al atentado con explosivos que Montoneros había realizado dos días antes en el
comedor de esa dependencia policial causando la muerte de 20 policías .
Sobre el cuerpo de Salvador
Barbeito los asesinos pusieron un dibujo de Quino, tomado de una de las
habitaciones, en el que Mafalda aparece señalando el bastón de un policía
diciendo: "Este es el famoso palito de abollar ideologías".
Al día siguiente, el diario La
Nación publicó una crónica sobre la masacre que incluía el texto de un
comunicado del Comando de la Zona I del Ejército que decía:
"Elementos subversivos
asesinaron cobardemente a los sacerdotes y seminaristas. El vandálico hecho fue
cometido en dependencias de la iglesia San Patricio, lo cual demuestra que sus
autores, además de no tener Patria, tampoco tienen Dios."
Ese mismo 5 de julio de 1976 se
realizó en la iglesia de San Patricio una misa por los religiosos asesinados. A
la misma se presentaron altas autoridades militares y más de tres mil fieles.
En el valiente sermón pronunciado por el padre palotino Roberto Favre, parcialmente
publicado al día siguiente por el diario Clarín, aquel dijo:
"No puede haber voces
discordantes en la reprobación de estos hechos. Tenemos necesidad de buscar más
que nunca la justicia, la verdad y el amor para ponerlas al servicio de la
paz... Hay que rogar a Dios no solo por los muertos, sino también por las
innumerables desapariciones que se conocen día a día... En este momento debemos
reclamar a todos aquellos que tienen alguna responsabilidad, que realicen todos
los esfuerzos posibles para que se retorne al Estado de Derecho que requiere
todo pueblo civilizado."
El entonces nuncio apostólico en
la Argentina, Pío Laghi, concelebró la misa y le dijo ese mismo día a Robert
Cox, director del diario Buenos Aires Herald:
Yo tuve que darle la hostia al general
(Carlos Guillermo) Suárez Mason. Puede imaginar lo que siento como cura...
Sentí ganas de pegarle con el puño en la cara.
En agosto de 1975 un grupo armado
secuestró por una horas a Mariano Grondona, conocido abogado y periodista
simpatizante de la dictadura. Al liberarlo sus captores le indicaron que debía
llevar un mensaje a los obispos: que si seguían tolerando a sacerdotes de
izquierda "proseguirían los episodios como el de los palotinos y sufririan
una escalada hacia la jerarquía eclesiástica". Grondona comunicó el
mensaje al Nuncio Pio Laghi y al vicario castrense Monseñor Tortolo, pero no
hizo denuncia alguna del secuestro ni puso el hecho en conocimiento de la
justicia hasta 1984.
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