La obra social que Evita había
comenzado en 1946 fue adquiriendo cada vez mayor extensión y envergadura. La
llamada entonces Cruzada de Ayuda Social concretaba su tarea en barrios de
viviendas económicas; inauguración de Hogares de Tránsito y comedores
escolares; donación de instrumental a hospitales; mediación para la concreción
de obras fundamentales de salubridad y saneamiento en barriadas humildes;
entrega de artículos de primera necesidad a familias necesitadas y distribución
de juguetes a niños humildes, sobre todo para las fiestas de Navidad y Reyes y
provisión de trabajo a desocupados. Los fondos y las especies provenían de
donaciones, fundamentalmente de los sindicatos. Asimismo, la Ayuda Social disponía
de los fondos de la cuenta Ministerio de Hacienda (Obras de Ayuda Social),
destinados a la adquisición de ropa, calzado, artículos alimenticios, farmacia
y droguería, excluidos los sueldos y jornales.
El 28 de Agosto de 1948 Evita dio
lectura, en el Ministerio de Trabajo, a la declaración de los Derechos de la Ancianidad , que puso en
manos del Presidente, solicitando que fuera incorporada a la legislación y a la
práctica institucional de la
Nación. Fue incluida en la Constitución Nacional
de 1949. En los hechos, la
Fundación construyó Hogares de Ancianos y obtuvo la sanción
de una ley que otorgaba pensiones a los mayores de 60 años sin amparo.
Además, la Fundación concretó un
plan de construcción de mil escuelas en el país, como así también escuelas
agrícolas, escuelas talleres y jardines de infantes y maternales. La Ciudad infantil Amanda
Allen y la Ciudad
Estudiantil formaron parte del plan de acción educacional. La
primera estaba destinada a niños de dos a siete años, huérfanos o niños que no
podían ser atendidos por sus padres y, la segunda, a residencia de estudiantes
del interior del país sin familia en Buenos Aires. En febrero de 1950 se puso
en marcha el Plan de Turismo Infantil, que les hizo conocer a los niños
paisajes del país, ignorados por ellos hasta entonces. Las colonias de
vacaciones completaban el espectro. Los campeonatos infantiles y juveniles, que
habían comenzado siendo de fútbol y terminaron incluyendo muchos otros deportes,
fueron la ocasión para la revisación médica de más de 300 mil niños. El
Hospital de Lactantes y Epidemiología Infantil y la Clínica de Recuperación
Infantil de Terma de Reyes fueron concreciones de la Fundación en el ámbito
de la salud infantil. La problemática del alojamiento transitorio de las
mujeres fue encarada mediante la construcción y el mantenimiento de tres
Hogares de Tránsito en Capital Federal, que hallaron su réplica en el interior.
En materia de salud, la Fundación construyó
cuatro Policlínicos en Buenos Aires: el de Ezeiza y los de Avellaneda, Lanús y
San Martín, así como también otros en el interior del país. Amén de ello, la Fundación proveyó de
modernos equipamientos a otras unidades hospitalarias. El Tren Sanitario Eva
Perón, dotado de la más moderna aparatología, cumplía con la tarea de
relevamiento y protección de la salud de las poblaciones más alejadas de los
centros vitales. En septiembre de 1950 se inauguró la Escuela de Enfermeras, una
de las obras más queridas de Evita, prestando sus egresadas servicio tanto en
el país como en el exterior.
En materia habitacional, la Fundación emprendió la
construcción de viviendas para obreros, como el barrio Presidente Perón y la Ciudad Evita ,
proporcionando vivienda propia a 25 mil familias.
Todas las obras de la Fundación fueron
seguidas y supervisadas, en su ejecución y en su funcionamiento, por Evita.
A la acción desplegada, la Fundación sumaba su
solidaridad con los países extranjeros que estaban en situaciones de catástrofe
o necesidad. Ecuador, España, Italia, Israel, Francia, Japón, Perú y Bolivia,
entre otros, dan testimonio de ello.
Al morir Evita, la Fundación continuó su
labor, pero ya no tuvo la misma fuerza ni operatividad.
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