Raúl Scalabrini Ortiz
Por Norberto Galasso
Raúl Scalabrini Ortiz nació en la
ciudad de Corrientes cuando el siglo XIX tocaba a su fin [14 de febrero de
1898].
Su adolescencia y juventud
transcurren bajo la presión del liberalismo conservador predominante.
Varios factores se conjugan, sin
embargo, para que Raúl Scalabrini rompa la trama del pensamiento colonial. Por
un lado, su militancia juvenil en un grupo llamado "Insurrexit", de
ideología marxista, le permite descubrir la importancia de los factores
económicos y sociales en el desarrollo histórico. Por otro su permanente
deambular por el país [por razones de trabajo viaja a La Pampa, Entre Ríos y
Catamarca] lo salvan de encerrarse en una visión porteña y le enseñan cómo
viven y cómo sueñan sus compatriotas. A esto se suma un viaje a París, a los
veintiséis años, del cual regresa hondamente decepcionado, pues en la
"Francia eterna" del "humanitarismo y los derechos del
hombre" encuentra un enorme desdén por los latinoamericanos y una
antidemocrática xenofobia de "pueblo elegido".
Además, Scalabrini busca
auténticamente "su verdad" y no se contenta con la gloria efímera que
satisface a sus colegas de la pluma. En este aspecto, su maestro Macedonio
Fernández lo orienta hacia una vida profunda, de altruismo y generosidad, donde
lo individual se diluya en aras del beneficio colectivo. "Mis días eran
extrañamente ajenos los unos a los otros... Les faltaba sometimiento a una
sorpresa más grande que ellos mismos. Les faltaba subordinación a una fe".
En esa búsqueda se halla
Scalabrini cuando, en octubre de 1929, se desencadena la crisis económica
mundial. El capitalismo hace agua por todos lados y millones de hombres son
arrojados a la desocupación y al hambre. Los países desarrollados, envueltos en
la crisis, amenguan sus efectos, descargándola sobre los países productores de
materia prima. En la Argentina se desmorona "el granero del mundo":
caen los precios de las exportaciones y baja el peso. Desocupación, hambre,
tuberculosis, delincuencia y suicidios señalan el inicio de la Década Infame.
Entonces el verdadero rostro del
país vasallo se asoma a los ojos del prensador nacional que sepa verlo. Y
mientras el resto de la inteligencia argentina juguetea con metáforas
exquisitas, Raúl Scalabrini Ortiz emprende la tarea de demostrar la verdadera
realidad nacional. Hasta poco tiempo atrás, también él se había enredado en la
metafísica con "El hombre que está solo y espera", pero ahora - 1932
- Scalabrini hunde profundamente el escalpelo del análisis en la patria vasalla
e inicia la tarea de toda su vida. El pensamiento nacional, dormido desde hacía
décadas, se pone en marcha.
Scalabrini se pregunta en primer
lugar ¿Cómo es posible que en un país como la Argentina, productor de carnes y
cereales, haya hambre?. De allí pasa a inventariar nuestras riquezas
[ferrocarriles, frigoríficos, puertos, etc.] estudiando en cada caso quién es
el propietario de los mismos y así llega a la conclusión de que los argentinos
nada poseen, mientras el imperialismo inglés se lleva nuestras riquezas a
precios bajísimos y nos vende sus productos encarecidos, mientras los ingleses
nos succionan a través de seguros, fletes, dividendos, jugosa renta producto de
su dominio sobre los resortes vitales de nuestra economía.
Como consecuencia de su
participación en la Revolución Radical de Paso de los Libres, Scalabrini es
desterrado a Europa en 1933. Desde allá, se aclara aún más el grado de
sometimiento argentino al imperio, pues lo que los diarios ocultan en la
Argentina, se dice en voz alta en Alemania o Italia, especialmente debido a las
rivalidades interimperialistas. "Somos esclavos de los ingleses", se
repite una y otra vez Scalabrini, ya absolutamente convencido de que sus cifras
son ciertas e irrefutables. Desde Alemania, en 1934, escribe sus primeros
artículos en los que aborda en profundidad el problema clave de todo país
semicolonial: la cuestión nacional.
Poco después, en 1935, ya de
regreso del exilio se lanza decididamente a la lucha contra el imperialismo.
Desde el periódico "Señales" y desde FORJA [Fuerza de Orientación
Radical de la Joven Argentina] condena uno a uno todos los decretos de la
entrega. A través de la conferencia, el libro y los artículos periodísticos, no
cesa un instante, desde entonces, en denunciar la expoliación imperialista.
A través de las conferencias y
los cuadernos de FORJA, Scalabrini se convierte en el gran fiscal de la
entrega. Pero por sobre todos estos negociados, él apunta decididamente a la
clave del sistema colonial: el ferrocarril. Esos rieles tendidos por el capital
extranjero son "una inmensa tela de araña metálica donde está aprisionada
la República". Es a través del ferrocarril que nuestra economía se
organiza colonialmente para entregar riqueza barata en el puerto de Buenos
Aires a los barcos ingleses y es a través del ferrocarril, con sus tarifas
parabólicas, que el imperialismo destruye todo intento industrial en el
interior, asegurando así la colocación de la cara mercadería importada.
Por esos años, Scalabrini Ortiz
se sumerge en la historia nefasta de esos ferrocarriles y paso a paso desnuda
la verdad: que los ingleses trajeron capitales ínfimos, que aguaron esos
capitales a través de revaluaciones contables dirigidas a inflar los
beneficios, concedidos como porcentajes fijos sobre el capital, que quebraron
todo intento de comunicación interna que no fuese a dar a Buenos Aires, que
subieron y bajaron las tarifas, según sus conveniencias, para boicotear alas
industrias nacionales que compitiesen con la mercadería traída de Londres, que
obtuvieron miles de hectáreas de regalo junto a las vías, que no cumplieron
función de fomento alguna en las provincias pobres, que hundieron unos pueblos
y levantaron otros torciendo el trazado de las líneas según sus intereses y los
de sus socios: lo oligarcas.
Allí reside, sostiene Scalabrini,
el verdadero cáncer de nuestra soberanía y en torno a él han crecido las
restantes enfermedades que han terminado por hundirnos: la moneda y el crédito
manejado por la banca extranjera, el estancamiento industria, la no explotación
de la riqueza minera, ni de la hidroelectricidad, la subordinación a barcos,
tranvías y restantes servicios públicos extranjeros, la expoliación de los
empréstitos a través del interés compuesto "Somos una Argentina colonial,
queremos ser una Argentina libre",reclaman Scalabrini, Jauretche y sus
muchachos de FORJA. Pero el boicot del silencio cae sobre ellos. La
superestructura creada por el imperialismo se cierra ahogando a las voces
nacionales. Ellos no cejan, sin embargo, y desde las catacumbas van forjando la
conciencia nacional. Scalabrini publica en esos años la "Historia de los
Ferrocarriles Argentinos" y "Política Británica en el Río de la
Plata".
Cuando se desencadena la Segunda
Guerra Mundial y ante la presión aliadófila para que la Argentina envíe tropas
al frente, Scalabrini Ortiz vuelve a hacer punta contra el imperialismo,
publicando el diario "Reconquista". Desde allí defiende la
neutralidad y lanza esta consigna: "No os dejéis arrastrar a la
catástrofe. Si os empujan, subleváos. Muramos por la libertad de la Patria y no
al servicio de los patrones extranjeros". Así convoca a la Segunda
Independencia.
Jaqueado por todas las fuerzas de
la Argentina ainglesada, "Reconquista" logra vivir ton sólo 41 días.
Pero subterráneamente, el pensamiento nacional se va infiltrando y despierta ya
muchas conciencias dormidas. Y cuando poco después el Grupo de Oficiales Unidos
dé el golpe de estado el 4 de junio de1943, alguien recordará que uno de los libros
que esos militares consideran texto obligado para su formación política es
"La Historia de los Ferrocarriles" de Scacabrini Ortiz.
Poco después lo conoce
personalmente a Juan Domingo Perón, a quien ya le sugiere la nacionalización de
los ferrocarriles. El 17 de octubre de 1945, Scalabrini Ortiz forma parte de la
multitud que irrumpe en nuestra historia para iniciar una Argentina Nueva. Ese
día, se convence de que esos hombres, a los que llama "esos de nadie y sin
nada", son los que conducirán al país hacia su nuevo destino: "....
Era el subsuelo de la patria sublevada. Era el cimiento básico de la Nación que
asomaba por primera vez en su tosca desnudez original....Eran los hombres que
'estaban solos y esperaban', que iniciaban sus tareas de reivindicación".
Pocos meses después, Perón
derrota en las urnas a los viejos partidos representantes de una Argentina que
moría irremediablemente. Scalabrini acompaña el proceso de la campaña electoral
desde las columnas del diario "Política" y mantiene estrecho contacto
con Perón, ya siendo éste presidente. Presenta entonces varios trabajos
atinentes a la nacionalización de los ferrocarriles, pero no acepta cargos en
el gobierno. Considera que su lugar está en el llano, opinando, fiscalizando,
apoyando, pero, después de tantos años de oposición, no se considera un
"hombre de construcción".
Participa así del proceso de la
Revolución Nacional y ve caer uno a uno los eslabones de la cadena con que el
imperialismo nos sojuzgaba y que él había denunciado sin descanso: los
ferrocarriles, los teléfonos, los bancos, la exportación y la importación, el
transporte marítimo y el aéreo, los seguros, el gas, etc. Y ve también crecer a
ritmo intenso a la industria liviana, asfixiada tantos años por la mercadería
importada. Así transcurre esos años estudiando, elaborando ideas.
Una nación económicamente libre,
socialmente justa y políticamente soberana deja atrás, como un triste recuerdo,
a aquella colonia de los años treinta. Las consignas lanzadas por FORJA, a
veces casi con las mismas palabras, son coreados ahora por la multitud.
Pero si bien Perón reconoce en
variadas oportunidades, el aporte ideológico de Scalabrini, su gobierno no le
brinda el acceso a "los medios" para que difunda su "pedagogía
nacional". La burocracia peronista, por su parte, choca con este místico
de la política, contumaz crítico de toda desviación o inconducta. Por ello se
retrae dela vida pública y se dedica a plantar álamos en las costas del Paraná.
De esa época afirma: "Hay
muchos actos y no de los menos trascendentales de la política interna y externa
del Gral. Perón que no serían aprobados por el tribunal de ideas matrices que
animaron a mi generación…..En el dinamómetro de la política esas transigencias
miden los grados de coacción de todo orden con que actúan las fuerzas
extranjeras en el amparo de sus intereses y de sus conveniencias". Y
agrega: "No debemos olvidar en ningún momento- cualesquiera sean las
diferencias de apreciación-que las opciones que nos ofrece la vida política
argentina son limitadas. No se trata de optar entre el Gral. Perón y el
Arcángel San Miguel. Se trata de optar entre el Gral. Perón y Federico Pinedo.
Todo lo que socava a Perón fortifica a Pinedo, en cuanto él simboliza un régimen
político y económico de oprobio y un modo de pensar ajeno y opuesto al
pensamiento vivo del país". Por eso, cuando le proponen participar en un
golpe contra el gobierno, rechaza la invitación. Por eso, también, es uno de
los primeros en alistarse en la "Resistencia", en setiembre de 1955,
a la caída de Perón.
El golpe militar del 16 de
setiembre propicia el retorno oligárquico. Ahora han vuelto los hombres de paja
del imperialismo, los mismos del los años treinta.
Otra vez los amigos de los ingleses,
otra vez los personeros dela oligarquía, otra vez los pactos claudicantes, de
nuevo los bancos privados, los tratados vergonzosos, las devaluaciones para
engordar las arcas de los ganaderos. Y de nuevo entonces, piensa Scalabrini,
hay que plantear como única y absoluta prioridad: la Revolución Nacional. Todo
parece volver hacia el pasado y las ideas de Scalabrini se afirman en su vieja
lucha. Desde "El Líder", "De Frente" y "El
Federalista" se constituye en crítico implacable. Cerrados estos
periódicos, escribirá desde mediados de 1956 en la revista "Qué".
La Revolución Nacional, por sobre
todo, piensa Scalabrini y así redobla sus esfuerzos para romper el continuismo.
Esa posición lo lleva a colaborar con Frondizi y Frigerio entendiendo que debe
usar a "Qué" como vocero de sus ideas, más allá de sus diferencias
que pueda tener con los teóricos de la burguesía nacional.
Todo el año 1957 Scalabrini ataca
semana a semana las medidas retrógradas y pro imperialistas del gobierno. Puede
decirse que a través suyo se expresa la Argentina auténtica que se niega a volver
al pasado. El 23 de febrero de 1958 el Frente Nacional, que lleva a Frondizi
para presidente, aplasta a la reacción en las urnas, pero la entrega del poder
es condicionada. Por eso Scalabrini entiende que debe seguir apoyando, aún
disintiendo en muchos aspectos, al gobierno frondizista. Por eso también acepta
la dirección de la revista "Qué",convertida ahora en revista
oficialista.
Durante poco tiempo, sin embargo,
permanece en su dirección [menos de tres meses]. La publicación de los
contratos petroleros en los últimos días de julio de 1958,lo decide a
renunciar. Escribe entonces un artículo titulado "Aplicar al petróleo la
experiencia ferroviaria" y deja constancia de su disentimiento con los
contratos, en especial con lo pactado con la Banca Loeb. No desea, sin embargo,
romper frontalmente con el gobierno cuando éste se encuentra jaqueado por los
gorilas y prefiere irse calladamente. Por otra parte, ya está preso de un
cáncer que lo llevará a la muerte pocos meses después.
Desde esa separación, Scalabrini
Ortiz ya no actúa públicamente pero sus amigos y sus familiares saben que una
tristeza lo domina por la traición del frondizismo. El 31 de diciembre de 1958,
Frondizi anuncia la adhesión de la Argentina al Fondo Monetario Internacional
[FMI] y en enero de 1959 se abraza con los banqueros de Wall Street; mientras
los tanques derrumban las verjas del Frigorífico Municipal [en la ciudad de
Buenos Aires] para sofocar a los obreros en huelga. Pero Scalabrini, ya nada
puede decir: está vencido por la enfermedad y después de un período de
postración, fallece el 30 de mayo de 1959.
En el cementerio, Jauretche
recuerda que Scalabrini fue el maestro, el que les permitió pasar del
antiimperialismo abstracto al antiimperialismo concreto, descubriendo la
verdadera realidad argentina, como paso previo al intento de transformarla. Por
eso concluye su despedida con estas palabras: "Raúl Scalabrini Ortiz …..Tú
sabes que somos vencedores… vencedores en esta conciencia definitiva que los
argentinos han tomado delo argentino. Por eso hemos venido, más que a
despedirte, a decirte: ¡Gracias, Hermano!"
El 13/01/42 muchos amigos de Raúl
quedan perplejos al leer el siguiente aviso en los ofrecidos de "La
Prensa":
"Caballero argentino,
casado, de 44 años, con amplias relaciones, estudios universitarios, técnicos,
una vasta cultura general, científica, literaria y filosófica, con experiencia
general y profunda de nuestro ambiente económico y político, ex redactor de los
principales diarios, autor de varios libros premiados y de investigaciones,
aceptaría dirección, administración o consulta de empresa argentina, en planta
o en proyecto, en los órdenes industria, comercial o agrario. Dirigirse a Raúl
Scalabrini Ortiz, Calle Vergara 1355, Vicente López".
Los datos del aviso son
correctos. Estudios Terciarios: Es agrimensor. Ha trabajado en los principales
diarios y revistas La Nación, El Diario de Láinez, Noticias Gráficas, El Mundo,
El Hogar, Martín Fierro, La Gaceta del Sur.
Ha recibido el Segundo Premio
Municipal por "El hombre que está solo y espera", en 1931. Ha sido
traducido al alemán, inglés e italiano. Ha dirigido un Diario "Reconquista"
y prácticamente codirigido el semanario "Señales". Ha dictado muchas
conferencias. Ha publicado poesías en "La Gaceta del Sur". Ha
publicado un libro de cuentos "La Manga".
Se ha vinculado con los hombres
más importantes de su generación en lo literario [Borges, Mellea, Marechal, A.
Storni, Macedonio Fernández] y del mundo político [E. Palacio. Jauretche,
Gálvez, los hermanos Irazusta]. Compañero de estudios de Gainza Paz, Saenz
Valiente, el negro Uriburu [C. Universitario]. Ha publicado libros de historia
y economía: "Política Británica en el Río de la Plata",
"Historia de los Ferrocarriles".
¿Por qué R.S.O pide trabajo y es
desconocido para el público en general? ¿Por qué no tiene donde expresarse?. Es
un maldito y él era consciente que eso se produciría: aislamiento, boicot,
marginalidad, etc.. El había descubierto algo importante y sabía lo que le
ocurriría. Fue conscientemente al silenciamiento.
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