PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA
NACIÓN CRISTINA FERNÁNDEZ DURANTE LA CENA EN HONOR DEL PRESIDENTE DE LA
REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA, NICOLÁS MADURO Y LA COMITIVA QUE LE
ACOMPAÑA EN VISITA OFICIAL, EN EL MUSEO DEL BICENTENARIO, CASA ROSADA.
Muy buenas noches a todos y a
todas; señor Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, querido amigo
y compañero Nicolás Maduro Moros; primera combatiente de la Patria, su
compañera Cilia Flores, no te has elegido título tampoco. Y se acuerdan que cuando
era la Primera Dama, no me gustaba que me dijeran Primera Dama, entonces era la
Primera Ciudadana, me acuerdo, pero la verdad que me mataste el punto con esto
de la primera combatiente de la Patria. (APLAUSOS).
La verdad que una noche de muchas
emociones, un día de muchas emociones, de muchos recuerdos. Hoy en mi despacho,
Nicolás miraba los cuadros colgados y me pregunta: “¿quién es ese de barba?”,
que está a la entrada de mi despacho. Para los visitantes, para la comitiva que
lo acompaña que no pudieron todos tal vez entrar a mi despacho tengo a los
Padres de la Patria en el despacho. Creo que era necesario identificar
claramente, cuando un entra a ese lugar, que estaba en la República Argentina.
Y me pregunta: “¿Quién es ese barbudo?”. “Ese barbudo es Martín Miguel de
Güemes” - le digo,- “y quien está al lado de él es su hermana “Macacha” Güemes,
otra patriota ilustre. (APLAUSOS).
Y le cuento que eran de una
familia patricia de Salta y que él, con las montoneras, de Martín Miguel de
Güemes, y ahí –luego- viene el nombre posterior, en el siglo XX, de ahí se
toma, con gauchos mal comidos, descalzos, sin ningún tipo de armas, en realidad
tenían las mejores armas: las convicciones y el profundo amor a la tierra, a su
tierra y a quererla ver liberada. Después le indiqué el nombre de mi preferido:
Belgrano. “Pero – le dije – mirá sin el barbudo cuidando con sus montoneras en
guerra de guerrillas, porque no tenían poder para enfrentar en combate
convencional al ejército español, sino en guerra de guerrillas, si no hubiera
sido por ellos en el norte, si no hubiera sido por el triunfo de Belgrano en
las batallas de Salta y Tucumán, este otro que está aquí - y que está hoy en tu
pecho - el General San Martín, que está entre Güemes y Belgrano, jamás hubiera
podido cruzar la cordillera de Los Andes para libertad pueblos y encontrarse
con otro libertador de pueblos, como fue Simón Bolívar”.
Porque la historia – y esto
tenemos que aprenderlo - no se escribe a partir solamente de un solo hombre, si
no de una conjunción de hombres y mujeres, algunos sobresalen más que otros por
su natural capacidad, pero además, todos, necesitan de la base insustituible
del pueblo que los acompañe en sus luchas. Se puede ser muy lucido, se puede
ser muy patriota pero hay que saber convencer a un pueblo como, por ejemplo, lo
hizo Manuel Belgrano y le comentaba también, a él que le gusta tanto escuchar
historia y a Hugo también, como le gustaba, que antes de dar las batallas de
Salta y Tucumán, Belgrano incendió la provincia de Jujuy, la destruyó en el
famoso Éxodo jujeño para no dejar nada y desobedeció las órdenes que desde
aquí, de Buenos Aires, se le impartían para retirarse y no presentar batalla
ante el invasor español, las desoyó. Afortunadamente las desoyó y pudo liberar
esas batallas decisivas para que luego se iniciara la campaña de la liberación.
Y en ese lugar, del Museo del
Bicentenario, donde podemos divisar, desde aquí abajo, la Casa Rosada, hoy
engalanada con los colores de la bandera venezolana, o de la Gran Colombia,
como le gustaba decir a Hugo Chávez, en este Museo del Bicentenario en el que
hemos querido los argentinos conmemorar la totalidad de la historia, porque la
historia no es una fotografía, es una totalidad con todas sus marchas y
contramarchas, sus claros y sus oscuros, sus balances y, finalmente, sus
síntesis.
Y decía que esta es una noche de
recuerdos pero también es una noche de futuro. Es una noche de futuro porque
nos convoca también el porvenir; nos convoca la lucha de estos 200 años de
estos hombres y mujeres como Martín Miguel de Güemes, como su hermana, como
Belgrano, como San Martín, como en el siglo XX, Perón y Evita aquí en este
magnífico cuadro a nuestras espaldas, como Néstor y como Hugo y como los que
vendrán y como esos miles de jóvenes que hoy estaban en All Boys o te saludaban
por la calle.
Son iguales a otros miles de
jóvenes en distintos países del mundo que hoy están reclamando cambios
profundos, cambios de un mundo que requiere nuevas ideas, nuevos paradigmas,
nuevos modelos, nuevos valores.
Queremos construir y reconstruir
entre todos y que aquí, en la América del Sur, como vos bien lo indicabas, hay
un siglo XXI que nos ha encontrado mucho mejor parados que el XIX y el XX
afortunadamente.
Pero también dependerá de nuestra
inteligencia, de nuestra capacidad para poder superar las adversidades, las
dificultades, los palos en la rueda y el odio también, como señalabas. Odio que
hay en muchas partes pero que hay que responderle con amor y con gestión,
fundamentalmente con gestión y con gobierno.
Porque si uno se detiene a
contestar, si uno se detiene a ver como contrarresta, como hace una marcha
contra otra, se pierde tiempo, energía en las cosas que realmente tenemos que
hacer y que es todos los días como presidentes, como presidentas, como
ministros, como ciudadanos y ciudadanas levantarnos todos los días y pensar qué
puedo hacer hoy para que mi país, mi pueblo, mi ciudad, mi provincia sea mejor
que ayer. Esa es la misión que tenemos todos.
Y claro, hay gente que tiene
tiempo para otras cosas; bueno, nosotros no tenemos tiempo para esas otras
cosas. Tenemos tiempo y tenemos que dedicar todo nuestro esfuerzo, toda nuestra
actitud, todos los recursos con los que contemos, precisamente para lograr y
consolidar esta inclusión, este continente que ha tenido una transformación en
la última década impresionante.
Lo charlábamos hace pocos días
cuando también nos acompañaba la Presidenta de la República Federativa del
Brasil, la compañera Dilma Rousseff, los formidables adelantos, el salto
cualitativo y cuantitativo que ha dado la región. Esto exige un compromiso
mayor de todos y cada uno de nosotros.
Hoy, en cada uno de esos 12
convenios que firmamos, más todos los compromisos y la tarea que nos queda por
delante, ese es el mejor homenaje que se le puede hacer al barbudo, a Belgrano,
a Rosas, a Perón, a Yrigoyen, a Chávez, a Néstor y, por sobre todas las cosas,
al pueblo. Porque, en definitiva, ellos lucharon por la libertad de sus pueblos
y por las grandezas de sus naciones.
Así que, yo invito a todos los
presentes a que brindemos, a que brindemos por estos 200 años de historia, a
que brindemos por todos los hombres y mujeres que a lo largo de estos 200 años
de historia, en distintas circunstancias, han sabido afrontar el desafío y el
reto de la historia y estar a la altura de ese reto; brindar por nuestros
países, por Venezuela, por Argentina, por sus pueblos, por la UNASUR, por
MERCOSUR, por todos y cada uno de estos americanos y americanas del Sur que yo
creo que están decididamente convencidos de que nuestra hora es hoy y que no
hay que demorar esta marcha que se emprendió hace 200 años y que debemos
redoblar ese paso.
En nombre de todos esos, salud y
muchas gracias a todos y a todas por acompañarnos!
¡Salud, Nicolás! (APLAUSOS)
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