La gratuidad universitaria
argentina, una decisión histórica de Perón
Por:
Ana Jaramillo Rectora Universidad
Nacional de Lanús.
Los argentinos hace 62 años, no
podemos menos que recordar la estratégica decisión tomada por el presidente
Perón el 22 de noviembre de 1949 a través del Decreto 29.337, que suprimió
todos los aranceles universitarios.
Si bien el golpe militar de 1955
y las sucesivas dictaduras, incluyendo la última y más sangrienta y genocida,
lograron ocultar dicha decisión política por casi cinco décadas, no pudieron
revertir la decisión y no pudieron arancelar los estudios universitarios.
Argentina sigue siendo uno de los pocos países donde los estudiantes no pagan
sus estudios.
El decreto de Perón fue ocultado
y desconocido por la mayoría de los académicos, intelectuales y estudiantes que
le atribuyeron la gratuidad universitaria a la reforma de 1918. La entrevista
donde el ex mandatario explica el sentido de su decisión fue prohibida como
todos los documentos de lo sucedido en su primer y segundo mandato.
Recién hace cuatro años fue
sancionada la ley que declara el 22 de noviembre como Día de la Gratuidad de la
Enseñanza Universitaria. Para lograrlo, los jóvenes universitarios formaron la
Agrupación 22 de noviembre; muchos académicos y legisladores hicieron
"revisionismo histórico", justamente para descubrir la verdadera
historia de la decisión que logró la gratuidad como patrimonio de todos los
argentinos, y la presidenta de la Nación lo aclara cada vez que inaugura una
nueva universidad para que en los lugares más postergados, a lo largo y a lo
ancho de nuestro país, se pueda ejercer el derecho.
Perón fundamenta su decisión en
que es una medida de buen gobierno, ya que "el Estado debe prestar todo su
apoyo a los jóvenes estudiantes que aspiren a contribuir al bienestar y
prosperidad de la Nación suprimiendo todo obstáculo que les impida o trabe el
cumplimiento de tan notable como legítima vocación". Ello colaborará para
él, al engrandecimiento y auténtico progreso del pueblo que estriba en gran
parte en el grado de cultura que alcanza cada uno de los miembros que la
componen.
Toda historia es contemporánea,
decía el filósofo e historiador antipositivista, Benedetto Croce, dado que la
historia la hacen los hombres y sus decisiones del pasado determinan nuestro
presente, así como las decisiones que tomemos hoy, serán las que construyan
nuestro futuro, tanto individual como colectivo.
El ocultamiento de esa realidad,
del protagonismo de los hombres para transformarla, intenta naturalizar los
hechos sociales como si las injusticias fueran catástrofes inevitables de la
naturaleza, pretende promover el escepticismo, como si el presente hubiera
caído del cielo, como fenómenos meteorológicos, como si los Derechos Humanos y
sociales no fueran siempre conquistas de los pueblos.
Decía José Vasconcelos, ministro
de Educación de México, que había que ampliar la Patria para hacerla americana
y para ello se debía comenzar por la unificación de la enseñanza en todos los
países de Ibero américa, adoptando textos comunes con las excepciones naturales
del caso. Para él toda constitución Iberoamericana debería decir: "Son
ciudadanos de este país y tienen todos los derechos a la ciudadanía, los
nacidos en territorio de Hispanoamérica."
Sabemos que con la gratuidad no
alcanza para hacer reales los derechos legales. Que la selección para acceder a
los estudios superiores no empieza con el ingreso a la universidad, sino con la
inequitativa distribución de la riqueza, del poder económico, social y
cultural, pero solidarizarse con los estudiantes chilenos es hermanarse con los
pueblos de Nuestra América, es cultivar, decidir y comprometerse a construir la
Patria Grande, la Patria Única como nos señalara el maestro de Juventudes
Manuel Ugarte.
(Télam)
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