Cambian las coyunturas y la
política nos exige nuevos compromisos, nos exige que tengamos claras nuestras
lealtades, nuestra forma de ponderar las acciones y reacciones; nos reclama ora
entrar en la batalla con un grito de euforia, ora serenarse y buscar el lugar
que nos corresponde en el campo.
Los últimos años han sido de una
novedad inaudita para nuestras previas experiencias y expectativas sobre “lo
político”.
Para empezar hemos sido por vez
primera partidarios del “Gobierno”, hemos tenido que aprender a priorizar la
propuesta por sobre la queja, a ensayar discursividades nuevas, a partir de situaciones
nuevas.
Asistimos azorados a la
reaparición de conceptos y formulas que imaginábamos enterrados en la noche de
los tiempos; descubrimos que las medidas de gobierno mas correctas, las mas
esperadas, las que mas optimismo nos generaban, podían ser combatidas con los
propios métodos que nosotros ensayáramos como oposición -con apenas un cambio
directo de signo.
Fuimos aprendiendo que no hay
cosas que están bien para todos, que hasta la asignación universal puede tener
detractores.
Aprendimos que frente al machaque
de los medio de comunicación se volatiliza la mas afirmada reputación; que
repetidas una y mil veces, las sandeces de alguna modelito tienen mas valor que
la palabra de una Madre de la plaza.
Aprendimos que al redistribuir,
los eternos ganadores van a vender caros sus laureles; que se cagan en las
formas y por las dudas también en el contenido.
Que los intereses de por si no
tienen valores, que los intereses no pueden ser enjuiciados, que son lícitos
todos (los de los unos y los de los otros).
Entonces, compañeros, ¿Cuáles son
las enseñanzas de esta casi década de reconstrucción de la Argentina ? ¿El puro
relativismo? ¿Qué todo es igual, que nada es mejor?
¿Que pasa cuando el movimiento
obrero organizado propone criticas tan fuertes? ¿Cuándo los ambientalistas nos
corren por su sideral izquierda? ¿Cuándo las burguesías grandes o pequeñas
manifiestan sus seños fruncidos como ortos? ¿Cuándo los opinadores que supimos
conseguir nos acusan de “imperialistas” en nuestro reclamo sobre Malvinas?
Todos los sectores (casi) en
tanto tales tienen quejas y criticas…
Paremos un momento, estaría bien
enfatizar allí; “todos los sectores, en tanto tales” es decir, en la medida que
se manifiestan como sectores, por que lo verdaderamente inocultable es que ese
movimiento obrero votó al Gobierno Popular, esos ambientalistas también, las
burguesías grandes o pequeñas respaldaron a este proyecto en la intimidad del
cuarto oscuro; lo verdadero, lo inocultable es que algo hay en este proyecto
que nos interpela a todos como conjunto (globalmente) y a cada uno como
individuo (como ciudadano) que nos despierta candores, confianzas, orgullos,
que creíamos extraviados hace tiempo.
Entonces es allí, trascendiendo
el espeso velo del relativismo, donde aparece nuestro único y mas real
absoluto; Nuestra Patria.
Hmm, suena a arenga, a cosa
cursi; es más que probable que nuestra patria sea algo más o menos cursi,
berreta, contrahecho, que el haber aprendido a enorgullecerse de las caídas nos
obligue a re-significar las victorias.
Es probable que nuestra patria
sea un sueño, apenas un proyecto largamente acariciado, profundamente anhelado,
un proyecto que se impone (lo veamos o no) por sobre todos nuestros intereses
sectoriales, un estentóreo mentís a nuestro querido existencialismo. Tenemos
una patria en esencia, una patria que durante dos siglos fue esencia esperando
que su pueblo le insuflara el ser, con un poderoso verbo…
Esa patria que necesita ser, es
nuestro único absoluto, la tan jetoniada “utopía” y lograr que la patria sea es
nuestro telos, el argumento de fondo de todas nuestras acciones, el motivo
ultimo.
Para que no se nos escape nunca
esta condición es que los hago sufrir estas palabras.
Ahora que sabemos el porque de
todo, recién ahora podemos empezar a saber el funcionamiento de los como, de
los cuando.
Tergiversar este orden de causa y
efecto es la constante labor de la anti-patria, de los que quieren una patria
que no trascienda lo esencial, que están cómodos con una patria en proyecto,
una patria de formas, de símbolos, de efemérides, de cantitos de escuela.
Clarificarlo es nuestra ardua e interminable tarea.
Cuando la anti-patria miente,
sigue siendo la labor desembozar la mentira, pero aun mas importante es saber y
explicar los porque de estas mentira y todavía mas importante es poder
comprender -y hacer entender- como las
mentiras de los unos y las acciones de los otros se conectan con la tarea, con
nuestra tarea, de transformar esencia y potencia en ser.
Queridos amigos, doscientos años
de trabajo de parto es más que demasiado, nuestra Argentina necesita algo más
que nuestro convencimiento intuitivo, necesita que sepamos todos los porqués y
aun mucho más -después de saberlos- nos exige que los hagamos saber.
No somos el Kirchnerismo, no
somos el peronismo, no somos ni la oligarquía ni las montoneras, ni los
montoneros, ni el socialismo, ni católicos, ni hermosos, ni mecánicos ni
camioneros, no somos los que importamos ni los que exportamos, ni las
lesbianas, ni los mendigos, no somos la Sociedad Rural ni
los repositores de supermercado, ni una mierda de todo eso, porque somos mucho
mas, somos la Patria.
La que amamos antes que al
movimiento y que al hombre…
Y si cuando una sombra de duda se
posa en cualquiera de las acciones del Gobierno Popular, no la podemos despejar
en nombre de la Patria ,
no estamos aclarando nada.
El devenir de la política nos
lleva algunas veces a rizar el mismo rizo una y otra vez, repitiendo y
repitiendo un slogan, una cierta verdad, un supuesto inamovible; desde algún
órgano de propaganda se insta a todos a “multiplicar” las mismas cuatro
verdades fragmentadas y los suficientemente insulsas como para convencer
multitudes.
Y convencemos multitudes, pero no
de que nosotros tenemos razón, sino de que las multitudes están de acuerdo con
nosotros.
Les propongo entonces que dejemos
ese silencio ruidoso de repetir como un ordenado coro las consignas canónicas;
les propongo infringir ese sacrificial respeto a la frase del ministro, de romper la idea de que solo pueden existir
dos únicos polos discursivos, y darnos cuenta que necesariamente existen en la
argentina cuarenta millones de polos, de usinas de discurso. Y que no serán los
intereses sectoriales los que finalmente planteen los enunciados que lleven la
historia hacia adelante, sino los de esta patria de cuarenta millones de filósofos
y sofistas.
Les propongo que procesemos
nuestra verdad relativa y mucho mas temprano que tarde la transformemos en
discurso. No en un discurso que les guste a todos, no en un compendio de vagas
generalizaciones; en el compromiso de un discurso que apunte y dispare con
pulso firme sobre todos los temas y cuestiones (le caiga mal o bien a quien le
caiga)
Venimos de un año duro, arduo,
diecisiete millones de elecciones nos dejaron cansados pero felices,
victoriosos. Nos espera un año igual de arduo, pero cuyas victorias van a ser
mas chiquitas (no menos importantes pero si menos resonantes) y habrá muchas
confusiones sobre como poner las manos a la obra. Siguiendo la ley mas conocida
de la política, las oposiciones trataran de transformar la debilidad en fuerza;
que nuestra fuerza no sea nuestra debilidad será la mas desesperada meta.
Y esta fuerza no es hija de la
uniformidad, la nuestra es una fuerza que abreva en el popurrí de nuestras
diferencias.
Dicho todo esto, queridos
compañeros, permítanme insistir en la importancia trascendental que salir a
hacer oír nuestras voces, de transformar al movimiento Nacional y Popular en un
atronador griterío de anhelos, ensordecer al mundo con millones de distintas y
disonantes palabras, en la confianza de que habrá una que se va a repetir
siempre en cada una de nuestras expresiones, una palabra, en la seguridad de que por encima
del bullicio la palabra Patria resonará con cuarenta millones de voces.
Fernando Luis
B.A.
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