lunes, 20 de febrero de 2012

Multiplicar no es la tarea.





Cambian las coyunturas y la política nos exige nuevos compromisos, nos exige que tengamos claras nuestras lealtades, nuestra forma de ponderar las acciones y reacciones; nos reclama ora entrar en la batalla con un grito de euforia, ora serenarse y buscar el lugar que nos corresponde en el campo.
Los últimos años han sido de una novedad inaudita para nuestras previas experiencias y expectativas sobre “lo político”.
Para empezar hemos sido por vez primera partidarios del “Gobierno”, hemos tenido que aprender a priorizar la propuesta por sobre la queja, a ensayar discursividades nuevas, a partir de situaciones nuevas.
Asistimos azorados a la reaparición de conceptos y formulas que imaginábamos enterrados en la noche de los tiempos; descubrimos que las medidas de gobierno mas correctas, las mas esperadas, las que mas optimismo nos generaban, podían ser combatidas con los propios métodos que nosotros ensayáramos como oposición -con apenas un cambio directo de signo.
Fuimos aprendiendo que no hay cosas que están bien para todos, que hasta la asignación universal puede tener detractores.
Aprendimos que frente al machaque de los medio de comunicación se volatiliza la mas afirmada reputación; que repetidas una y mil veces, las sandeces de alguna modelito tienen mas valor que la palabra de una Madre de la plaza.
Aprendimos que al redistribuir, los eternos ganadores van a vender caros sus laureles; que se cagan en las formas y por las dudas también en el contenido.
Que los intereses de por si no tienen valores, que los intereses no pueden ser enjuiciados, que son lícitos todos (los de los unos y los de los otros).
Entonces, compañeros, ¿Cuáles son las enseñanzas de esta casi década de reconstrucción de la Argentina? ¿El puro relativismo? ¿Qué todo es igual, que nada es mejor?
¿Que pasa cuando el movimiento obrero organizado propone criticas tan fuertes? ¿Cuándo los ambientalistas nos corren por su sideral izquierda? ¿Cuándo las burguesías grandes o pequeñas manifiestan sus seños fruncidos como ortos? ¿Cuándo los opinadores que supimos conseguir nos acusan de “imperialistas” en nuestro reclamo sobre Malvinas?
Todos los sectores (casi) en tanto tales tienen quejas y criticas…

Paremos un momento, estaría bien enfatizar allí; “todos los sectores, en tanto tales” es decir, en la medida que se manifiestan como sectores, por que lo verdaderamente inocultable es que ese movimiento obrero votó al Gobierno Popular, esos ambientalistas también, las burguesías grandes o pequeñas respaldaron a este proyecto en la intimidad del cuarto oscuro; lo verdadero, lo inocultable es que algo hay en este proyecto que nos interpela a todos como conjunto (globalmente) y a cada uno como individuo (como ciudadano) que nos despierta candores, confianzas, orgullos, que creíamos extraviados hace tiempo.
Entonces es allí, trascendiendo el espeso velo del relativismo, donde aparece nuestro único y mas real absoluto; Nuestra Patria.
Hmm, suena a arenga, a cosa cursi; es más que probable que nuestra patria sea algo más o menos cursi, berreta, contrahecho, que el haber aprendido a enorgullecerse de las caídas nos obligue a re-significar las victorias.
Es probable que nuestra patria sea un sueño, apenas un proyecto largamente acariciado, profundamente anhelado, un proyecto que se impone (lo veamos o no) por sobre todos nuestros intereses sectoriales, un estentóreo mentís a nuestro querido existencialismo. Tenemos una patria en esencia, una patria que durante dos siglos fue esencia esperando que su pueblo le insuflara el ser, con un poderoso verbo… 
Esa patria que necesita ser, es nuestro único absoluto, la tan jetoniada “utopía” y lograr que la patria sea es nuestro telos, el argumento de fondo de todas nuestras acciones, el motivo ultimo.
Para que no se nos escape nunca esta condición es que los hago sufrir estas palabras.
Ahora que sabemos el porque de todo, recién ahora podemos empezar a saber el funcionamiento de los como, de los cuando.
Tergiversar este orden de causa y efecto es la constante labor de la anti-patria, de los que quieren una patria que no trascienda lo esencial, que están cómodos con una patria en proyecto, una patria de formas, de símbolos, de efemérides, de cantitos de escuela. Clarificarlo es nuestra ardua e interminable tarea.
Cuando la anti-patria miente, sigue siendo la labor desembozar la mentira, pero aun mas importante es saber y explicar los porque de estas mentira y todavía mas importante es poder comprender -y hacer entender-  como las mentiras de los unos y las acciones de los otros se conectan con la tarea, con nuestra tarea, de transformar esencia y potencia en ser.
Queridos amigos, doscientos años de trabajo de parto es más que demasiado, nuestra Argentina necesita algo más que nuestro convencimiento intuitivo, necesita que sepamos todos los porqués y aun mucho más -después de saberlos- nos exige que los hagamos saber.
No somos el Kirchnerismo, no somos el peronismo, no somos ni la oligarquía ni las montoneras, ni los montoneros, ni el socialismo, ni católicos, ni hermosos, ni mecánicos ni camioneros, no somos los que importamos ni los que exportamos, ni las lesbianas, ni los mendigos, no somos la Sociedad Rural ni los repositores de supermercado, ni una mierda de todo eso, porque somos mucho mas, somos la Patria.
La que amamos antes que al movimiento y que al hombre…
Y si cuando una sombra de duda se posa en cualquiera de las acciones del Gobierno Popular, no la podemos despejar en nombre de la Patria, no estamos aclarando nada.
El devenir de la política nos lleva algunas veces a rizar el mismo rizo una y otra vez, repitiendo y repitiendo un slogan, una cierta verdad, un supuesto inamovible; desde algún órgano de propaganda se insta a todos a “multiplicar” las mismas cuatro verdades fragmentadas y los suficientemente insulsas como para convencer multitudes.
Y convencemos multitudes, pero no de que nosotros tenemos razón, sino de que las multitudes están de acuerdo con nosotros.
Les propongo entonces que dejemos ese silencio ruidoso de repetir como un ordenado coro las consignas canónicas; les propongo infringir ese sacrificial respeto a la frase del ministro,  de romper la idea de que solo pueden existir dos únicos polos discursivos, y darnos cuenta que necesariamente existen en la argentina cuarenta millones de polos, de usinas de discurso. Y que no serán los intereses sectoriales los que finalmente planteen los enunciados que lleven la historia hacia adelante, sino los de esta patria de cuarenta millones de filósofos y sofistas.
Les propongo que procesemos nuestra verdad relativa y mucho mas temprano que tarde la transformemos en discurso. No en un discurso que les guste a todos, no en un compendio de vagas generalizaciones; en el compromiso de un discurso que apunte y dispare con pulso firme sobre todos los temas y cuestiones (le caiga mal o bien a quien le caiga) 
Venimos de un año duro, arduo, diecisiete millones de elecciones nos dejaron cansados pero felices, victoriosos. Nos espera un año igual de arduo, pero cuyas victorias van a ser mas chiquitas (no menos importantes pero si menos resonantes) y habrá muchas confusiones sobre como poner las manos a la obra. Siguiendo la ley mas conocida de la política, las oposiciones trataran de transformar la debilidad en fuerza; que nuestra fuerza no sea nuestra debilidad será la mas desesperada meta.
Y esta fuerza no es hija de la uniformidad, la nuestra es una fuerza que abreva en el popurrí de nuestras diferencias.
Dicho todo esto, queridos compañeros, permítanme insistir en la importancia trascendental que salir a hacer oír nuestras voces, de transformar al movimiento Nacional y Popular en un atronador griterío de anhelos, ensordecer al mundo con millones de distintas y disonantes palabras, en la confianza de que habrá una que se va a repetir siempre en cada una de nuestras expresiones, una  palabra, en la seguridad de que por encima del bullicio la palabra Patria resonará con cuarenta millones de voces.

 Fernando Luis
La Peñaloza
B.A.

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