Fidel presenta sus memorias: “El
deber nuestro es luchar hasta el último minuto” (+ Fotos)
4 FEBRERO 2012 72 COMENTARIOS
Fidel Castro en la presentación
de "Guerrillero del tiempo", de Katiuska Blanco. Foto: Roberto
Chile/Cubadebate
“Buenas”, saludó alegremente
Fidel al auditorio, y con esa palabra mágica se abrió en una de las salitas del
Palacio de las Convenciones la presentación del libro de memorias del líder de la Revolución cubana,
Fidel Castro Ruz: Guerrillero del tiempo, dos volúmenes de las conversaciones
sostenidas con la escritora y periodista Katiuska Blanco.
En el mismo tono risueño, Fidel
alertó: “Van a hablarles de dos libros de los que ustedes ni han tenido
noticia”. Son, en efecto, dos tomos que abren con los primeros recuerdos de la
infancia del líder y cierran en diciembre de 1958, previo al Triunfo de la Revolución. Suman
casi mil páginas en las “que yo tuve alguna participación”, bromea el
Comandante, y ese tono distendido animó todo el encuentro, que se prolongó por
casi seis horas y al menos una con el Comandante en pie saludando personalmente
a un buen número de asistentes, entre ellos viejos compañeros de lucha del
Moncada y el Granma, y los familiares de los Cinco cubanos presos en los
Estados Unidos.
Fidel viste con un ligero suéter
deportivo negro sobre una camisa a cuadros predominantemente azules. La
expresión de su rostro refleja las emociones que le inspiran las palabras y
anécdotas que van reconstruyendo los presentadores de cada tomo de esta
edición, Abel Prieto, Ministro de Cultura, y Miguel Barnet, Presidente de la Unión de Escritores y
Artistas de Cuba. A veces levanta las cejas y le brillan los ojos, como cuando
Abel recuerda pasajes de la infancia en Birán, o se ríe sin más preámbulo, por
ejemplo, al evocar Barnet las palabras del Che Guevara sobre el desembarco del
Granma: “Fue un naufragio”.
En realidad la razón por la que
esté aquí, y lo repetirá de diverso modo en el encuentro, responde a una única
pregunta: “¿En qué más puedo ayudar?”. Y si hubiera que escoger una sola frase
que dé una idea de a dónde nos llevará este libro -una joya de la edición y la impresión de la Casa Editora Abril y la Imprenta Federico
Engels, con fotografías y dibujos de Ernesto Rancaño, a quien se debe la
portada-, quizás ayude esta que en algún momento de las conversaciones le dice
a Katiuska: “Prefiero el viejo reloj, los viejos espejuelos, las viejas botas,
y en política, todo lo nuevo”.
Mientras Katiuska presenta
brevemente las ediciones e intervienen los presentadores, por momentos Fidel se
muestra tan emocionado como nosotros, como si de pronto, tras aquel viaje
apretado por las páginas de los dos libros, viera en su conjunto, “como en una
película en tercera dimensión” -diría Barnet-, su propia vida. “Es que resalta
todo el valor de lo que se hizo, pero lo que más me interesa es ser útil.”
Comenta que lee cientos de
despachos de agencias todos los días. Literalmente devora toda la información
que le llega. Sigue con particular detalle la situación en Venezuela, que este
4 de febrero conmemorará el 20 aniversario de la Rebelión militar
comandada por Hugo Chávez: “Nunca nadie hizo más por el pueblo venezolano, que
el Movimiento Bolivariano”, comenta.
De muchas cosas habló Fidel con entusiasta disposición al diálogo a
partir de los comentarios y preguntas del auditorio: de las admirables luchas
que hoy libran los estudiantes latinoamericanos y del mundo por sus derechos;
de su profunda oposición a la enseñanza pagada; de su firme creencia en que los conocimientos adquiridos
y desarrollados en nuestro país pueden multiplicar las producciones, los bienes
y el nivel de vida de la sociedad, incluso en la agricultura; de lo equivocados
que estábamos todos al creer que en el socialismo los problemas económicos
estaban resueltos; de los Nobel que raramente premian a los que creen en un
sistema social más justo; de las sorprendentes novedades de la ciencia y la
tecnología: del riesgoso gas esquisto y
las fabulosas perspectivas de la nanotecnología; de las visitas de líderes
mundiales y la impresión que le han causado; de Las Malvinas, “ese pedazo de
tierra arrebatado a Argentina”, donde ahora los británicos pretenden extraer
petróleo y, por supuesto, de las
terribles amenazas que se ciernen sobre Siria e Irán, mientras Estados Unidos y
Europa pretenden convencer a Rusia con la ridícula idea de que el escudo
antimisiles es para proteger a ese país de las amenazas de Irán y Corea del
Norte.
Es para él imprescindible seguir
al tanto de los acontecimientos, y reconocer que “ya no hay espacio solo para
los intereses nacionales, si no están enmarcados en los intereses mundiales… El
deber nuestro es luchar hasta el último minuto, por nuestro país, por nuestro
planeta y por la humanidad”.
Hablando de los Cinco y con los
Cinco
En dos ocasiones, Fidel habló
de Juan Cristóbal, de Romain Rolland
como una de sus lecturas favoritas. La primera fue al descubrir en la fila
detrás de sus compañeros moncadistas, a las madres de los Cinco. Aquella novela
estuvo entre sus lecturas en prisión. Fue una de las que sobrevivió a la
censura del jefe de la cárcel, un “tipo
odioso, imbécil, ladrón…” Tanto que le
prohibió libros como el Stalin de Trotsky y en cambio dejó pasar El Capital, de
Carlos Marx.
“Aquí estamos viendo a los
familiares de los Cinco. Hay que ver lo que han resistido esos hombres”,
exclamó con admiración. Y aunque dijo
que no había comparación entre los casi dos años en que permaneció preso con
los 13 que llevan confinados Gerardo, Ramón, Fernando, Antonio e incluso René
-al que no le permiten volver a Cuba- se le sintió particularmente interesado
en la situación actual de ellos.
“Ahora mismo estaba leyendo lo
que escribió Antonio, sobre el traslado
de prisión, ¿cómo está él?”, preguntó con marcado interés aquel que como preso político
también sufrió atropellos y hasta amenazas de muerte.
Mirta, la madre de Tony, le
explicó que era un cambio al que tenía derecho y que él había pedido al
reducirse su condena. El estuvo 13 años en la prisión de máxima de Florence,
Colorado - tan dura que le llaman el “Alcatraz de las Rocosas”-, lo que obligaba
a tomar tres aviones a sus familiares de visita. Ahora está en Marianna, Florida, la misma donde estuvo René
hasta su salida el 7 de octubre pasado.
“Ha resultado muy favorable el
cambio por el clima y porque ahora solo
tengo que tomar un avión y después seguir por carretera”, explicó la madre del
poeta prisionero, una admirable mujer
que este año cumple 80 de edad y ya estaba resintiéndose de las agotadoras
jornadas de viaje para visitar a su hijo. En cuanto a él, comentó que tiene muy
buen ánimo y que le pidió trasmitir a todos las gracias por el apoyo a la lucha por la causa de los Cinco
que ha entrado en una fase crucial y decisiva.
“Se mantiene, como sus
compañeros, con la misma fidelidad, resistencia, buen ánimo y el deseo que por
fin llegue la victoria”, dijo Mirta.
La visión íntima de la Historia
La escritora Graziella Pogolotti,
presidenta de la
Fundación Alejo Carpentier, inició la ronda de preguntas. Uno
de los problemas del acercamiento a la Historia -así en mayúscula- es que se sigue la secuencia
de los grandes acontecimientos, pero casi nunca los recovecos, aquellos
detalles íntimos, la memoria, esas cosas que no solo tocan la mente, sino el
corazón. Propone al líder de la
Revolución que siga escribiendo, que continúe esta saga
testimonial y que cuente más de su experiencia como luchador y el intercambio
con grandes personalidades del mundo.
“Tengo que aprovechar ahora,
porque la memoria se gasta”. Otra vez aflora el magnífico humor de esta tarde,
y promete: “Estoy dispuesto a hacer todo lo posible por transmitir lo que
recuerdo bien… He estado expresando todas las ideas que tenía y los
sentimientos por los que atravesé”. Más adelante añade: “Tomo conciencia de la
importancia de relatar todo eso para transmitirlo, de modo que sea útil.”
Llamó la atención sobre la enorme
revolución que se ha producido en el pensamiento, en una época signada además
por avances científicos inusitados. “Internet es un instrumento revolucionario
que permite recibir y transmitir ideas, en las dos direcciones, algo que
debemos saber usar”, y comentó sobre el enorme potencial que tiene el país para
participar de estos desarrollos. Por ejemplo, solo la Universidad de
Ciencias Informáticas, entre estudiantes, docentes y trabajadores posee a 14
000 personas. “¿Estamos aprovechando esos valores y recursos para transmitir
ideas?”, se preguntó.
En diálogo con Mirthia Brossard,
presidenta de la Federación
de Estudiantes de la
Enseñanza Media , dijo que “debemos apoyar las ideas de la
joven chilena -Camila Vallejo- en el sentido de luchar para que la eduación
alcance igual para todos. Que no sea solo una educación general y gratuita,
sino preocuparnos por lo que se enseña”.
Y añadió: “La educación es la lucha contra los instintos. Los instintos
conducen al egoísmo, pero solo la conciencia nos puede llevar a la justicia.
Esta no es solo una fórmula práctica, sino teóricamente la única aceptable.”
El pintor Alexis Leyva Machado
(Kcho) le comentó, ya casi al cierre del intercambio, que este libro presenta
al Fidel que se convirtió en un líder de talla mundial no por la fuerza, sino
por su inteligencia. Cuando el artista le pidió que expresara una recomendación
para bregar con este mundo loco que nos ha tocado en suerte, el Comandante
respondió: “Tú mismo lo has dicho, hace falta más que un acto de valentía, un
acto de inteligencia.”
Lamentó el líder de la Revolución que se
agotara el tiempo, pero el encuentro cerró tal y como se había abierto, con
risas: “¡Qué lástima, se va acabar esta reunión! Me he sentido muy feliz, pero
yo soy un colaborador de los médicos (que lo atienden). Y conste que lo hago
como un acto, no de valentía, sino de inteligencia.”
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