El legado de coraje de John
William Cooke
18 de septiembre de 2013
Por Norberto Galasso (publicado en el diario Tiempo Argentino el
18.09.2013 a 45 años de su muerte )
http://tiempo.infonews.com/2013/09/18/editorial-109598-el-legado-de-coraje-de-john-william-cooke.php
Fue el único a quien el
General Perón designó no sólo delegado
personal sino su sucesor para el caso de muerte.
Se llamaba John William, pero
debió llamarse Juan Guillermo. Vivió su infancia en una familia irlandesa, pero
fue, por sobre todo, un argentino latinoamericano. Estudió las instituciones
jurídicas del país, pero finalmente se parapetó detrás de una estatua y apeló a
su revólver para vaciar los cargadores de balas enfrentando a quienes
masacraban al pueblo un 16 de junio. Fue el único a quien el General Perón
designó no sólo delegado personal sino su sucesor para el caso de muerte y sin
embargo, fue el único que se atrevió a discutirle al líder de igual a igual.
Comprendió que el peronismo era “el hecho maldito del país burgués” pero
también –por su inorganicidad– lo calificó como “gigante invertebrado y miope”.
Se formó en el radicalismo, pero al calor del 17 de Octubre se convirtió al
peronismo y supo luego enfrentar al imperialismo yanqui, con las armas en la
mano, en defensa de la Revolución Cubana. Murió joven, a los 47 años, pero
vivió una vida de lucha incesante, consustanciado plenamente con las
vicisitudes por las que transitaba su pueblo.
Nace a la política cuando los
trabajadores irrumpen en el escenario de nuestra historia en el glorioso 17 de
Octubre y los representa como diputado, el más joven del bloque, lo que le vale
el apodo de “el Bebe”. Allí en la Cámara de Diputados se convierte en la
principal figura de la bancada peronista acompañando el proceso de Liberación
Nacional que lidera el General Perón, pero su voz vibrante se levanta en 1947
rechazando el proyecto del Poder Ejecutivo de convalidación de las Actas de
Chapultepec que impulsa Estados Unidos, él –un muchachito de 27 años que ya
sabía que la lealtad a la Revolución se nutre, a veces, en la disidencia
coyuntural con las normas dadas por el líder del movimiento y no en obsecuencia
ni en el aplauso ciego de quienes se escondieron debajo de la cama cuando el
enemigo intentó la contrarrevolución, a la cual él respondió con “meta bala,
meta bala”– siempre en la vereda del pueblo trabajador.
Después fue interventor del
Partido Justicialista de la Capital Federal (1955) e intentó depurar el
movimiento de la burocracia, empezando por eliminar la estupidez de la
afiliación obligatoria a los empleados públicos e incitando a tomar las calles,
el lugar donde la fuerza popular se redobla y se afirma. El golpe de septiembre
del 55 no le dió tiempo para esa depuración, en la que coincidía con el
presidente y producida la derrota, pasó a la clandestinidad para constituir el
Comando Nacional de la Resistencia. Lo detuvieron y lo pasearon por varias
cárceles, aunque igualmente fue el primero en contactarse con el líder
desterrado, sufriendo entonces desde simulacros de fusilamiento hasta el frío
letal de la prisión de Ushuaia y los vientos de Río Gallegos. De allí logró
escapar a Chile, es cierto que merced al poder económico de Jorge Antonio que
sobornó a un carcelero pero no por ello él le tomó afecto. El General le
aconsejó: “Pero, Bebe, Jorge es millonario pero es peronista”. Y Cooke fue
tajante: “Para mí, los millonarios no son gente como la otra. Para mí, no hay
millonarios peronistas y millonarios antiperonistas, hay millonarios.”
Vuelto a la Argentina, aunque
clandestino, intentó convertir el conflicto por la primera privatización
impuesta por el FMI en tiempos de Frondizi (del Frigorífico Municipal Lisandro
de la Torre) en huelga general y falló en su intento, lo que fue aprovechado
por los dirigentes peronistas “sensatos y perfumados” para desplazarlo de la
función de delegado. Entonces se fue a Cuba, se hizo amigo del Che y peleó en
Bahía de los Cochinos contra los servidores del imperialismo. Después, hacia
1962 inició su intercambio epistolar con Perón. Sin cortapisas, sin guardarse nada,
marcando lo que a su juicio eran errores e impedían retomar el poder: “Usted
eligió las direcciones que actúan en la Argentina, pero como peronista que vive
angustiosamente esta hora histórica, le insisto en mi pedido: si eligió ciegos,
sus razones habrá tenido que no puedo adivinar, pero, por favor, deles un
bastón blanco a cada uno para que no se los lleve por delante el tráfico de la
historia, porque seremos todos los que quedaremos con los huesos rotos. Defina
al movimiento como lo que es, como lo único que puede ser, un movimiento de
liberación nacional, de extrema izquierda en cuanto se propone sustituir el
régimen capitalista por formas sociales, de acuerdo a las características de
nuestro país.” Rica correspondencia donde Cooke le aconseja sacar del
movimiento a los obispos, los empresarios, los burócratas, los generales.
Y el General le contesta: “Pero,
Bebe, entonces se van a ir con nuestros enemigos.” Cooke le insiste: “Vaya a
residir a Cuba”. Y el General le dice: “Fidel triunfó llevando un escapulario
colgado en su pecho y después hizo lo que hizo. Yo todavía tengo que andar con
el escapulario.” Cooke fundó entonces Acción Revolucionaria Peronista, dentro
del movimiento, para organizar, para fortalecer, no para aplaudir ciegamente.
Pero eso era muy difícil y en ese momento le tomó el cáncer, que lo arrastró a
la muerte poco después.
Pero en su último mensaje a su
compañera Alicia Eguren, pedido insólito para 1968: “donación de mis ojos, de
mi piel y restantes órganos y si es posible todo el resto de mi cuerpo. Yo
viviré, como recuerdo, durante el tiempo que me tengan en su memoria las
personas que de veras me han querido y en la medida en que he dedicado mi vida
a los ideales revolucionarios de la libertad humana, me perpetuaré en la obra de
los que continúen con la militancia –así que no quiero que queden ni vestigios
de lo que fue, por breve intervalo de tiempo, un complejo fisiológicamente
organizado como ser viviente”. Este era John William Cooke, fallecido aquel
nefasto 19 de setiembre de 1968. Mañana se cumplirán 45 años.
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