¨Tras los años, sellados en la
historia argentina como la década infame, la nacionalización de los
ferrocarriles se transformó en una causa que sirvió a un proceso cultural con
eje en la revalorización nacional. Se masificó la comprensión de lo que
representaba la red ferroviaria al servicio de un país que pugnaba por romper
los lazos de dependencia que imponía la política Británica en el Río de la Plata.
Perón no desaprovecho aquel
momento, transformó la nacionalización de los ferrocarriles en la acción
política más trascendente de sus primeros años de gobierno.
El 1 de marzo de 1948 una
multitud rodeo la estación retiro para festejar la nacionalización de los
ferrocarriles. Juan Perón no pudo asistir al acto, fue operado de urgencia,
afectado por apendicitis. Frente a la terminal de trenes miles de personas se
enteraron, en ese mismo instante, de la ausencia del presidente en el lugar.
Sobrevoló , entonces, el temor de
una acción contra Perón. La multitud dudó y comenzó a pedir su presencia. Para
calmar los ánimos, y darle credibilidad al parte oficial, se tuvo que organizar
una comunicación desde el lugar donde estaba internado Perón. Setenta minutos
después de iniciado el acto se anunció la palabra del jefe de Estado y su
señora.
Primero habló Evita....Fue de las
pocas veces que una multitud escuchó a Evita sin corear su nombre. En silencio
esperaron la palabra de Perón...
La estatización de los
ferrocarriles no fue simplemente una transferencia de la administración de los
servicios. Aquel traspaso representó la creencia que se estaba ante un hecho
soberano e independiente que fortalecía la identidad nacional.
El proceso de industrialización
que estaba desarrollando la argentina requería de un estado fuerte, capaz de
ser la locomotora que impulse la producción nacional.
La red ferroviaria continuó
creciendo hasta 1957, año en que se llegó a los 47 mil kilómetros de extensión.
Desde entonces, comenzó un retroceso gradual y sostenido en la red.¨
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