Esto lo leímos en el Pagina 12
del 23 de Abril
Y péguele fuerte
Por Eduardo Aliverti
No hay nada más imperioso, en
momentos como éstos, que desmalezar la información circulante. Algunos colegas,
sobre todo de este diario, vienen haciéndolo con rigor. Es tal el tráfico de
intereses –y en consecuencia la cantidad de falsedades– que cabe insistir. El
orden siguiente es aleatorio, tanto como el modo en que los sectores de derecha
más concentrados revelan su desconsuelo. Para peor de esos grupos, el conjunto
de la oposición apoya la medida. Hasta Macri tuvo que pegarle una vuelta a su
virulenta crítica inicial desde la cuna de Antonia. Según les pinte, los medios
militantes del antioficialismo ubican a uno u otro ítem como la amenaza
grandilocuente. Suben y bajan. Parecen ascensor.
- España hará tronar el
escarmiento. El disparate más grande de todos. Las exportaciones españolas a la Argentina están en
alrededor de mil millones de euros, pero las importaciones desde aquí son por
el doble. Hay más de una docena de grandes empresas españolas que operan en la Argentina en rubros como
banca, construcción, energía, hotelería, comunicación. Según el Ibex 35, índice
de la Bolsa de
Madrid, las compañías de la península se llevan más de 26 mil millones de
dólares por ingresos generados en la Argentina. Solamente
Telefónica obtuvo el año pasado un volumen de negocios superior a los cuatro
mil millones de dólares. Santander Río, BBVA Banco Francés, Mapfre, DHL,
Endesa, Cirsa, Santillana, NH Hoteles, Codorniú, Prosegur, y una lista que se
completa con más de 400 empresas ibéricas operantes en la Argentina, dan cuenta de
que España es hoy el primer inversor extranjero en nuestro país. A esa España
que en cierto pero no menor sentido se cae a pedazos o, si se prefiere, al
gobierno que la administra con el ajuste más salvaje de –por lo menos– su
decurso post-franquista, no le dan los números siquiera para alzar la voz. Lo
dijo, entre otros muchos ignorados por los medios españoles y sus aliados
criollos, el cooperativista español Gabriel Trenzado: España tiene mucho más
para perder que para ganar en un enfrentamiento con la Argentina.
- También Europa podría vengarse.
Es un aspecto que, si acaso pudiera ser posible, supera a la tontería del
revanchismo meramente español. Así como, después de Brasil, Europa es el
segundo destino de las exportaciones argentinas, la Unión Europea es el
segundo inversor en la
Argentina. Justo cuando la crisis de los europeos y sus
empresas les hacen mirar con mayor cariño que nunca lo que puedan exprimir aquí
y en el resto de América, para conformar a sus accionistas mientras descargan en
las clases populares el costo del ajuste, Europa estaría en condiciones de
demostrar lo larga que es su capacidad de intimidar. Muy gracioso.
- La presión de Repsol por el
monto indemnizatorio hará que acuda a todos los juzgados internacionales y la Argentina agregará
porotos a su aislamiento del mundo. Reíte de Janeiro. La petrolera estatal
venezolana y la Exxon
estadounidense ya llevan cuatro años negociando el precio por las
expropiaciones de Hugo Chávez. El dato es público. Tiene el plus de haber sido
destacado, a entrada de columna a página 9, el jueves pasado, por uno de los
periodistas serios que le quedan a Clarín, Daniel Fernández Canedo. Siempre se
escapa algo.
- Cuidado con el Ciadi, a donde
podría recurrir el Estado español. El Ciadi es el Centro Internacional de
Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones. Una entidad y sigla más
adecuadas a alguna ocurrencia de Groucho Marx que a un organismo altamente
influyente. Depende del Banco Mundial, otro invento de los países ricos para
distribuir migajas a cambio de planes de ajuste. De manera que su sentido es
proteger a los grandes emporios radicados en las naciones en vías de
desarrollo. Brasil no entró a ese engendro, como elemento informativo
considerable si se estimara menor que huyeron de él Bolivia, Ecuador y
Venezuela. Y si tampoco alcanzase eso para mensurar su nula o escasa
influencia, tómese nota de que ninguno de sus temibles dictámenes perjudicó a
país alguno. Si a Repsol se le ocurriese ir al Ciadi y de acuerdo con los
antecedentes comprobados, se calcula que, entre el tiempo que llevará pasar por
los tribunales argentinos y las apelaciones españolas, andaríamos más o menos
por 2020.
- Se afecta la seguridad jurídica
de una empresa española, con todo lo que ello podría significar no sólo en
términos de intercambio comercial sino también de relaciones institucionales,
perjuicio para los españoles de a pie y, ergo, para la amistad entre los
pueblos. Repsol es una multinacional, no una empresa española. Y respecto de
las necesidades de la inmensa mayoría de los ibéricos, la voracidad y ganancias
de la empresa tienen que ver con el pueblo español lo mismo que el culo con la
llovizna. Leamos lo escrito por el colega Oriol Malló Vilaplana, en el sitio
Público.es: “La llamada reconquista económica española de América latina,
iniciada en 1991 con la privatización de grandes empresas públicas argentinas,
supuso la irrupción de un nuevo grupo de poder en dicho territorio. Gracias a
la cooptación, la corrupción y la seducción, el cartel español ha monopolizado
mercados de obras públicas, agua, energía, turismo, medios y
telecomunicaciones. La nueva elite neoliberal, formada al calor de Salinas de
Gortari, Menem o Fujimori, tomó como bandera la democracia oligárquica española
y su milagro económico, hoy en ruinas, mientras Felipe González piloteaba este
proyecto de desembarco imperial bajo cobertura política y financiera de los
Estados Unidos. Así emergieron, en los ’90, las poderosas redes de la
hispanidad que son, hoy, el principal ariete contra el cambio y la soberanía de
las Américas (...) El apoyo larvado al golpe de Estado empresarial contra Hugo
Chávez en 2002, o la intervención directa en las elecciones mexicanas de 2006
para evitar el triunfo del candidato de centroizquierda Manuel López Obrador
(demuestran que) el cartel español construye y reconstruye la historia jamás
contada de los nuevos conquistadores, sus aliados locales y los verdaderos amos
de la pinza Madrid-Miami”. En el mismo sitio, bajo título de “Por qué España
agachará la cabeza con YPF”, David Bollero explica que “España por sí sola no
podrá hacer nada. No tiene el peso internacional para hacer ello. Estamos
hartos de comprobarlo y esta cuestión no será distinta. Por eso el gobierno
busca desesperadamente apoyos externos, habiendo encontrado únicamente el de
México. El resto son ambigüedades, puesto que la misma Unión Europea ya habla
de conflicto bilateral y la
Comisión Europea ha reconocido que ‘la UE no tiene actualmente ningún
instrumento legal que invocar a este respecto frente a la Argentina’. Tan sólo
podría ejercer presión, pero al borde del colapso del euro. ¿Le conviene? O,
sencillamente, ¿se atreverá?”. Y termina: “Tras la actitud de gallito peleón,
España terminará por agachar la cabeza en el asunto de YPF. Y, siendo honestos,
es lo que nos toca. Queríamos capitalismo y nos han dado dos tazas. Nadie es
rico si no es a costa de otro. Es una máxima que igual sirve para el ámbito
doméstico como empresarial, o de relaciones internacionales. Y cuando las
tornas se dan vuelta, escuece; pero hay que apechugar porque es el estadio
original que nos corresponde. Todo lo demás, artificio”.
A esta altura de la nota, viene
quedando afuera –sólo por ejemplo– observar o refutar que los Kirchner fueron
noventísticamente decisivos para aprobar la privatización de YPF, o bien que se
engulleron remarcar a su tiempo lo que ahora denuncian. ¿Es que siempre es
tarde para hacer las cosas? ¿Es que siempre importa más de dónde se viene que
hacia dónde se va, o que si es por eso jamás sería posible acometer una acción
de gobierno sin que sea condenada? También queda afuera un Axel Kicillof que
según los medios de la ultraoposición pareció estar más en una asamblea
universitaria que frente a una comisión senatorial, como si nos hubiera ido
mejor con los modositos que a lo largo de la historia respetaron la oratoria
circunspecta. Y como si, al margen de apreciaciones retóricas, no hubiera
tenido un desempeño que dejó sin argumentos a los interpelantes. Más todavía:
queda afuera si se podrá demostrar que, además del acto épico de haber
recuperado la más estratégica de las empresas, además de haberse animado a lo
que ya no se soñaba ni con largas líneas de fiebre, sabrán sacar el petróleo y
alterar el paradigma energético. Queda afuera de dónde saldrá la plata y qué
intereses afectarán para que salga.
Puede, en principio, quedar
afuera el desarrollo de todo eso; o remitirlo a algunas pocas oraciones como
las precedentes. Pero ocurre que primero es imprescindible desmontar las
pelotudeces, tilingas o corporativas, de que se vale el enemigo para asustar a
la gente.
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