La necesidad de enriquecer
nuestros conocimientos
Las escenas fílmicas de la
matanza en Libia, que comienzan a conocerse, indignan por la ausencia total de
humanismo y las groseras mentiras que sirvieron de pretexto para invadir y
apoderarse de los recursos naturales de aquel país.
Con más de 25 mil misiones de
combate la aviación militar de la
OTAN apoyó el monstruoso crimen.
Afirmaron que el Gobierno de
Libia poseía fondos en el exterior que superaban los 200 mil millones de
dólares. Nadie sabe en este instante dónde está y qué se ha hecho con ese
dinero.
Un proceso electoral fraudulento
garantizó el despojo de la presidencia del país más poderoso a favor de George
W. Bush, un alcohólico sin tratamiento médico ni los más elementales principios
éticos, quien ordenó a los graduados de West Point estar listos para atacar
sorpresivamente y sin previo aviso a 60 o más oscuros rincones del mundo.
Semejante enajenado, a través de
una maletica, podía decidir el uso de miles de armas nucleares; con un
porcentaje mínimo de las mismas podía poner fin a la vida humana en el planeta.
Es triste recordar que en el lado
opuesto de la superpotencia yanqui, otro enajenado, con tres botellas de Vodka
en el estómago, proclamó la desintegración de la URSS y el desmantelamiento de
más de 400 emplazamientos nucleares a cuyo alcance estaban todas las bases
militares que amenazaban a ese país.
Aquellos acontecimientos no
constituyeron una sorpresa. A lo largo
de muchos años de lucha, la experiencia adquirida, el contacto con los
acontecimientos, las ideas y los procesos históricos no daban lugar a sorpresa
alguna.
Hoy los dirigentes rusos tratan
de reconstruir aquel poderoso Estado que tanto esfuerzo y sacrificio costó
crear.
Cuando el Papa Juan Pablo II
visitó nuestro país en 1998, más de una vez antes de su llegada conversé sobre
variados temas con algún enviado suyo. Recuerdo particularmente la ocasión en
que nos sentamos a cenar en una pequeña sala del Palacio de la Revolución con Joaquín
Navarro Valls, Vocero del Papa, sentado frente a mí. A la derecha estaba un
sacerdote amable e inteligente que venía con el Vocero y acompañaba a Juan Pablo
II en las misas.
Curioso por los detalles, le
pregunto a Navarro Valls ¿Usted cree que el inmenso cielo con millones de
estrellas se hizo para placer de los habitantes de la tierra cuando nos
dignamos a mirar hacia arriba alguna noche?
“Absolutamente” -me respondió. “Es
el único planeta habitado del Universo”.
Me dirijo entonces al sacerdote y
le digo ¿Qué piensa usted de eso padre? Me responde: “A mi juicio hay un 99,9
por ciento de posibilidades de que exista la vida inteligente en algún otro
planeta”. La respuesta no violaba ningún principio religioso. Mentalmente
multipliqué no se sabe cuántas veces la cifra. Era el tipo de respuesta que yo
consideraba correcta y seria.
Después aquel noble sacerdote fue
siempre amistoso con nuestro país. Para compartir la amistad no hay que
compartir las creencias.
Hoy jueves, como ocurre con
frecuencia creciente, una entidad europea de conocida solvencia sobre el tema
expresa textualmente:
“Podría haber miles de millones
de planetas no mucho más grandes que la Tierra orbitando débiles estrellas en nuestra
galaxia, de acuerdo con un equipo internacional de astrónomos.
“Este número estimado de
’súper-Tierras’ -planetas con hasta diez veces la masa de la Tierra- se basa en
detecciones ya realizadas y luego extrapoladas para incluir la población de las
llamadas ‘estrellas enanas’ de la Vía Láctea.
“‘Nuestras nuevas observaciones
con Harps arrojan que alrededor del 40% de las estrellas enanas rojas tienen
una ’súper-Tierra’ orbitándola en su zona habitable, donde puede existir agua
en estado líquido en la superficie del planeta’, dijo Xabier Bonfills, jefe del
equipo del Observatorio de Ciencias del Universo de Grenoble, Francia.
“‘Debido a que las enanas rojas
son tan comunes -hay como 160.000 millones de ellas en la Vía Láctea- esto nos
lleva a los sorprendentes resultados de que hay decenas de millones de esos
planetas solo en nuestra galaxia’.”
“Sus estudios sugieren que hay
’súper-Tierras’ en zonas habitables en el 41% de los casos, con un rango del 28
al 95%.
“‘40% de las estrellas enanas
rojas tienen una ’súper-Tierra’
orbitándola en su zona habitable, donde puede existir agua en estado líquido’.”
“Eso lleva a la pregunta obvia,
sobre si alguno de esos planetas no solamente es habitable sino que tiene vida.”
“Pero estas estrellas son dadas a
las erupciones estelares, que pueden bañar a los planetas cercanos con rayos X
o radiación ultravioleta, lo que puede hacer menos probable la existencia de
vida.
“‘Tenemos idea de cómo encontrar
rasgos de vida en esos planetas’, dijo el investigador del Observatorio de
Génova, Stephane Udry.”
“‘Si podemos ver trazas de
elementos relacionados con vida como oxígeno en esa luz, entonces podríamos
obtener indicios sobre si hay vida en ese planeta’.”
La simple lectura de estas
noticias demuestran la posibilidad y la necesidad de enriquecer nuestros
conocimientos, hoy fragmentados y dispersos.
Quizás nos lleve a posiciones más
críticas acerca de la superficialidad con que abordamos problemas tanto
culturales como materiales. A mí no me cabe la menor duda de que nuestro mundo
cambia mucho más aceleradamente de lo que somos capaces de imaginar.
Fidel Castro Ruz
Marzo 29 de 2012
8 y 15 p.m.
Para leer completo apreta en la palabra AQUÍ
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