Nunca me gusto
el futbol; poco fue -a lo largo de mi vida- lo que pude entender de las
pasiones que despierta en mis compatriotas el universo de ese deporte; pero se
ha tornado innecesario -hoy por hoy- que
me preocupe por entenderlo, ya que el deporte de la nación es desde hace un
tiempito otro muy distinto; los entusiasmos futbolísticos son por esta época
relegados por una nueva disciplina, miles, millones de adeptos ha logrado el
ejercicio del Perogrullo...
A diferencia del
futbol, el Perogrullo ha captado inmediatamente el interés tanto de hombres
como de mujeres (que en conjunto son la enorme mayoría de nuestra población)
todos y todas pasan largas horas pendientes de las ultimas novedades de los
perogrulladores mas afamados, eclosionan favoritos, estilos, corrientes y por supuesto, bandos de
perogrullantes y fanáticos del Perogrullo; el Perogrullo amateur se difunde rápidamente
por escuelas, oficinas, talleres, almuerzos, cenas entremeses, gallineros, calabozos
y cualquier esquina de esas en las que dobla el viento y se cruzan los atajos.
Con una prístina
sencillez los genitores de truismos proponen a nuestra mirada el más variado
colorido de obviedades, tautologias, frases improcedentes, comentarios sin la más
remota pertinencia, y otras especias que condimentan estratégicas mentiras que
quedan disimuladas en el monstruoso aluvión de verdades a medias y certezas fatuas.
Tal es así que a
la vuelta de mis vacaciones (sol y viento de San Juan como para hacer dulce) me
encuentro con una marejada de tintas y cometarios 2.0 sobre “la minería” muchos
de los mas afamados perogrulleros de la patria se abocan a jugar en esta
extensa e imbricada cancha; bien por ellos...
Pero el Perogrullo
es una disciplina lúdica, un juego; el problema es que este juego amenaza
reemplazar al debate político, que antes que de semi verdades o semirespuestas
se alimenta de preguntas, de preguntas complejas que en su mayoría no tienen respuestas
sencillas, o directamente carecen de ellas.
Para ejemplos
nos preguntamos:
Las “enormes riquezas
del país” ¿existen si no se las explota?
El desarrollo económico
que provee la industria minera ¿con que se reemplazaría si decimos “no a la
mina”.
Las regiones que
no pueden producir otra cosa que mineral ¿deben ser condenadas al hambre o a la
desaparición, o a la eterna languidescencia que prometen los sombreritos y los
anteojos negros del turismo?
¿Es más valiosa
el agua que se usa en las minas que las miríadas de millones de litros de agua
que se exportan en forma de soja?
Aquí, desde la
ciudad que se enriquece de todas y cada una de las explotaciones, industrias,
comercios e intercambios de país ¿nos sentimos con derecho de negarles a las
provincias el uso de sus recursos naturales, solo por que desde nuestras confiterías
y cafés creemos que podemos encontrarles mejores utilidades?
Cuando nos
propusimos un proyecto de país con trabajo, producción, con verdadera distribución
federal de dignidades ¿Qué creímos, que tejiendo al crochet íbamos a industrializar
la nación; que haciendo collares de mostacillas, mermeladas y conservas
regionales podríamos llevar empleo de calidad, infraestructura económica y
movilidad social positiva a todos los rincones de nuestra patria?
¿En que momento
la asamblea de 200 vecinos paso a ser mas representativa de las necesidades de
una región, que una lista de 9000 postulantes a emplearse en la industria
extractiva? (hojaldre, que esto no quiere ser chicana, son preguntas sinceras)
Y en tren de
preguntas sinceras: ¿Cuál tendría que ser la discusión con respecto al tema de
la minería y que no termine siendo como el famoso tema de la lechería -con el
que jetoneaba el desdentado asambleísta y ruralista de Gualeguaychu- que nunca nadie
se digno explicar cual era “el problema” (mas allá de la manía de volcarla en
la ruta)
No se mucho de minería,
tampoco de agricultura, no pretendo jugarla de geólogo, ni veterinario, ni
siquiera de conocedor del comercio o la industria; considero que ninguno de
esos saberes es indispensable para hacer preguntas en política, ya que si así
fuera tendríamos que dejarla definitivamente en manos de los especialistas,
sabihondos, conocedores… si, técnicos.
Entonces: para
jugar al Perogrullo cada jugador juega según su parecer, pero para el debate político
rogamos que cuando se le ocurra a alguien dar de baja de plano alguna industria,
de esas que bancan la economía de regiones enteras por lo menos que explique
concretamente como planea reemplazar el derecho a una vida digna de los
habitantes; y que condiciones cree reunir para suponer que tiene mejores credenciales
para gobernar que los gobernadores
elegidos por cifras muy superiores al 50% de los votos.
¿Qué creemos que
va a pasar? cuando junto al cartelito de NO A LA MINERIA ; colguemos otros
tales que:
NO A LA SOJA (que contamina con
glifosato)
NO A LOS BANCOS
(que saquean nuestra economía)
NO A LAS FABRICAS
(que contaminan nuestro aire)
NO AL COMERCIO
(que nos aliena)
NO A LOS
BOMBEROS (que se usan toda el agua)
NO A LAS DUCHAS
(que ídem)
NO AL SEXO (que
genera superpoblacion)
La cuestión
(cree este reflexioandor amateur) es hacerse preguntas, muchas, las correctas y
las incorrectas, hacérselas todas.
Cuenta el
compañero Norberto Galasso en una de sus charlas, que cierta vez en al que tuvo
ocasión de entrevistarse con Don Arturo Jauretche, le llevo su inquietud
(arengada por esos tiempos por el partido socialista) sobre el tema del
divorcio, clarificadora nos parece la respuesta que Don Arturo le planto al
joven Galasso, explicándole que esas inquietudes son producto del
desconocimiento de las necesidades del país de verdad; que en ese pais el
divorcio estaba lejos de ser un tema, con un altísimo promedio de niños
anotados con el apellido materno, donde los padres (peones golondrina) tenían
pocas o nulas posibilidades de formas una familia –muy lejos de plantearse
disolverla-
De los contras –amigos-
no espero nada, pero a quienes se rasgaron las vestiduras y se propusieron como
los superchango del gobierno popular, les ruego que empecemos a hacernos las
preguntas, como el viejo Jauretche las correctas, como el joven Galasso la
incorrectas, pero hacérselas todas, para (emulando a estos enormes patriotas)
sumar a esta construcción que es nuestra patria grande con algo mas firme que
mero Perogrullo.
Fernando Luis
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