La elección dio un resultado contundente, a mucho más de la mitad de nuestro pueblo le parece que este gobierno refleja mejor sus intereses que ninguna otra propuesta política. El 54% de nuestros hombres y mujeres suponen que la conducción de Cristina es la más representativa de sus necesidades y anhelos. El numerito nos pone a salvo de aquellas cuentitas pueriles que, si el resultado hubiera sido 49,9 %, dirían que más de la mitad de los argentinos son “oposición”.
Parados en el cuarto oscuro uno por uno solos con nuestra conciencia hicimos el balance: los laburantes -en tanto laburantes- votaron convenios colectivos, paritarias, poder adquisitivo del salario; los docentes y los alumnos (en tanto tales) votamos 6,5 % del PBI en educación; los intelectuales votaron admirados y orgullosos, tal vez por primera vez en la vida; los comerciantes votaron ganancias nunca conocidas; los industriales votaron un rol que nunca antes habían tenido en la economía; las mamás votaron AUH, inclusión, sonrisas, juegos, carne, verduras, útiles; los jubiletas votaron movilidad salarial, regalitos a los nietos, remedios, atención medica; los peronistas votamos el florecer de nuestro mancillado y ajado movimiento, votamos la recuperación del orgullo, la concreción del sueño de Perón y Evita; los putos votaron igualdad de derechos y de nombres; los militantes de derechos humanos (es decir todas las personas) votamos justicia; los varones y las mujeres votamos por primera vez por una opción de género, la misma, la del género humano; algunos no llegaron a enterarse que el cuarto oscuro tiene la luz prendida, votaron ciegos, votaron slogans, frasecitas, voto canchero de 6,7,8, voto ingenuo Camporita, voto no tan ingenuo; los productores rurales votaron tipo de cambio real competitivo, votaron arrepentimientos tardíos; conservadores salteños que hacen anatema de la educación sexual y progres porteños gay friendly votaron con el mismo papelito azul…
¿Cómo se explica que personas, sectores, con intereses y trayectos tan distintos, tan heterogéneos, hayan decidido que los representara la misma mujer? ¿Cuál es el elemento que tienen en común todas estas realidades, que parecen tan desencontradas? ¿Cuál es ese mágico punto de encuentro?
Será –y díganme si me equivoco- que el laburante quiere un estado que medie la voracidad de la patronal, que el comerciante quiere un mercado interno en crecimiento para sus negocios, que el docente y el alumno quiere un estado que se haga cargo de la responsabilidad social que es la educación, que los jubiletas sueñan con ver su esfuerzo transformado en seguridades para ellos y sus nietos, que las mamás saben que al mercado no le interesan los niños salvo para vender Playstations, que los putos saben que solo la madures del pueblo borra los fantasmas de la discriminación, que los conservadores quieren algo real para conservar y los progresistas quieren algo real para progresar, será que los peronistas tenemos estas tres banderas…
…será que por sobre todo lo que nos separa, existe esta patria que nos une.
Allí está la cuestión, no es cosa de magia, es cosa de patria. No puede estar mal que el movimiento obrero organizado quiera poner sus necesidades al tope de la agenda; no puede estar mal que los intelectuales abominen del barro de la política; no está mal que los empresarios aspiren a mas ganancias; no puede estar mal que los peronistas quieran mas peronismo, que los socialistas quieran mas socialismo, que los conservas quieran tradición, y los progres quieran libertad.
Porque la política no se transita dispensando “Me gusta” o “ya no me gusta” como si se tratara de feisbuc; el golpe de la sociedad rural de hace tres años no lo detuvo el feisbuc, ni las mirada fijas en el ombligo; hubo que traspirar conciliación, avance, firmeza de rumbo, enojos que iban y que venían, cruces de vereda masivos y arteros, manteniendo el timón fijo en la independencia.
Hay una crítica severa de nuestro proyecto en cada hombre mujer y niño del país, una crítica severa y correcta, millones de disgustos en cada medida, en cada decisión, en cada interés que se toca, en cada moneda que se redistribuye o no; pero más allá de todo hay por primera vez en muchísimo tiempo un país que se aferra a la conciencia de sí mismo, de unas metas que son comunes a todos: la esperanza de constituir por fin una nación, de hacerlo en lo real, de crear en esta tierra un verdadero país no solo en lo formal, no solo en la portada.
Deseamos un país lleno, rebosante de contenido, de ebullición, de contradicciones, de luchas, de intereses que se cruzan y se concilian o no se concilian y chocan y negocian y rompen diálogos y los retoman y firman acuerdos y los rompen y ganan mucho o poco o pierden y construyen y destruyen y deconstruyen y se agarran de los pelos y se pelean a muerte y arman facciones y las dividen y las suman y las multiplican y las vuelven a dividir una y otra vez, a los gritos, con enojos; pero sabiendo que cuando peligre este modelo, este proyecto, este programa que ha fallado trágica y repetidamente desde hace 201 años, todos juntos -como uno- (por lo menos el 54% de nosotros) seremos argentina.
Hay –por lo visto- quienes se asustan, quienes ven en un poco de toletole las señales de una inminente y definitiva fatalidad que nos empujara nuevamente a la tragedia. La construcción de una nación no puede estar bajo comisariato ideológico de nadie; no pudo estarlo bajo Mariano Moreno, por lo tanto puede prescindir sin más de Barone o Sandrita Russo; no será representada por un solo sector, ni por los zapatitos blancos de J.P.Feinman ni por la dictadura del proletariado en versión Hugo Moyano; pero tampoco por una burguesía nacional de alquiler. La patria no es un solo sector, la patria somos todos (es slogan de campaña, el que no lo conozca es porque estaba muuuy distraído) y Cristina es la conductora por que entiende perfectamente esto, porque obra siempre en consecuencia, por que lo grita a los cuatro vientos cada vez que se le cruza un micrófono por delante.
Fernando Luis.
1 comentario:
Clarisimo ,compañeros !!!
Publicar un comentario