El jefe de redacción del diario Clarín
en su nota de ayer la encabeza con el sugestivo título: “LA ULTIMA MUERTE DE
JUAN PERON”. Y en el despliegue de
ella basa esa afirmación en la parte del
mensaje presidencial de la presidente Cristina, donde hace referencia que en la Constitución Nacional
de 1949 no se establecía el derecho de huelga
como en la actualidad existe. Y
esto lo habilita para decir que además de marcarle la cancha a Moyano respecto a las futuras discusiones paritarias,
la presidenta …”al mismo tiempo dar el paso público que le faltaba
para enterrar definitivamente a Juan Domingo Perón de la memoria colectiva de
los argentinos y en diferenciarlo del
fenómeno kirchnerista”.
Este medio y los otros opositores
nos tienen acostumbrados , sobre todo después de la confección de la lista de
candidatos a diputados nacionales, a sobredimensionar y agravar las disconformidades y las
diferencias con respecto a las
propuestas reivindicativas presentadas por la C.G .T. conducida por Moyano, preanunciando una
inminente ruptura política con el gobierno nacional. En los
últimos días dirigentes de esa central se han encargado de desmentirlo, pero
manifestando que la relación pasa por momentos complicados.
Esos medios igualmente desde el
surgimiento de las distintas expresiones del peronismo antikirchnerista, han
apoyado abiertamente a sus dirigentes en su autoproclamada ser expresión
del verdadero peronismo y herederos
del pensamiento de Perón. Si bien las últimas elecciones nacionales
mostraron claramente que la mayoría de las bases que se identifican como
peronistas votaron por Cristina, a pesar de esa derrota todo señala que
continúan y continuarán manteniendo esa
posición y apelarán a todos los recursos, propios y ajenos, para fortalecerla -máxime previendo un deterioro del bienestar de los sectores populares ocasionado
por la crisis económica financiera mundial- y en esta nota han llegado al extremo de atribuir a la presidenta la voluntad de
“enterrar” la memoria de Perón en las citadas bases.
La referencia al derecho de huelga y a la Constitución Nacional
de 1949 nos lleva a hacer unas consideraciones básicas. En
primer lugar, los procesos de industrialización en el siglo XX en los países
centrales y con posterioridad en los periféricos se caracterizaron inicialmente por la
superexplotación de la clase trabajadora;
a diferencia de ellos, el proceso iniciado por un sector del gobierno militar a partir de
1944, luego consolidado como movimiento popular después del 17 de octubre de
1945 y con la presidencia de Perón desde 1946 hasta 1955, generó una etapa de
creciente industrialización protegida sin explotación de los trabajadores que
convirtió a la Argentina en el primer país industrial sudamericano.
Carencia de explotación que se
explica porque el principal elemento
constituyente del movimiento peronista fue un sector de las fuerzas armadas y
la gran mayoría de los trabajadores, marginados y desposeídos de la ciudad y
del campo, ocupando un lugar muy
secundario la burguesía nacional (en contraste con quien fue el sujeto
principal de la posterior industrialización del Brasil). Esos cambios revolucionarios significaron
también que por primera vez en ese siglo la masa de los trabajadores asumió la
cuestión nacional, la tarea de la liberación nacional que después de Caseros no
fue nunca asumida en plenitud por ninguno de los sectores dominantes de
nuestra burguesía nativa.
En segundo lugar la Constitución Nacional
de 1949, máxima institución legal en que el proceso revolucionario que se
iniciaba sin sangre fijaba en normas constitucionales los cambios ya concretados y abría el camino para su ampliación y superación, no estableció el
derecho de huelga porque lo estimó un derecho natural y lo consideraba solo a ser ejercido en casos extremos dado
que los trabajadores participaban del poder del
gobierno y del Estado.
Participación ampliamente
demostrada porque en ese período su porcentaje mínimo en el ingreso nacional
fue del 50% y en algunos años llegó al
54%, las innumerables leyes aprobadas y hechas cumplir en su beneficio, la
tercera parte de los diputados nacionales elegidos, la concurrencia de la CGT a reuniones del gabinete
nacional, el nombramiento de agregados laborales en las embajadas, el diálogo
sostenido de Eva y Juan Perón con los dirigentes sindicales, y un apoyo decidido del gobierno a sus
asociaciones profesionales que crecieron de unos pocos cientos de miles de
afiliados a 5 millones al final del período.
En esa Constitución entre sus
artículos, el 37 estableció el Decálogo del Trabajador: los derechos a
trabajar, a una retribución justa, a la capacitación, a condiciones dignas de
trabajo, a la preservación de la salud, al bienestar, a la seguridad social, a
la protección de su familia, al mejoramiento económico, a la defensa de los
intereses profesionales (entre algunos de sus considerandos fijó : “…el trabajo
es la causa de todas las conquistas de la civilización y el fundamento de la
prosperidad general ……la riqueza, la renta y el interés del capital son frutos
exclusivos del trabajo..)- En el
artículo 35 condena el abuso de derecho y cualquier forma de explotación del
hombre por el hombre.
En el 38 determina que la propiedad privada tiene
una función social.
En ese período nunca se produjeron
huelgas generales, sí hubo huelgas de
determinados gremios, como ferroviarios, marítimos, metalúrgicos, azucareros,
que tuvieron como protagonistas a dirigentes opositores, oficialistas o
sindicalistas; que en los años que se
produjeron tuvieron diversas interpretaciones y reacciones adversas del
gobierno nacional y de la CGT , si eran consideradas inicialmente
exclusivamente reivindicativas o si formaban parte de campañas
desestabilizadoras de la oposición ante la realidad que a nivel electoral el
peronismo era imbatible, sumadas al grado que por su masividad y prolongación
perjudicaban a la economía nacional. (el que escribe en setiembre de 1945
colaboró en romper una huelga de un sector de su gremio con argumentos
reivindicativos pero conducida por la opositora “Unión Democrática” y a los
pocos días participó de una huelga de todo su gremio de claro sentido político
reivindicativo de apoyo al entonces
Coronel Perón).
Un comentario brevísimo sobre la coyuntura: el MTA
del que formaba parte el “moyanismo” enfrentó el neoliberalismo y las
relaciones carnales del menemismo y de la Alianza , y desde
la conducción de la CGT
en los gobiernos de Néstor y Cristina no convocó nunca a un paro general y los apoyó política y electoralmente aún en
sus momentos más adversos a partir del 2008; Néstor y Cristina generaron 5
millones de empleos, habilitaron las Convenciones Colectivas de Trabajo y
tomaron decisiones que favorecieron el aumento de salarios, jubilaciones y
asignaciones, partiendo de un piso de gran injusticia en la distribución de la
riqueza, y levantaron una posición de soberanía nacional, unidad sudamericana y
de no sujeción de la política a los mandatos del mercado. Se
vienen las consecuencias negativas de la
crisis mundial originada en los mayores centros del capitalismo, Cristina además de estar avalada
por una mayoría popular ha demostrado ser capaz de superarla en el 2008 y el
2009 sin perjudicar a los trabajadores y excluidos. Todas las soluciones, mejoras y
profundizaciones hay que discutirlas, proponerlas, consensuarlas o ganarlas
dentro de este nuevo movimiento nacional y popular, donde si bien la identidad
mayoritaria es la peronista no es suficiente para encarar con éxito los
desafíos de la etapa. En el afuera no
hay nada que esté a la altura de nuestra historia de luchas.
Dante Rubio, militante Tercera Posición Peronista, 13 de
diciembre
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