LA NOVELA NEGRA AÚN NO CONCLUYE
(Carlos Guillermo Maldonado)
Estados Unidos y la OTAN han perdido totalmente la vergüenza, la moral y la credibilidad. Igual que en Afganistán, cuando al asesinar niños y gente adulta civil y desarmada, en actos hipócritas alejados totalmente de todo remordimiento, piden perdón, más para calmar la indignación y frenar la inevitable adhesión de los indecisos hacia el talibán, que por pena, en Libia, ahora que se ha desvelado que los bombardeos han servido para despejarle el camino a sus “mercenarios”, aglutinados en esa gavilla de asesinos y traidores conocida como Consejo Nacional de Transición, que defender a la población libia, los voceros de esa organización terrorista de Estados Unidos y Europa quieren convencer al público mundial que eso que destruyeron sus bombas no eran más que cuarteles de las fuerzas leales a Muammar Gadaffi. ¡Abrase visto semejante desfachatez al mentir!
Para ello, utilizan a sus “periodistas” profesionales que han recibido instrucciones precisas de desdecir las imágenes de la televisión libia y otros medios independientes donde se muestran los verdaderos objetivos de sus ataques: escuelas, hospitales, viviendas de gente común bajo cuyos escombros yacen los cadáveres de pequeños y sus familiares.
Uno de ellos, el famoso, pero siempre ausente, José Levy, corresponsal de CNN para Medio Oriente, quien cómodo desde una suite en Tel Aviv rastrea los bombardeos de la OTAN sobre la indómita del Mediterráneo mostrándolos como lo mejor que le ha pasado al pueblo libio pues ellos lo librarán del “tirano”. Para éste reportero a control remoto, tan letal como los aviones sin piloto, no es necesario estar físicamente presente, confía en la plana trazada desde el Pentágono. Al “corresponsalillo” lo que le compete y le debe importar no es contar la verdad sino cobrar generosamente por construir y rumiar la mentira gastada sobre la cual la OTAN basó su ataque criminal.
En Siria se está siguiendo similar libreto y lastimosamente, los gobiernos del golfo pérsico, genuflexos a Washington solo han tenido que oír el chasquido de sus amos para adherirse al plan de desestabilización. Gobiernos que no pueden darse el tupé de “democráticos” especialmente aquél cuya monarquía asediada por movimientos populares tuvo que recurrir a los ejércitos de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos por mandato de los gringos para reprimir a su propio pueblo y evitar así su caída.
Afortunadamente, la novela no tiene visos de concluir. El Mediterráneo no es solo su cuenca. Sus conexiones se adentran en tierra firme y prosiguen más allá de ella. Ahora la que sufre es Inglaterra. Y, es que los pobres y marginados no viven solo en la parte africana y árabe sino también los hay en el viejo continente quienes viendo como los ricos les arrebatan lo que construyeron durante largos años sus abuelos y padres, se enfrentan a una nueva realidad de miseria y futuro incierto. España, Portugal, Italia Grecia, Francia han sufrido los estertores del escualo herido que en sus coletazos postreros arrastra a los más infelices al cieno de su podredumbre.
Las bombas que hoy sacuden Libia y los “mercenarios” que hoy pululan por las fronteras sirias se extienden en su propia modalidad por los barrios míseros de la antigua Europa. Ella parió dos guerras mundiales, una cada vez más cruenta y terrible que la anterior. ¿Parirá una tercera? Los signos financieros parecen demostrar que hoy también lo económico es un ingrediente esencial en la fabricación del potaje conflictivo mundial.
El dólar se irá de este mundo chorreando lodo y sangre. Pero ese es otro capítulo de la novela negra del capital que apenas está comenzando. La trama va para rato.
Carlos Guillermo Maldonado
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