Se cumplen hoy 54 años de uno hecho político que signó de manera trágica el destino de los argentinos.
Como prefacio de lo que iba a acontecer ese fatídico 16 de septiembre de 1955, tres meses antes, el 16 de junio, el pueblo argentino asistió impávido a la peor masacre de nuestra historia contemporánea, cuando aviones de la armada y la fuerza aérea bombardearon en plaza de mayo a un pueblo sorprendido e indefenso.
Quienes ese 16 de junio bombardearon la plaza, junto a quienes apoyaron la revuelta, no tenían como meta cambiar un proyecto político por otro. Su única idea era voltear a Perón. Lo que vendría después no importaba, el solo hecho de quebrar al peronismo y hacerlo desaparecer era ya una razón en si misma.
Por supuesto, detrás, en las sombras, estaban quienes al ver afectados sus intereses, habían urdido esta gran mentira que fue la revolución libertadora.
Y digo mentira porque las revoluciones son saltos cualitativos hacia adelante que en un punto histórico realizan las sociedades, son procesos evolutivos, y este triste episodio fue una involución hacia un estado de cosas que la revolución peronista había dejado atrás. Y no fue libertadora sino (parafraseando a Leónidas Lamborghini) des-libertadora, ya que ese volver a tras significó, entre otras cosas, devolverle el yugo opresor a los trabajadores y a los humildes.
Se podrá discutir ahora, con la perspectiva que da la distancia y el tiempo, si se podría haber cambiado el curso de la historia tomando tal o cual medida en respuesta a tanta barbarie. Pero en todo caso, y de todos modos, ello no minimiza el carácter brutal de quienes masacraron al pueblo intentando cambiar el rumbo de su historia para siempre.
El odio manifestado ya antes en las paredes con el famoso “viva el cáncer”, solo tiene paralelismo histórico con la feroz campaña de descrédito montada en contra de nuestra Presidenta.
Y quienes hemos sido testigos de la historia de los últimos cuarenta años, sabemos que no sólo en eso se parecen los “opositores” de hoy.
La respuesta por parte de la oposición al Proyecto de Ley de Medios Audiovisuales, muestra descarnadamente y una vez más (ya lo habían hecho con la Resolución 125), que acá no hay proyecto político alternativo (que sería válido de existir), sino la voluntad de acorralar y en lo posible interrumpir este Proyecto Nacional y Popular que sólo reconoce como antecedente la Revolución Peronista de los años ´50.
Es por todo ello que debemos extremar el estado de movilización y acompañamiento al gobierno nacional para ahuyentar cualquier intento golpista del pelaje y modalidad que sea.
Justicia y memoria para los muertos del ´55.
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