El hermano Obama
No necesitamos que el imperio nos
regale nada. Nuestros esfuerzos serán legales y pacíficos, porque es nuestro
compromiso con la paz y la fraternidad de todos los seres humanos que vivimos
en este planeta
Los reyes de España nos trajeron
a los conquistadores y dueños, cuyas huellas quedaron en los hatos circulares
de tierra asignados a los buscadores de oro en las arenas de los ríos, una
forma abusiva y bochornosa de explotación cuyos vestigios se pueden divisar
desde el aire en muchos lugares del país.
El turismo hoy, en gran parte,
consiste en mostrar las delicias de los paisajes y saborear las exquisiteces
alimentarias de nuestros mares, y siempre que se comparta con el capital privado
de las grandes corporaciones extranjeras, cuyas ganancias si no alcanzan los
miles de millones de dólares per cápita no son dignas de atención alguna.
Ya que me vi obligado a mencionar
el tema, debo añadir, principalmente para los jóvenes, que pocas personas se
percatan de la importancia de tal condición en este momento singular de la
historia humana. No diré que el tiempo se ha perdido, pero no vacilo en afirmar
que no estamos suficientemente informados, ni ustedes ni nosotros, de los
conocimientos y las conciencias que debiéramos tener para enfrentar las
realidades que nos desafían. Lo primero a tomar en cuenta es que nuestras vidas
son una fracción histórica de segundo, que hay que compartir además con las
necesidades vitales de todo ser humano. Una de las características de este es
la tendencia a la sobrevaloración de su papel, lo cual contrasta por otro lado
con el número extraordinario de personas que encarnan los sueños más elevados.
Nadie, sin embargo, es bueno o es
malo por sí mismo. Ninguno de nosotros está diseñado para el papel que debe
asumir en la sociedad revolucionaria. En parte, los cubanos tuvimos el
privilegio de contar con el ejemplo de José Martí. Me pregunto incluso si tenía
que caer o no en Dos Ríos, cuando dijo “para mí es hora”, y cargó contra las
fuerzas españolas atrincheradas en una sólida línea de fuego. No quería
regresar a Estados Unidos y no había quién lo hiciera regresar. Alguien arrancó
algunas hojas de su diario. ¿Quién cargó con esa pérfida culpa, que fue sin
duda obra de algún intrigante inescrupuloso? Se conocen diferencias entre los
Jefes, pero jamás indisciplinas. “Quien intente apropiarse de Cuba recogerá el
polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha”, declaró el
glorioso líder negro Antonio Maceo. Se reconoce igualmente en Máximo Gómez, el
jefe militar más disciplinado y discreto de nuestra historia.
Mirándolo desde otro ángulo, cómo
no admirarse de la indignación de Bonifacio Byrne cuando, desde la distante
embarcación que lo traía de regreso a Cuba, al divisar otra bandera junto a la
de la estrella solitaria, declaró: “Mi bandera es aquella que no ha sido jamás
mercenaria…”, para añadir de inmediato una de las más bellas frases que escuché
nunca: “Si deshecha en menudos pedazos llega a ser mi bandera algún día…
¡nuestros muertos alzando los brazos la sabrán defender todavía!...”. Tampoco
olvidaré las encendidas palabras de Camilo Cienfuegos aquella noche, cuando a
varias decenas de metros bazucas y ametralladoras de origen norteamericano, en
manos contrarrevolucionarias, apuntaban hacia la terraza donde estábamos
parados. Obama había nacido en agosto de 1961, como él mismo explicó. Más de
medio siglo transcurriría desde aquel momento.
Veamos sin embargo cómo piensa
hoy nuestro ilustre visitante:
“Vine aquí para dejar atrás los
últimos vestigios de la guerra fría en las Américas. Vine aquí extendiendo la
mano de amistad al pueblo cubano”.
De inmediato un diluvio de
conceptos, enteramente novedosos para la mayoría de nosotros:
“Ambos vivimos en un nuevo mundo
colonizado por europeos”. Prosiguió el Presidente norteamericano. “Cuba, al
igual que Estados Unidos, fue constituida por esclavos traídos de África; al
igual que Estados Unidos, el pueblo cubano tiene herencias en esclavos y
esclavistas”.
Las poblaciones nativas no
existen para nada en la mente de Obama. Tampoco dice que la discriminación
racial fue barrida por la Revolución; que el retiro y el salario de todos los
cubanos fueron decretados por esta antes de que el señor Barack Obama cumpliera
10 años. La odiosa costumbre burguesa y racista de contratar esbirros para que
los ciudadanos negros fuesen expulsados de centros de recreación fue barrida
por la Revolución Cubana. Esta pasaría a la historia por la batalla que libró
en Angola contra el apartheid, poniendo fin a la presencia de armas nucleares
en un continente de más de mil millones de habitantes. No era ese el objetivo
de nuestra solidaridad, sino ayudar a los pueblos de Angola, Mozambique, Guinea
Bissau y otros del dominio colonial fascista de Portugal.
En 1961, apenas dos años y tres
meses después del Triunfo de la Revolución, una fuerza mercenaria con cañones e
infantería blindada, equipada con aviones, fue entrenada y acompañada por
buques de guerra y portaviones de Estados Unidos, atacando por sorpresa a
nuestro país. Nada podrá justificar aquel alevoso ataque que costó a nuestro
país cientos de bajas entre muertos y heridos. De la brigada de asalto
proyanki, en ninguna parte consta que se hubiese podido evacuar un solo
mercenario. Aviones yankis de combate fueron presentados ante Naciones Unidas
como equipos cubanos sublevados.
Es de sobra conocida la
experiencia militar y el poderío de ese país. En África creyeron igualmente que
la Cuba revolucionaria sería puesta fácilmente fuera de combate. El ataque por
el Sur de Angola por parte de las brigadas motorizadas de Sudáfrica racista los
lleva hasta las proximidades de Luanda, la capital de este país. Ahí se inicia
una lucha que se prolongó no menos de 15 años. No hablaría siquiera de esto, a
menos que tuviera el deber elemental de responder al discurso de Obama en el
Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.
No intentaré tampoco dar detalles,
solo enfatizar que allí se escribió una página honrosa de la lucha por la
liberación del ser humano. De cierta forma yo deseaba que la conducta de Obama
fuese correcta. Su origen humilde y su inteligencia natural eran evidentes.
Mandela estaba preso de por vida y se había convertido en un gigante de la
lucha por la dignidad humana. Un día llegó a mis manos una copia del libro en
que se narra parte de la vida de Mandela y ¡oh, sorpresa!: estaba prologado por
Barack Obama. Lo ojeé rápidamente. Era increíble el tamaño de la minúscula
letra de Mandela precisando datos. Vale la pena haber conocido hombres como
aquel.
Sobre el episodio de Sudáfrica
debo señalar otra experiencia. Yo estaba realmente interesado en conocer más
detalles sobre la forma en que los sudafricanos habían adquirido las armas
nucleares. Solo tenía la información muy precisa de que no pasaban de 10 o 12
bombas. Una fuente segura sería el profesor e investigador Piero Gleijeses,
quien había redactado el texto de “Misiones en conflicto: La Habana, Washington
y África 1959-1976”; un trabajo excelente. Yo sabía que él era la fuente más
segura de lo ocurrido y así se lo comuniqué; me respondió que él no había
hablado más del asunto, porque en el texto había respondido a las preguntas del
compañero Jorge Risquet, quien había sido embajador o colaborador cubano en
Angola, muy amigo suyo. Localicé a Risquet; ya en otras importantes ocupaciones
estaba terminando un curso del que le faltaban varias semanas. Esa tarea
coincidió con un viaje bastante reciente de Piero a nuestro país; le había
advertido a este que Risquet tenía ya algunos años y su salud no era óptima. A
los pocos días ocurrió lo que yo temía. Risquet empeoró y falleció. Cuando
Piero llegó no había nada que hacer excepto promesas, pero ya yo había logrado
información sobre lo que se relacionaba con esa arma y la ayuda que Sudáfrica
racista había recibido de Reagan e Israel.
No sé qué tendrá que decir ahora
Obama sobre esta historia. Ignoro qué sabía o no, aunque es muy dudoso que no
supiera absolutamente nada. Mi modesta sugerencia es que reflexione y no trate
ahora de elaborar teorías sobre la política cubana.
Hay una cuestión importante:
Obama pronunció un discurso en el
que utiliza las palabras más almibaradas para expresar: “Es hora ya de
olvidarnos del pasado, dejemos el pasado, miremos el futuro, mirémoslo juntos,
un futuro de esperanza. Y no va a ser fácil, va a haber retos, y a esos vamos a
darle tiempo; pero mi estadía aquí me da más esperanzas de lo que podemos hacer
juntos como amigos, como familia, como vecinos, juntos”.
Se supone que cada uno de
nosotros corría el riesgo de un infarto al escuchar estas palabras del
Presidente de Estados Unidos. Tras un bloqueo despiadado que ha durado ya casi
60 años, ¿y los que han muerto en los ataques mercenarios a barcos y puertos cubanos,
un avión de línea repleto de pasajeros hecho estallar en pleno vuelo,
invasiones mercenarias, múltiples actos de violencia y de fuerza?
Nadie se haga la ilusión de que
el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la gloria y los derechos,
y a la riqueza espiritual que ha ganado con el desarrollo de la educación, la
ciencia y la cultura.
Advierto además que somos capaces
de producir los alimentos y las riquezas materiales que necesitamos con el
esfuerzo y la inteligencia de nuestro pueblo. No necesitamos que el imperio nos
regale nada. Nuestros esfuerzos serán legales y pacíficos, porque es nuestro
compromiso con la paz y la fraternidad de todos los seres humanos que vivimos
en este planeta.
Fidel Castro Ruz
Marzo 27 de 2016
10 y 25 p.m.
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