Salarios en el blanco
Por Alfredo Zaiat
Resulta ilustrativo exponer la
secuencia de las medidas económicas del gobierno de Macri, como propuso al
inicio de su conferencia de prensa el ministro Alfonso Prat-Gay, para
comprender cuál es su objetivo central. La megadevaluación anunciada ayer, sin
precisar el “número mágico” pero sugerido en 14,25 pesos (como mínimo equivale
a un alza del 45 por ciento respecto del tipo de cambio oficial de ayer), es
una de las principales iniciativas pero no la única del plan económico. La
desproporcionada alteración de la paridad cambiaria forma parte de un paquete
que tiene un blanco predeterminado: la definición de un nuevo estadio de la
distribución del ingreso, regresivo a partir de ahora rompiendo con la
tendencia de los últimos años. Esto será así porque se está afectando en forma
negativa el poder de compra de trabajadores y jubilados, con la lejana promesa
de un acuerdo social para convalidar ese retroceso. Detrás de la presentación
marketinera “fin del cepo”, lo que se anunció fue una megadevaluación con el objetivo
es bajar la incidencia del salario (en pesos y en dólares) en el costo de las
empresas. La fuerte transferencia regresiva de ingresos es indudable y no se
logra disimular con la alegría que buscó transmitir Prat-Gay por terminar con
las restricciones para la compra de dólares. Es una alegría sorprendente
teniendo en cuenta la historia económica argentina con las bruscas
devaluaciones.
Previo a detallar el recorrido de
las medidas es conveniente saber que no era necesario semejante ajuste en
ninguna de las variables económicas. La economía argentina no está en crisis
aunque sí enfrenta tensiones cambiarias, inflacionarias, fiscales y del sector
externo. Solo el repiqueteo –acción que está proponiendo el macrismo para la
difusión de análisis económicos en los grandes medios amarillos– de la falacia
acerca de la inexistencia de reservas y del desborde del déficit fiscal
justifican los bruscos cambios que Macri dispuso en retenciones, en el tipo de
cambio y en la administración del comercio exterior. Es una decisión política
deliberada realizar un ajuste de semejantes proporciones. Ajuste que no se
inició con la efectivización de las medidas, sino cuando fueron anunciadas el
mes pasado por sus economistas. Por eso en la evaluación de la actual gestión económica
no hay que estar distraídos y saber que comenzó en noviembre, pese a la
intención de Prat-Gay de eludir esa carga al señalar que su referencia son los
precios del 30 de noviembre. Adelantar iniciativas que históricamente aquí y en
cualquier otro país son informadas de un día al otro para evitar especulaciones
y comportamientos defensivos de agentes económicos fue una de las innovaciones
de los economistas de Macri. Por eso la inflación y el deterioro de la
actividad económica de noviembre, extendido con mayor intensidad en este mes,
es responsabilidad de Macri, aunque su ministro de Hacienda y Finanzas pretenda
desentenderse.
La sucesión de medidas comenzó
con la eliminación de las retenciones a las exportaciones del complejo agrario
–y reducción de 5 puntos a las de la soja–, de economías regionales e
industriales. Significa una transferencia de ingresos de unos 30 mil millones
de pesos anuales teniendo en cuenta un valor del dólar de 9,80, que se eleva a
unos 60 mil millones de pesos en 2016 al nuevo tipo de cambio entre 14,50 y
15,00 pesos. También implica un aumento de los precios internos de esos
productos de exportación y de sus derivados (por ejemplo, el cerdo que se
alimenta con maíz). El impacto inflacionario de esa medida no puede disimularse.
Prat-Gay reiteró una confusión
deliberada para justificar su megadevaluación afirmando que el gobierno de
Cristina Fernández de Kirchner en ocho años lo hizo “en 230 por ciento” (para
no cultivar la ignorancia vale señalar que no existe una devaluación del 100
por ciento –desaparición de la moneda–, lo que hubo fue un aumento del tipo de
cambio en esa proporción). La diferencia sustancial es que esa variación fue en
ocho años con una política de ingresos progresiva que permitió avances en
términos reales del salario y las jubilaciones. En cambio, el fortísimo ajuste
cambiario de Prat-Gay es aplicado en un solo día sin ninguna iniciativa de
compensación en los ingresos de trabajadores y jubilados. Integrantes de esos
grupos sociales que se sentían bajo tortura financiera porque no podían comprar
dólares libremente, ahora no lo van a poder hacer por el alza de la paridad y
por la caída de la capacidad de ahorro porque el shock inflacionario está
deteriorando el presupuesto familiar. No podrán comprar dólares pero lo harán
con alegría.
El otro paso del plan económico
de Macri es la apertura comercial, liberalizando las exportaciones de productos
de la canasta básica y la eliminación del principal instrumento (DJAI) para
evitar el ingreso irrestricto de importaciones. Lo primero presiona aun más
sobre la tasa de inflación por el lado de la competencia entre el
abastecimiento interno y las ventas al exterior y por el impacto pleno del
precio internacional en el mercado local. En sentido contrario, las importaciones
servirán para frenar los aumentos de precios pero con consecuencias negativas
sobre la producción nacional y el empleo. Es una estrategia de menos inflación
con más desempleo.
La medida no mencionada ayer por
Prat-Gay pero que constituye otro pilar importante del programa contra el
salario es la reducción y hasta eliminación de los subsidios en servicios
públicos esenciales (inicialmente en luz y gas; sin definiciones por ahora en
transporte). Aquí la obsesión es el nivel de gasto público y el déficit fiscal,
entonces buscan compensar la pérdida de recursos por la eliminación de
retenciones con menores subsidios. Pero la megadevaluación aumentará esa cuenta
por el costo de la energía importado, salvo que también lo trasladen al
consumidor, lo que las tarifas subirían todavía mucho más de la estimación
inicial. Un alza que se reflejará en la tasa de inflación.
Para sostener estos cuatro
frentes del plan económico (retenciones, devaluación, apertura y menores
subsidios) que provocan un shock inflacionario que el Indec-Todesca anunció que
no medirá, Prat-Gay apelará a la suba de la tasa de interés para desalentar la
compra de dólares y al endeudamiento desenfrenado. Fue impactante la alegría
expresada por el ministro cuando informó que no serán 10 mil millones de
dólares, sino de 15 mil a 25 mil millones de dólares el monto del blindaje
financiero. Es un paquete de deuda que estará completado en cuatro semanas,
confió el ministro. Por ahora se tiró a una pileta que sólo estará abastecida
con 400 millones de dólares diarios por adelantos de las exportadoras de
cereales. Además, disparar la tasa de interés tiene un efecto negativo sobre el
nivel de actividad con el objetivo de no alimentar la corrida cambiaria. Es
recesivo y una trampa de difícil salida, como enseñan situaciones similares de
las décadas del 70 y 80.
El plan económico de Macri, que
tiene la innovación de un ministro presentando una megadevaluación con alegría
por el “fin del cepo”, apunta a redefinir una distribución regresiva del
ingreso. El salario y las jubilaciones quedaron alcanzados de ese modo por el
dardo de Prat-Gay.
No hay comentarios:
Publicar un comentario