“El Peronismo no es populismo, es
revolución.”
Jhon William Cooke, Junio de 1962
Homenaje a quien fue una pieza
clave de la resistencia peronista
Por Norberto Galasso
Trató a Juan Domingo Perón de
igual a igual, se consideró marxista y también peronista, fue un intelectual y
también un hombre de acción. Viajó a Cuba y junto a su mujer de transformó en
miliciano y participó de la
Revolución.
Pocos personajes de nuestra
historia ofrecen facetas tan singulares como la de este gran pensador y
luchador argentino. Se llamó John William* cuando seguramente él hubiera
querido que lo denominasen Juan Guillermo. Se consideraba peronista pero
también marxista. Como integrante del peronismo fue –casi seguramente– el único
que discutió con el general Perón de igual a igual, sin inhibiciones ni
reservas mentales: "Usted procede en forma muy diferente a la que yo
preconizo y a veces, en forma totalmente antitética" (enero 1966). El
único que se animó a decirle que algún día iba a morir (3/3/1962). Fue
intelectual profundo, pero al mismo tiempo hombre clave de la resistencia y se
lanzó con "una pistola 45" y tres cargadores de balas a parar a los
marinos en junio de 1955. Tenía cierta renguera y un cuerpo voluminoso pero le
encantaba bailar el tango. Fue invitado a un congreso en la Cuba presidida por Fidel y lo
retuvieron en el aeropuerto porque el Partido Comunista de la Argentina dio malos
informes sobre él ("¿Qué tal, Cooke? ¿Está en cana?", le dijo
sonriendo El Che y aclaró la situación). Una anécdota resume su independencia
de criterio y su singularidad en sus opiniones. Ante las diferencias que
mantiene con Jorge Antonio, Perón intenta limar asperezas y para calmarlo le
dice: "Pero, Bebe, Jorgito es millonario, pero es un millonario
peronista." Y él le responde: "Mi General, disculpe, pero yo no hago
esos distingos. Para mí, no hay millonarios peronistas y millonarios
antiperonistas, los millonarios son millonarios, nada más."
Pero quizá lo que otorga a Cooke
una característica aun más propia y definida está dada por su permanente
transformación, a través de la acción política, al mismo ritmo que se
modificaban y profundizaban las posiciones de las grandes masas. Él provenía de
una familia de irlandeses en cuyo hogar se hablaba en idioma inglés y en lo
político, seguían la tradición radical. Su padre, Juan Isaac era dirigente
importante de la UCR
y como tal estaba alineado, en la segunda guerra, en el campo aliadófilo, donde
también se situaba John en su juventud, celebrando los triunfos de Inglaterra. Pero
al crecer el movimiento obrero y alcanzar el protagonismo del 17 de octubre,
John ya integra el movimiento nacional e ingresa al Congreso de la Nación como diputado. Ha
comprendido que soplan vientos de revolución y que el peronismo viene a cubrir
el vacío dejado por los viejos partidos perimidos. Entonces afirma: "En
1945... el peronismo fue el movimiento que surgió y triunfó contra todos los
partidos, que hizo saltar el esquema de los partidos repartiéndose el poder
político. No es que la izquierda hacía crisis; es que era una parte de la
superestructura política del imperialismo y saltó junto con los demás pedazos
de esa superestructura... El movimiento popular que atacó a la oligarquía y al
imperialismo pasó a ser la izquierda por cuanto representaba las fuerzas del
progreso nacional y de la independencia del extranjero. Fue una situación
revolucionaria, donde los esquemas teóricos no servían. Faltaba una Izquierda
Nacional y ese papel pasó a ocuparlo peronismo, aunque sin definirse como
tal."
En su gestión parlamentaria,
siendo el diputado más joven –"El Bebe", lo llamaron– fue el más
sólido y brillante. A él recurrió Perón después del tremendo bombardeo del
16/6/55 para reorganizar el partido en la Capital Federal ,
pero ya era muy tarde y el gobierno fue derrocado en septiembre. Una tremenda
noche de terror y silenciamiento cayó sobre el peronismo en esos años, resumida
en la delirante mordaza del Decreto 4161 y los fusilamientos del '56. Cooke,
mientras tanto, intentaba armar "la resistencia" y era paseado por
todas las cárceles del país, hasta "el infierno blanco" de Ushuaia e
inclusive sufre simulacro de fusilamiento. Producido el triunfo de Frondizi en
1958, cuando los obreros se levantan contra la primera privatización impuesta
por el FMI, Cooke avanza aun más en su posición e intenta convertir esa lucha
en paro general, en un momento en que era delegado personal de Perón y más aun,
el único a quien Perón alguna vez designa su sucesor para el caso de su muerte.
Pero la burocracia política del peronismo le boicotea su acción y después de
denunciarlos ante Perón, viaja a Cuba, donde adhiere fervorosamente a la Revolución. Tiempo
más tarde es miliciano, al igual que su mujer Alicia Eguren, y participan en la
lucha cuando el imperialismo invade Bahía de los Cochinos.
Reside unos pocos años en la isla
y allí les explica a muchos cubanos mal informados los progresos alcanzados por
las mayorías populares dela Argentina durante los dos gobiernos de Perón. Luego
se desempeña como representante de Fidel y El Che ante Perón –en España–
sugiriéndole se traslade para residir en Cuba, a lo cual el General le
responde: "Dígale a Fidel que él hizo el asalto al Moncada llevando
consigo el rosario y la cruz y yo todavía tengo que seguir llevándolos."
En esa época es un socialista
convencido, pero al mismo tiempo se sigue considerando peronista y por ambas
banderas milita sin cesar. Parte de esa lucha queda registrada en una rica
correspondencia mantenida con el General durante una década (1956-1966). Allí
analiza la correlación de fuerzas, la imposibilidad, por ahora, de la
revolución armada, como asimismo la importancia que tendría abandonar la
conducción pendular de un movimiento policlasista para acentuar sus rasgos
revolucionarios. Comprende que "el peronismo es el hecho maldito del país
burgués", pero también que "es un gigante invertebrado y miope"
si no se dan los cuadros necesarios y no se desplaza a los burócratas políticos
y sindicales. En esas cartas, Perón le explica que hay que ser como el Papa
"que benedice a tutti", que la unidad es lo principal dado el poderío
del enemigo. Cooke no está de acuerdo y se atreve a refutarlo: "¿Para qué
nos sirve el número, para votar en las elecciones que no se han de
realizar?" También afirma: "Peronismo y antiperonismo son, en esta
etapa, la forma en que se da políticamente la lucha de clases..." ¿Unidad
para qué, entonces? Su opinión es que obispos, generales y empresarios están de
más en el peronismo. Perón le contesta, desde su condición de líder nacional,
que si los echamos, engrosaremos las fuerzas del enemigo. Otras veces el
General no le responde por un tiempo. A veces, le señala: "Querido Bebe:
... muchas gracias por su interesante y valiosa información..."Los
“leales” y los desleales cuentan sólo para construir y debemos manejarlos a
todos porque si no llegaríamos al final con muy poquitos. Por otra parte, hay
dos clases de lealtad, la de los que son leales de corazón al Movimiento y los
que son leales cuando no les conviene ser desleales. Con ambos hay que contar,
usando a los primeros sin reservas y utilizando a los segundos, a condición de
colocarlos en una situación en la que no les convenga defeccionar. Al final, no
hay hombres buenos ni malos, más bien todo depende de las circunstancias,
aunque para conducir es siempre mejor pensar que muchos son malos y
mentirosos." En otras cartas, también se observa que intenta persuadirlo:
"Usted tiene razón, Bebe, lo felicito…" Pero al final de la carta le
reitera la política de "bendecir a todos", como única manera de
aislar a la oligarquía y al imperialismo. Pero Cooke insiste: "Cuando
usted ya no esté, ¿qué significará ser peronista?"
A finales de 1963, Cooke regresa
a la Argentina
y crea Acción Revolucionaria Peronista, es decir, intenta formar una izquierda
orgánica, dentro del movimiento, para estar en condiciones de incidir mejor. Ideológicamente
su influencia se difunde, pero –y él no tiene duda alguna– la clase
trabajadora, en su abrumadora mayoría, está con el General y no ve la necesidad
de construir el partido revolucionario que él preconiza.
En sus últimos años, concurre a
varios congresos en Cuba y reafirma allí su posición revolucionaria e inclusive
adhiere a la lucha armada que se intenta en otros países. Sin embargo, aún en
sus últimos escritos, sostiene: "Perón no sólo es el artífice de la única
época en que el obrero fue feliz –década que el tiempo y el drama de hoy
embellecen aun más en la nostalgia– sino algo más importante es el recuerdo, el
símbolo de la primavera revolucionaria del proletariado argentino, del momento
cenital de las grandes conquistas sociales y las reivindicaciones nacionales. Por
eso, su mito se alimenta tanto de la adhesión de los obreros como del odio que
le profesa la oligarquía, no atenuado por los años porque es el reverso del
amor de los humildes… En el laberinto de la política a ras del suelo a que nos
tiene acostumbrados nuestros burócratas Perón parecería estar bloqueando vaya a
saber qué caminos. Desde las alturas de las formas superiores de la lucha
revolucionaria, no obstruye nada. El pueblo se resiste a abandonar sus ídolos
acreditados en el milagro por otros no probados… El prestigio de la conducción
revolucionaria de esta nueva generación se cargará con el magnetismo de su
antiguo prestigio."
Por entonces, lo toma el cáncer. A
los pocos meses, el 19 de septiembre de 1968, muere, pero su última voluntad
–hecho todavía insólito en la
Argentina de 1968– es que sus órganos vitales sean usados
para quien los necesite, como si quisiera que sus ojos siguieran viendo, desde
otro cuerpo, los cambios de su querida América Latina, en busca de su destino
igualitario.
19/09/12 Tiempo Argentino
*John William Cooke (La Plata , 14 de noviembre de
1919 – Buenos Aires, 19 de septiembre de 1968)
No hay comentarios:
Publicar un comentario