El Che y el peronismo
La imagen del Che fue reducida a
la del guerrillero que menospreciaba a los movimientos nacionales y populares.
Por: Norberto Galasso
Hoy se cumplen 46 años del
asesinato de Ernesto "Che" Guevara en Bolivia. Resulta entonces
oportuno disipar algunos equívocos acerca de su posición respecto del
peronismo, pues agrupaciones de la vieja izquierda se preocuparon durante
muchos años por ofrecer la imagen de un "Che" antiperonista. O para
ser aun más preciso: algunas, lo caracterizaron como "un loquito", un
aventurero que por casualidad participó en una revolución triunfante en Cuba.
Otras, intentaron apropiárselo mostrándolo como lo más opuesto a las luchas de
los trabajadores peronistas. Varias eran las facetas que podían rescatarse en
la lucha de Ernesto Guevara: su humanismo revolucionario, el planteo del
"hombre nuevo" que vino a oxigenar a un socialismo tergiversado por
el stalinismo, su concepción latinoamericanista, su antiimperialismo, su
posición antiburocrática y su participación en la lucha armada que llegó a la
victoria en Cuba. Pero de todas ellas, sólo se tomó la última y el poster del
Che, metralleta en mano, se multiplicó en las habitaciones de los adolescentes
de la clase media. Hubo, es cierto, quienes lo emparentaron, como ejemplo
revolucionario, con Evita, pero a condición de considerar a Perón como un
militar fascista.
La inoperancia y la impotencia de
las izquierdas tradicionales –el reformismo de los socialdemócratas conformes
con sancionar leyes sociales que no se aplicaban y el sometimiento de los
comunistas a las orientaciones de la III Internacional rusificada por Stalin
bajo la concepción del socialismo en un solo país, así como el trotskismo
tergiversado– favorecieron la reducción de la figura del Che a la del
guerrillero que menospreciaba o descalificaba a los movimientos nacionales y
populares por su escasa vocación revolucionaria que sólo era posible cuando la
política se sometía al dictado de las armas. En el caso argentino, se llegó a
oponerlo lisa y llanamente a movimientos como el peronismo del '45.
Pero sucedió que un día el padre
del Che publicó el libro Aquí va un soldado de América donde reprodujo cartas
de Ernesto a sus familiares que refutaban la fábula de la pseudoizquierda. Ese
libro circuló escasamente por los ámbitos de la izquierda tradicional pero, con
el correr de los años, no han podido lograr silenciarlo.
De allí resulta que el Che no
hizo política en la Argentina ni se fue a recorrer América Latina porque le
resultase insoportable el peronismo de la Argentina. Apenas si concurrió a
algún acto antiperonista, siendo adolescente, llevado por su padre. En sus dos
viajes por América Latina puede decirse que el Che se buscaba a sí mismo,
quería encontrar algo donde poner sus fuerzas que fuera humana y éticamente
valorable, ya fuese atender leprosos corriendo el peligro del contagio, o
sumergirse en las tradiciones de los pueblos originarios para recuperar los
orígenes perdidos o simplemente, conocer en profundidad los diversos lugares
del mundo de esa época que le había tocado vivir. En esas andanzas encontró
latinoamericanos que le hablaban bien de Perón y Evita y a medida que
comprendió la necesidad de la lucha antiimperialista comenzó a valorar lo
realizado en la en Argentina a partir de 1945. Y de ahí provienen las cartas
que su padre dio a conocer, provocando el escándalo del mexicano Jorge
Castañeda: "El padre del Che intenta reescribir la historia al sostener
que su hijo no era un combatiente antiperonista" (p. 55 de La vida en
rojo). Indignación sin sentido, por supuesto. El padre sólo reproducía cartas
de su hijo hasta ese momento desconocidas.
En ellas, el Che es contundente.
Respecto al bombardeo del 16 de junio de 1955 afirma: "...no hay
escapatoria posible ante la historia para los mierdas de los aviadores que
después de asesinar gente a mansalva se van a Montevideo a decir que cumplieron
con su fe en Dios". Con respecto al derrocamiento de Perón sostiene, en
otra carta: "Te confieso con toda sinceridad que la caída de Perón me
amargó profundamente..." Critica en otras cartas a la mal llamada
Revolución Libertadora y se burla del proyanquismo de su padre y del
antiperonismo de su madre y de su tía, definiéndose muy críticamente respecto
de Aramburu y su gente. No es casualidad tampoco que ya triunfante la
Revolución en Cuba, denomine "Descamisados" a su escuadrón, ni que
sostenga "que en Cuba los únicos privilegiados deben ser los niños",
repitiendo literalmente la frase de Perón. Tampoco es casual su amistad con
John W. Cooke y su propuesta de que Perón pase a residir en Cuba. En este
sentido, hay quienes perjuran que llegó a visitarlo a Perón en España y que le
dio apoyo financiero para su regreso a la Argentina. También le envía a sus
padres "un abrazo del tamaño del monumento al descamisado, no es el que
iban a hacer sino el que está en el corazón del pueblo argentino junto a la
imagen de nuestra querida pareja presidencial".
Picardías de las izquierdas que
desvían los impulsos de adolescentes bien intencionados en querer cambiar el
mundo. Tan graves como lo fueron también las picardías de la derecha peronista
que ocultó mucho tiempo esta declaración de Perón al producirse el asesinato
del Che: "Era uno de los nuestros... quizás el mejor." Hoy que
Latinoamérica va hacia la reconstrucción de la Patria Grande, conviene empezar
a eliminar estos malentendidos como el del supuesto rencor entre San Martín y
Bolívar para colocar en un mismo camino a aquellos que –con matices o tácticas
distintas– jugaron un rol fundamental por lograr su liberación, su unificación
y el hombre nuevo.
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