jueves, 10 de noviembre de 2011
Tradición militante...
EL CHACHO SEGÚN JOSÉ HERNÁNDEZ
(Fragmento)
“Vamos a describir a grandísimos rasgos la vida de este héroe sencillo y modesto, a bosquejarla con la brevedad con que nos lo permite el carácter y aun el, objeto de esta publicación.
Pocos habrá, quizás, que conozcan una existencia extraordinaria, ese caudillo valiente, generoso y caballeresco, que ha sido actor en las escenas más notables del drama de nuestras luchas civiles y a quien
sus perversos, enemigos han pintado como el tipo de la ferocidad y encarnación del crimen.
Peñaloza, puede decirse muy bien, que ha sido durante su azarosa vida: una propiedad de la Patria y de sus amigos. Era una de, aquellas almas inspiradas sólo en el bien de los demás, uno de aquellos
corazones que no conocen jamás, el odio, el rencor, la venganza ni el miedo. Si sus enemigos hubieran abrigado un átomo siquiera de los generosos sentimientos que él atesoraba en su alma, no habrían sido
jamás, tan injustos y tan crueles con el. Sabemos muy bien que nuestra tarea de hacer conocer la historia de ese patriota infortunado nos valdría, cuando menos, de parte de sus encarnizados enemigos, la burla, los apóstrofes groseros, el insulto y la calumnia. Pero, por odiosa que esta tarea resulte a ciertos ojos, no puede, semejante consideración, in_ uir más en nosotros que el sentimiento de justicia que coloca la
pluma en nuestras manos.
Con objeto menos loable, se han tomado otras tareas más arduas. Sarmiento escribió su Facundo sin más objeto que deprimir un partido que no podían vencer haciéndose remunerar con largueza por los suyos ese trabajo. ¿Que extraño es, pues, que nosotros dediquemos algunas, palabras a un héroe sencillo y modesto, cuando sobre todo, estamos muy distantes de ser alentados con la esperanza de ninguna recompensa?
No es posible, trazar el más ligero rasgo respecto a la vida de Peñaloza sin encontrarse envuelto en las inmensas complicaciones de la guerra que desde hace cuatro décadas tiene lugar en nuestro país, y en todas
las cuales, ha tenido una parte a veces secundaria, a veces principal, pero siempre distinguida y honorable para él Peñaloza ha pasado, su vida en los campos de batalla, y la historia le consagrará una página sin mancha, como no alcanzaran jamás a obtenerlo muchos de los prohombres de los partidos Federal y Unitario.
Bosquejar, pues, la vida de Peñaloza es hacer una triste relación de nuestra luctuosa historia. Esa es la tarea que emprendemos con el sentimiento de la rectitud y de la justicia.
II
Peñaloza no fue jamás un hombre oscuro. Pertenece a, una de las más antiguas, como de las más notables familias de La Rioja, y la que ha contado y cuenta entre los suyos personas muy respetables.
Muy niño aún, fue tomado a su cargo por un anciano sacerdote de la provincia de La Rioja, a quien acompañó hasta su muerte. Este respetable anciano, cuyo nombre hemos sabido y no recordamos en este momento, balbuciente ya por su avanzada edad, no podía pronunciar claro la palabra muchacho con que acostumbraba a llamarlo, y solo le daba el nombre de Chacho que ha, venido a hacerse célebre en los fastos de nuestra historia política, y que será la eterna pesadilla de los que se han echado sobre sí la odiosa responsabilidad de su alevosa muerte.
Popularizado, este nombre entre los jóvenes de su época, y muerto ya el anciano sacerdote que lo tuvo a su cargo, el general Quiroga lo llevó a su lado, haciendo con él las veces de padre, y dándole como expresión de su afecto el nombre de, “Chachito”.
Una vez al lado de Quiroga, era natural que él aceptara la misma carrera del hombre que lo protegía, y muy joven entró al servicio de las armas, en clase de cadete en el regimiento escolta de dicho general”.
*Hernández, José y Sarmiento, Domingo F.: Proceso al Chacho, Buenos Aires, Ediciones Caldén, 1968,
p. 140 a 141.
* José Hernández nació el 10 de noviembre de 1834 y falleció el 21 de octubre de 1886.
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