miércoles, 29 de febrero de 2012

Caradura



Leemos hace minutos:

Macri rechaza el traspaso del subte y deja sin efecto el acta de acuerdo firmada a principios de año con el Gobierno
El jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires afirmó que la decisión del Ejecutivo porteño es no hacerse cargo del subterráneos luego del acuerdo firmado con Nación hace tres meses. Esto se da luego de un aumento en el servicio de más del 100%...

Tomado de Aqui

martes, 28 de febrero de 2012

Oda al sin nombre.


"Porque cuando una persona es muy grande,

ya no tiene nombre,

porque le queda chico"

Eva Zürn.




Tengo que cubrir este capítulo
y lo cubro con un amor de verano
con una brasa encendida debajo de los pies
con la cama bien tendida
con los pómulos fervientes.

Si al traje que te entrega
cuando sale el sol a la luz de la muchedumbre
pudiera yo, arrancarle unos botones
y agregarle algunos colores,
serían un azul ultramar, perdido en un ocaso osado.

Se volverían lágrimas los bostezos,
se entregaría la virgen al monte,
se volverían los ojos ciegos
y serían lapidados los muertos,
lapidados con cemento, con cal, con salmuera, con brazos
de hombres cansados,
de esos que no frenan.

Volveríamos a soñar juntos,
como en el patio de aquel Enero
donde las gentes apretada, en la ciudad inquieta,
se volvían tablas, inmóviles, ante los sueños.
Y aunque las verdades, les hagan sangrar
como las cortaderas de afuera,
lo que está dentro no basta solo.

Y fuimos de la mano,
contando hasta 3…
1
2
3…
Y se volvió este lugar de maravillas
una carroza colosal,
y aprendí a apretar bien las sienes
hasta hacer surgir un ladrillo,
y aprendí a contar,
con tus dedos y los míos
(para sumar más).

Pero no basta tanto amor ferviente,
no basta un grito desesperado,
ni un desamparado
en el agua metido hasta las orejas.
Basta respirar, y largar aire húmedo,
y mezclarlo con semillas,
y volver el patio, una casona
una sonrisa, millones de caras.

No te preocupes, que no creo en Dios
pero si en los amores de verano,
ahora miro al cielo, y te hablo a vos,
se amontonan y salpican
de amor, extrañeza,
los compañeros.
Mi cuerpo es débil, claro como la luna
y se abarrotan en las manos, las gotas
(del cielo, de ellos)
explotan y salen
se van y forman estrellas

pero vos
que no querés estar lejos,
volvés,

y sos piedra,
acá en la tierra, y solo en ella.

La palabra justa


Como extraordinario calidoscopio anunciador de terribles catástrofes, las usinas mediáticas de los innombrables batieron y batieron parche durante larguísimos tres o cuatro días… carroñeros por naturaleza, seguramente les atrajo el olor de tanto dolor… de tanta muerte…

no faltaron los dubitativos de costumbre, esos que están… pero que se vuelven dudosos y dejan de estar ante el primer comentario insidioso de los otros… (la bosta de paloma de que hablaba el General…)

En un acto veloz de travestismo, legiones de ingenieros en minería a cielo abierto y ambientalistas diversos, cambiaron sus mamelucos naranja y amarillo por el overol azul o gris de los ferroviarios… y ahí estaban: ingenieros, técnicos y obreros de sobreros pidiendo… unos que se vayan todos, otros que por qué no habló, uno que dónde estaba, otros que por que no hizo esto, otros que por qué hizo aquello… ¿Qué esta esperando?! gritaban algun@s al borde de un ataque de nervios…

lectores extemporáneamente tardíos de Scalabrini y Perón, olvidaban sus propios aplausos cuando “ramal que para, ramal que cierra”…

Fervorosos privatistas en los ´90, devenían en fanáticos estatistas de un estado que antes ayudaron a destruir y al que les cuesta reconocer reconstruido por parte de quienes mejor han gobernado la Argentina en los últimos cincuenta y siete años…

Todo esto pasó en unos pocos pero frenéticos días que parecieron llevarnos al borde de algún abismo…

Entonces, y como nos tiene acostumbrados, apareció Ella

asomándose como siempre a la historia, a esa historia grande que sólo construyen los justos…

Envuelta en la bandera de la patria dijo sólo lo necesario y esperable…

El pueblo aplaudió y lloró con Ella a la hora de las emociones…

y el graznido de los carroñeros desapareció ante el grito jubiloso de la Patria.

" Muchas veces para ir por todo es necesario que todos entiendan todo¨

lunes, 27 de febrero de 2012

200 años flameando.









Aquí está la bandera idolatrada,
la enseña que Belgrano nos legó,
cuando triste la Patria esclavizada
con valor sus vínculos rompió.

Aquí está la bandera esplendorosa
que al mundo con sus triunfos admiró,
cuando altiva en la lucha y victoriosa
la cima de los Andes escaló.

Aquí está la bandera que un día
en la batalla tremoló triunfal
y, llena de orgullo y bizarría,
a San Lorenzo se dirigió inmortal.

Aquí está, como el cielo refulgente,
ostentando sublime majestad,
después de haber cruzado el Continente,
exclamando a su paso: ¡Libertad!
¡Libertad! ¡Libertad!

sábado, 25 de febrero de 2012

THELMA Y NANCY - Siguen los Ajustes

¿Queremos ser un pueblo de pastores y labriegos?


Cada ambientalista fanático que escucho, refuerza mi credo scalabriniano. Para empezar, creo que erramos cuando repetimos que la cuestión minera comienza mal en la década de los noventa. Acierta Federico Bernal cuando remonta las raíces del problema a su verdadero origen: la situación semicolonial de un país soberano sólo en el aspecto formal, una nación que no estaba en condiciones de decidir y promover su desarrollo porque -como planteaba Scalabrini Ortiz- “todo progreso argentino daña alguna partícula de la hegemonía inglesa”. Pese a ello, el peronismo logró romper con ese vasallaje y durante diez años nuestro pueblo escribió otra historia, una que superaba aquella estrategia británica de generar “naciones mineras y naciones agropecuarias, pero no unidades orgánicas” que pudieran desafiar su poderío. Luego vino la restauración conservadora y, con ella, el golpe de gracia a nuestros anhelos emancipatorios. Sin embargo, todavía permanece en penumbras aquello que Scalabrini denunciaba cuando decía que el verdadero objetivo de los golpistas era acabar con el Artículo 40 de la Constitución del 49, “una verdadera muralla que nos defiende de los avances extranjeros y (que) está entorpeciendo y retardando el planeado avasallamiento y enfeudamiento de la economía argentina”. “Cada párrafo del artículo 40 -escribió Scalabrini- tiene la recia estructura de un bastión, y sus nítidas aristas no se prestan a torcidas interpretaciones. ‘La importación y la exportación estarán a cargo del Estado’. ‘Los minerales y caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas y las demás fuentes de energía, con excepción de los vegetales, son propiedades imprescriptibles e inalienables de la Nación’. ‘Los servicios públicos pertenecen originariamente al Estado y bajo ningún concepto podrán ser enajenados o concedidos para su explotación’. ‘Los que se hallasen en poder de particulares serán transferidos al Estado, mediante compra o expropiación’. ‘El precio de la expropiación… será el costo de origen… menos las sumas que se hubieran amortizado’. Son párrafos perfectos, concluyentes y sonoros como una cachetada”. El control de los resortes esenciales del país había llegado a su cenit con el artículo 40: “Tenemos una industria propia, luego nuestra nación existe”. Pero su derogación vino a barrer con “la dignidad integral de la vertical humana” que se había alcanzado. El gorilismo primero -y su versión noventosa luego- no hicieron más que engendrar “hombres derrotados que parecen gorilas. No podía ser de otra manera”. Curiosamente, cuando volvemos a tener una chance -una, no cien- de salir del “primitivismo agropecuario”, arrecian las críticas por derecha y por izquierda. Las primeras apuntan al nacionalismo, pero no dicen -como señalara Scalabrini Ortiz- que en realidad les preocupa que la Argentina evolucione “cada vez más hacia el nacionalismo industrial”: “La resistencia que ofrecemos al despojo es una manifestación de ‘ultranacionalismo’. Defender lo propio de la piratería extranjera, oponerse a revivir el drama de Martín Fierro y de Cruz, querer orientar hacia el bienestar general el comercio externo e interno, los cauces del crédito, de la energía y de los transportes, aferrarse a la propiedad nacional de la tierra para no ser un paria en su propio país, querer obtener un precio equitativo para los frutos del trabajo, abrir con la industria una perspectiva para los hombres de empresa, ejercer, en una palabra, los mismos derechos que en todas las democracias tienen los ciudadanos, es incurrir en ultranacionalismo”. Las segundas vienen por el lado del medio ambiente, convenientemente rebajado de disciplina a paisajismo para congelar una situación justo cuando estamos en condiciones de debatir qué tipo de desarrollo y de cuidado medioambiental queremos darnos para dejar atrás el status de coloniaje. Ojalá podamos hacerlo tomando como modelo los foros que, a lo largo y ancho de todo el país, sacaron adelante la Ley de Medios. Ojalá no olvidemos que Scalabrini Ortiz decía que “lo más grave no ha sido la destrucción sistemática de toda la actividad económica propia del país sino la desunión, la dispersión, la falta de solidaridad entre todos los factores que reunidos podrían quizás contrarrestar el ataque premeditado” de nuestros enemigos históricos.

Por Carlos Semorile.

viernes, 24 de febrero de 2012

¨con el pueblo compartiremos el triunfo o la derrota.¨


JUAN DOMINGO PERÓN
Discurso 12/02/1946
Acto de Proclamación de su Candidatura

Llego a vuestra presencia con la emoción que me produce sentirme confundido entre este mar humano de conciencias honradas; de estas conciencias de criollos auténticos que no se doblan frente a las adversidades, prefieren morir de hambre antes que comer el amargo pan de la traición.

Llego a vosotros para deciros que no estáis solos en vuestros anhelos de redención social, sino que los mismos ideales sostienen nuestros hermanos de toda la vastedad de nuestra tierra gaucha. Vengo conmovido por el sentimiento unánime manifestado a través de campos, montes, ríos, esteros y montañas; vengo conmovido por el eco resonante de una sola voluntad colectiva; la de que el pueblo sea realmente libre, para que de una vez por todas quede libre de la esclavitud económica que le agobia. Y aún diría más: que le agobia como antes le ha oprimido y que si no lograra independizarse ahora, aún le vejaría más en el porvenir. Le oprimiría hasta dejar a la clase obrera sin fuerzas para alcanzar la redención social que vamos a conquistar antes de quince días.

En la mente de quienes concibieron y gestaron la Revolución del 4 de Junio estaba fija la idea de la redención social de nuestra Patria. Este movimiento inicial no fue una "militarada" más, no fue un golpe "cuartelero" más, como algunos se complacen en repetir; fue una chispa que el 17 de octubre encendió la hoguera en la que han de crepitar hasta consumirse los restos del feudalismo que aún asoma por tierra americana.

Porque hemos venido a terminar con una moral social que permitía que los trabajadores tuviesen para comer sólo lo que se les diera por voluntad patronal y no por deber impuesto por la justicia distributiva, se acusa a nuestro movimiento de ser enemigo de la libertad. Pero yo apelo a vuestra conciencia, a la conciencia de los hombres libres de nuestra Patria y del mundo entero, para que me responda honestamente si oponerse a que los hombres sean explotados y envilecidos obedece a un móvil liberticida.

No debemos contemplar tan sólo lo que pasa en el "centro" de la ciudad de Buenos Aires; no debemos considerar la realidad social del país como una simple prolongación de las calles centrales bien asfaltadas, iluminadas y civilizadas; debemos considerar la vida triste y sin esperanzas de nuestros hermanos de tierra adentro, en cuyos ojos he podido percibir el centelleo de esta esperanza de redención.

Por ellos, por nosotros, por todos juntos, por nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos debemos hacer que, ¡por fin!, triunfen los grandes ideales de auténtica libertad que soñaron los forjadores de nuestra independencia y que nosotros sentimos palpitar en lo más profundo de nuestro corazón.

Cuando medito sobre la significación de nuestro movimiento, me duelen las desviaciones en que incurren nuestros adversarios. Pero mucho más que la incomprensión calculada o ficticia de sus dirigentes, me duele el engaño en que viven los que de buena fe les siguen por no haberles llegado aún la verdad de nuestra causa. Argentinos como nosotros, con las virtudes propias de nuestro pueblo, no es posible que puedan acompañar a quienes los han vendido y los llevan a rastras, de los que han sido sus verdugos y seguirán siéndolo el día de mañana. Los pocos argentinos que de buena fe siguen a los que han vendido la conciencia a los oligarcas, sólo pueden hacerlo movidos por las engañosas argumentaciones de los "habladores profesionales". Estos vociferadores de la libertad quieren disimular, alucinando con el brillo de esta palabra, el fondo esencial del drama que vive el pueblo argentino.

Porque la verdad verdadera es esta: en nuestra Patria no se debate un problema entre "libertad" o "tiranía", entre Rosas y Urquiza; entre democracia y totalitarismo. Lo que en el fondo del drama argentino se debate es, simplemente, un partido de campeonato entre la "justicia social" y la "injusticia social".

Quiero dejar de lado a los provocadores a sueldo; a las descarriadas jovenzuelas que en uso de la libertad han querido imponer el uso del símbolo monetario en el pecho de damas argentinas cuya imposición rechazaban en uso de la propia libertad; a los pocos estudiantes que han creído "descender" de su posición social si se solidarizaban con el clamor de los hombres de trabajo, sin reflexionar que únicamente su "trabajo" será lo que en el futuro llegará a ennoblecer su paso por la vida; quiero también dejar de lado a los resentidos, a cuantos creyéndose seres excepcionales creían que el favor y la amistad personal podían más que el esfuerzo lento y constante de cada día y el espíritu de sacrificio ante los embates de la adversidad; quiero dejar de lado todo lo negativo, lo interesado, lo mezquino, para dirigirme a los hombres de buena voluntad que aún no han comprendido la esencia de la revolución social, cuyas serenas páginas se están escribiendo en el Libro de la Historia Argentina, y decirles: "Hermanos: con pensamiento criollo, sentimiento criollo y valor criollo, estamos abriendo el surco y sembrando la semilla de una Patria libre, que no admita regateos de su soberanía, y de unos ciudadanos libres, que no sólo lo sean políticamente sino que tampoco vivan esclavizados por el patrón. Síguenos; tu causa es nuestra causa; nuestro objetivo se confunde con tu propia aspiración, pues sólo queremos que nuestra Patria sea socialmente justa y políticamente soberana".

Para alcanzar esta altísima finalidad no nos hemos valido ni nos valdremos jamás de otros medios que aquellos que nos otorgan la Constitución (para la restauración de cuyo imperio empeñé mi palabra, mi voluntad y mi vida) y las leyes socialmente justas que poseemos o que los órganos legislativos naturales nos otorguen en lo futuro. Para alcanzar esta altísima finalidad no necesitamos recurrir a teorías o métodos extranjeros; ni a los que han fracasado ni a los que hoy pretenden imponerse, pues como dije en otra oportunidad, para lograr que la Argentina sea políticamente libre y socialmente justa, no basta con ser argentinos y nada más que argentinos. Bastará que dentro del cuadro histórico y constitucional el mecanismo de las leyes se emplee como un medio de progresar, pero de progresar todos, pobres y ricos, en vez de hacerlo solamente éstos a expensas del trabajador.

En el escaso tiempo que intervine directamente en las relaciones entre el capital y el trabajo, tuve oportunidad de expresar el pensamiento que regiría mi acción. Fueron señalados los objetivos a conseguir y expuestas con claridad las finalidades que nos proponíamos. En este plan de tareas y en las motivaciones que le justifican, recogióse el clamor de la clase obrera, de la clase media y de los patronos que no tienen contraídos compromisos foráneos. Y aún añadiré que éstos no tuvieron inconveniente en acompañarnos mientras creyeron que nuestra dignidad podía corromperse entregándoles la causa obrera a cambio de un cheque con menor o mayor número de ceros, tanto más cuanto mayor fuese nuestra felonía. Pero se equivocaron de medio a medio, porque ni yo ni ninguno de mis leales dejó de cumplir los dictados de la decencia, de la hombría y de la caballerosidad. Ligada nuestra vida a la causa del pueblo, con el pueblo compartiremos el triunfo o la derrota.

Las consecuencias ya las conocéis. Comenzó la "guerra" de las solicitadas; siguió la alianza con los enemigos de la Patria; continuó la campaña de difamación, de ultrajes, y de mentiras, para terminar en un negocio de compraventa de políticos apolillados y aprendices de dinamiteros a cambio de un puñado de monedas.

No tengo que deciros quiénes son los "sindicarios señorones" que han comprado, ni "los Judas que se han vendido". Todos los conocemos y hemos visto sus firmas puestas en el infamante documento. Quiero decir solamente que esta infamia es tan sacrílega como la del Iscariote que vendió a Cristo, pues en esta sucia compraventa fue vendido otro inocente: el pueblo trabajador de nuestra querida Patria.

Y advertí que esto, que es gravísimo, aún no constituye la infamia mayor. Lo incalificable, por monstruoso, es que los "caballeros que compraron a políticos" no se olvidaron de documentar fehacientemente la operación para sacarle buen rédito al capital que invertían. Seguros de que hacían una buena operación financiera, la documentaron bancariamente para que el día de mañana, si resultaran "triunfantes" sus gobernantes títeres, los tendrían prisioneros y podrían obligarlos a derogar la legislación del trabajo e impedir cuanto significara una mejora para la clase trabajadora, bajo amenaza de publicar la prueba de su traición.

Una tempestad de odio se ha desencadenado contra los "descamisados" que sólo piden ganarse honradamente la vida y poder sentirse libres de la opresión patronal y de todas las fuerzas oscuras o manifiestas que respaldan sus privilegios. Esta tempestad de odios se vuelca en dicterios procaces contra nosotros, procurando enlodar nuestras acciones y nuestros más preciados ideales. De tal manera nos han atacado que si hubiéramos tenido que contestar una a una sus provocaciones, no habríamos tenido tiempo bastante para construir lo poco que hemos podido realizar en tan escaso tiempo. Pero debemos estarles agradecidos porque no puede haber victoria sin lucha. Y la victoria que con los brazos abiertos nos aguarda, tendrá unas características análogas a la que tuvo que conquistar el gran demócrata norteamericano, el desaparecido presidente Roosevelt, que a los cuatro años de batallar con la plutocracia confabulada contra sus planes de reforma social, pudo exclamar después de su primera reelección, en el acto de prestar juramento el día 20 de enero de 1937: "En el curso de estos cuatro años, hemos democratizado más el poder del gobierno, porque hemos empezado a colocar las potencias autocráticas privadas en su lugar y las hemos subordinado al gobierno del pueblo. La leyenda que hacía invencibles a los oligarcas ha sido destruida. Ellos nos lanzaron un desafío y han sido vencidos".

Creo innecesario extenderme en largas disquisiciones de índole política. La historia de los trabajadores argentinos corre la misma trayectoria que la libertad. La obra que he realizado y lo que la malicia de muchos no me ha dejado realizar, dice bien a las claras cuáles son mis firmes convencimientos. Y si nuestros antecedentes no bastan para definirnos, nos definen, por interpretación inversa, las palabras y las actitudes de nuestros adversarios. Con decir que en el aspecto político somos absolutamente todo lo contrario de lo que nos imputan, quedaría debidamente establecida nuestra ideología y nuestra orientación. Y si añadimos que ellos son lo contrario de lo que fingen, habremos presentado el verdadero panorama de los términos en que la lucha electoral está entablada.

Tachar de totalitarios a los obreros argentinos es algo que se sale de lo absurdo para caer en lo grotesco. Precisamente han sido las organizaciones obreras que me apoyan, las que durante los últimos años han batallado en defensa de los pueblos oprimidos contra los regímenes opresores, mientras que eran (aquí como en todas partes del mundo, sin excluir los países que han hecho la guerra, salvo Rusia) la aristocracia, la plutocracia, la alta burguesía, el capitalismo, en fin, y sus secuaces, quienes adoraban a las dictaduras y repelían a las democracias. Seguían esta conducta cuando pensaban que las dictaduras defendían sus intereses y las democracias los perjudicaban, por no ser un muro suficiente de contención frente a los avances del comunismo. Si mis palabras requiriesen una prueba, podría ofrecerla bien concluyente en las colecciones de los diarios de la oligarquía que ahora se estremecen ante cualquier presunto atentado a las esencias democráticas y liberales, pero que tuvieron muy distinta actitud cuando el problema se planteaba en otros pueblos. Y si la prueba no fuese todavía categórica, remitiría el caso el examen de la actuación, de los partidos políticos que han gobernado en los últimos tiempos, y cuyos pronombres, actuando de vestales un tanto caducas y mucho recompuestas, quieren ahora compatibilizar sus alardes democráticos puramente retóricos con la realidad de sus tradicionales fraudes electorales, de sus constantes intervenciones a los gobiernos de las provincias, con el abuso del poder en favor de los oligarcas y en contra de los desheredados.

¿Dónde está, pues, el verdadero sentimiento democrático y de amor a las libertades, si no es en este mismo pueblo que me alienta para la lucha? No deja de ser significativo que los grupos oligárquicos disfrazados de demócratas, unan sus alaridos y sus conductas a esos mismos comunistas que antes fueron (por el terror que les inspiraba) la causa de sus fervores totalitarios, y a quienes ahora dedican las mejores de sus sonrisas. Como es igualmente espectáculo curioso, observar el afán con que esos dirigentes comunistas proclaman su fe democrática, olvidando que la doctrina marxista de la dictadura del proletariado y la práctica de la Unión Soviética (orgullosamente exaltada por Molotov en discursos de hace pocos meses) son eminentemente totalitarias. Pero, ¡que le vamos a hacer! Los comunistas argentinos son flacos de memoria y no se acuerdan tampoco que cuando gobernaban los partidos que se titulan demócratas, ellos tenían que vivir en la clandestinidad, y que sólo han salido de ella para alcanzar la personería jurídica cuando se lo ha permitido un gobierno, del cual yo formaba parte, pese a la incompatibilidad que me atribuyen con los métodos de libertad.

El contubernio al que han llegado es sencillamente repugnante y representa la mayor traición que se ha podido cometer contra las masas proletarias. Los partidos comunistas y socialistas que hipócritamente se presentan como obreristas pero que están sirviendo a los intereses capitalistas, no tienen inconvenientes en hacer la propaganda electoral con el dinero entregado por la entidad patronal. ¡Y todavía se sorprenden de que todavía los trabajadores de las provincias del norte, que viven una existencia miserable y esclavizada, en beneficio de un capitalismo absorbente que cuenta con el apoyo de los partidos, que frecuentemente dirigen los mismos patrones (recuerdo con tal motivo a Patrón Costas y a Michel Torino), hayan apedreado el tren en que viajaba un conglomerado de hombres que, en el fondo, lo que quieren es prolongar aquellas situaciones! Usando de una palabra que a ellos les gusta mucho, podríamos decir que son los verdaderos representantes del continuismo; pero del continuismo con la política de esclavitud y miseria de los trabajadores.

Hasta aquí me he referido a vuestra posición netamente democrática. Permitidme aludir, siquiera sea brevemente, a la mía. No me importan las palabras de los adversarios y mucho menos sus insultos. Me basta con la rectitud de mi proceder y con la noción de nuestra confianza. Ello me permite aseverar, modestamente, sencillamente, llanamente, sin ostentación ni gritos, sin necesidad de mesarme de los cabellos ni rasgarme las vestiduras, que soy demócrata en el doble sentido político y económico del concepto, porque quiero que el pueblo, todo el pueblo (en esto sí que soy "totalitario"), y no una parte ínfima del pueblo se gobierne a sí mismo y porque deseo que todo el pueblo adquiera la libertad económica que es indispensable para ejercer las facultades de autodeterminación. Soy, pues, mucho más demócrata que mis adversarios, porque yo busco una democracia real, mientras que ellos defienden una apariencia de democracia, la forma externa de la democracia. Yo pretendo que un mejor estándar de vida ponga a los trabajadores, aún a los más honestos, a cubierto de las coacciones de los capitalistas; y ellos quieren que la miseria del proletariado y su desamparo estatal les permita continuar sus viejas mañas de compra y de usurpación de las libretas de enrolamiento. Por lo demás, es lamentable que a mí, que he propulsado y facilitado la vuelta a la normalidad, que me he situado en posición de ciudadano civil para afrontar la lucha y que he despreciado ocasiones que se me venían a la mano para llegar al poder sin proceso electoral, se me imputen propósitos inconstitucionales, presentes o futuros. Y es todavía más lamentable que esas acusaciones sean hechas por quienes, a título de demócratas, no saben a qué arbitrio acudir o a qué militar o marino volver los ojos para evitar unas elecciones en que se saben derrotados, no porque vaya a haber fraude, sino porque no lo va a haber, o, mejor dicho, porque ya no tienen ellos a su disposición todos los elementos que antes usaban para ganar fraudulentamente los comicios. Vienen reclamando desde hace tiempo elecciones limpias, pero cuando llegan a ellas, se asustan del procedimiento democrático.

Por todas esas razones no soy tampoco de los que creen que los integrantes de la llamada Unión Democrática han dejado de llenar su programa político -vale decir, su democracia como un contenido económico-. Lo que pasa es que ellos están defendiendo un sistema capitalista con perjuicio o con desprecio de los intereses de los trabajadores, aún cuando les hagan las pequeñas concesiones a que luego habré de referirme; mientras que nosotros defendemos la posición del trabajador y creemos que sólo aumentando enormemente su bienestar e incrementando su participación en el Estado y la intervención de éste en las relaciones del trabajo, será posible que subsista lo que el sistema capitalista de libre iniciativa tiene de bueno y de aprovechable frente a los sistemas colectivistas. Por el bien de mi Patria, quisiera que mis enemigos se convenciesen de que mi actitud no sólo es humana, sino que es conservadora, en la noble aceptación del vocablo. Y bueno sería, también, que desechasen de una vez el calificativo de demagógico que se atribuye a todos mis actos, no porque carezcan de valor constructivo ni porque vayan encaminados a implantar una tiranía de la plebe (que es el significado de la palabra demagogia), sino simplemente porque no van de acuerdo con los egoístas intereses capitalistas, ni se preocupan con exceso de la actual "estructura social", ni de lo que ellos, barriendo para adentro, llaman "los supremos intereses del país", confundiéndolos con los suyos propios.

Personalmente, prefiero la idea defendida por Roosevelt (y el testimonio no creo que pueda ser recusado) de que la economía ha dejado de ser un fin en sí mismo para convertirse en un medio de solucionar los problemas sociales. Es decir, que si la economía no sirve para llevar el bienestar a toda la población y no a una parte de ella, resulta cosa bien despreciable. Lástima que los conceptos de Roosevelt a este respecto fueran desbaratados por la Cámara... y por la "Antecámara"..., es decir, por los organismos norteamericanos equivalentes a nuestra Unión Industrial, Bolsa de Comercio y Sociedad Rural. Y conste, asimismo, que Roosevelt distaba mucho de ser, ni en lo social ni en lo político, un hombre avanzado.

miércoles, 22 de febrero de 2012

¨visión alternativa¨

Clarita la Tapa, no merecen otra respuesta que la que les da Crónica

lunes, 20 de febrero de 2012

Multiplicar no es la tarea.





Cambian las coyunturas y la política nos exige nuevos compromisos, nos exige que tengamos claras nuestras lealtades, nuestra forma de ponderar las acciones y reacciones; nos reclama ora entrar en la batalla con un grito de euforia, ora serenarse y buscar el lugar que nos corresponde en el campo.
Los últimos años han sido de una novedad inaudita para nuestras previas experiencias y expectativas sobre “lo político”.
Para empezar hemos sido por vez primera partidarios del “Gobierno”, hemos tenido que aprender a priorizar la propuesta por sobre la queja, a ensayar discursividades nuevas, a partir de situaciones nuevas.
Asistimos azorados a la reaparición de conceptos y formulas que imaginábamos enterrados en la noche de los tiempos; descubrimos que las medidas de gobierno mas correctas, las mas esperadas, las que mas optimismo nos generaban, podían ser combatidas con los propios métodos que nosotros ensayáramos como oposición -con apenas un cambio directo de signo.
Fuimos aprendiendo que no hay cosas que están bien para todos, que hasta la asignación universal puede tener detractores.
Aprendimos que frente al machaque de los medio de comunicación se volatiliza la mas afirmada reputación; que repetidas una y mil veces, las sandeces de alguna modelito tienen mas valor que la palabra de una Madre de la plaza.
Aprendimos que al redistribuir, los eternos ganadores van a vender caros sus laureles; que se cagan en las formas y por las dudas también en el contenido.
Que los intereses de por si no tienen valores, que los intereses no pueden ser enjuiciados, que son lícitos todos (los de los unos y los de los otros).
Entonces, compañeros, ¿Cuáles son las enseñanzas de esta casi década de reconstrucción de la Argentina? ¿El puro relativismo? ¿Qué todo es igual, que nada es mejor?
¿Que pasa cuando el movimiento obrero organizado propone criticas tan fuertes? ¿Cuándo los ambientalistas nos corren por su sideral izquierda? ¿Cuándo las burguesías grandes o pequeñas manifiestan sus seños fruncidos como ortos? ¿Cuándo los opinadores que supimos conseguir nos acusan de “imperialistas” en nuestro reclamo sobre Malvinas?
Todos los sectores (casi) en tanto tales tienen quejas y criticas…

Paremos un momento, estaría bien enfatizar allí; “todos los sectores, en tanto tales” es decir, en la medida que se manifiestan como sectores, por que lo verdaderamente inocultable es que ese movimiento obrero votó al Gobierno Popular, esos ambientalistas también, las burguesías grandes o pequeñas respaldaron a este proyecto en la intimidad del cuarto oscuro; lo verdadero, lo inocultable es que algo hay en este proyecto que nos interpela a todos como conjunto (globalmente) y a cada uno como individuo (como ciudadano) que nos despierta candores, confianzas, orgullos, que creíamos extraviados hace tiempo.
Entonces es allí, trascendiendo el espeso velo del relativismo, donde aparece nuestro único y mas real absoluto; Nuestra Patria.
Hmm, suena a arenga, a cosa cursi; es más que probable que nuestra patria sea algo más o menos cursi, berreta, contrahecho, que el haber aprendido a enorgullecerse de las caídas nos obligue a re-significar las victorias.
Es probable que nuestra patria sea un sueño, apenas un proyecto largamente acariciado, profundamente anhelado, un proyecto que se impone (lo veamos o no) por sobre todos nuestros intereses sectoriales, un estentóreo mentís a nuestro querido existencialismo. Tenemos una patria en esencia, una patria que durante dos siglos fue esencia esperando que su pueblo le insuflara el ser, con un poderoso verbo… 
Esa patria que necesita ser, es nuestro único absoluto, la tan jetoniada “utopía” y lograr que la patria sea es nuestro telos, el argumento de fondo de todas nuestras acciones, el motivo ultimo.
Para que no se nos escape nunca esta condición es que los hago sufrir estas palabras.
Ahora que sabemos el porque de todo, recién ahora podemos empezar a saber el funcionamiento de los como, de los cuando.
Tergiversar este orden de causa y efecto es la constante labor de la anti-patria, de los que quieren una patria que no trascienda lo esencial, que están cómodos con una patria en proyecto, una patria de formas, de símbolos, de efemérides, de cantitos de escuela. Clarificarlo es nuestra ardua e interminable tarea.
Cuando la anti-patria miente, sigue siendo la labor desembozar la mentira, pero aun mas importante es saber y explicar los porque de estas mentira y todavía mas importante es poder comprender -y hacer entender-  como las mentiras de los unos y las acciones de los otros se conectan con la tarea, con nuestra tarea, de transformar esencia y potencia en ser.
Queridos amigos, doscientos años de trabajo de parto es más que demasiado, nuestra Argentina necesita algo más que nuestro convencimiento intuitivo, necesita que sepamos todos los porqués y aun mucho más -después de saberlos- nos exige que los hagamos saber.
No somos el Kirchnerismo, no somos el peronismo, no somos ni la oligarquía ni las montoneras, ni los montoneros, ni el socialismo, ni católicos, ni hermosos, ni mecánicos ni camioneros, no somos los que importamos ni los que exportamos, ni las lesbianas, ni los mendigos, no somos la Sociedad Rural ni los repositores de supermercado, ni una mierda de todo eso, porque somos mucho mas, somos la Patria.
La que amamos antes que al movimiento y que al hombre…
Y si cuando una sombra de duda se posa en cualquiera de las acciones del Gobierno Popular, no la podemos despejar en nombre de la Patria, no estamos aclarando nada.
El devenir de la política nos lleva algunas veces a rizar el mismo rizo una y otra vez, repitiendo y repitiendo un slogan, una cierta verdad, un supuesto inamovible; desde algún órgano de propaganda se insta a todos a “multiplicar” las mismas cuatro verdades fragmentadas y los suficientemente insulsas como para convencer multitudes.
Y convencemos multitudes, pero no de que nosotros tenemos razón, sino de que las multitudes están de acuerdo con nosotros.
Les propongo entonces que dejemos ese silencio ruidoso de repetir como un ordenado coro las consignas canónicas; les propongo infringir ese sacrificial respeto a la frase del ministro,  de romper la idea de que solo pueden existir dos únicos polos discursivos, y darnos cuenta que necesariamente existen en la argentina cuarenta millones de polos, de usinas de discurso. Y que no serán los intereses sectoriales los que finalmente planteen los enunciados que lleven la historia hacia adelante, sino los de esta patria de cuarenta millones de filósofos y sofistas.
Les propongo que procesemos nuestra verdad relativa y mucho mas temprano que tarde la transformemos en discurso. No en un discurso que les guste a todos, no en un compendio de vagas generalizaciones; en el compromiso de un discurso que apunte y dispare con pulso firme sobre todos los temas y cuestiones (le caiga mal o bien a quien le caiga) 
Venimos de un año duro, arduo, diecisiete millones de elecciones nos dejaron cansados pero felices, victoriosos. Nos espera un año igual de arduo, pero cuyas victorias van a ser mas chiquitas (no menos importantes pero si menos resonantes) y habrá muchas confusiones sobre como poner las manos a la obra. Siguiendo la ley mas conocida de la política, las oposiciones trataran de transformar la debilidad en fuerza; que nuestra fuerza no sea nuestra debilidad será la mas desesperada meta.
Y esta fuerza no es hija de la uniformidad, la nuestra es una fuerza que abreva en el popurrí de nuestras diferencias.
Dicho todo esto, queridos compañeros, permítanme insistir en la importancia trascendental que salir a hacer oír nuestras voces, de transformar al movimiento Nacional y Popular en un atronador griterío de anhelos, ensordecer al mundo con millones de distintas y disonantes palabras, en la confianza de que habrá una que se va a repetir siempre en cada una de nuestras expresiones, una  palabra, en la seguridad de que por encima del bullicio la palabra Patria resonará con cuarenta millones de voces.

 Fernando Luis
La Peñaloza
B.A.

domingo, 19 de febrero de 2012

Los cumpleaños mas felices, siempre fueron peronistas.


Feliz cumpleaños Compañera Presidenta. 
Y muchas gracias por trabajar todos los días, para que tantos argentinos, 
tengan cumpleaños mas felices.


La Peñaloza .

viernes, 17 de febrero de 2012

Hombre macho ese Quiroga, ¡qué lo parió! Se viene solo y parece, ¡ viene un montón!


ODA A LOS CAUDILLOS

La, la, la...

recitado:

Y otra vez el alzamiento del coraje
remolinos de a caballo
los llamaron caudillos
será porque andaban con el pueblo
y el poder en las montas
nunca quietos
siempre en pie de guerra
desalojados de la paz
Sólo en algún campamento de su sueño.
los sorprendió el amor.

cantado:

Nueve provincias son suyas mi general
diga si el pueblo no quiere ser federal.

recitado:

El caudillo llanisto, Juan Facundo Quiroga
viene montando un toro
No es cierto, monta en su nombre
un nombre que inventaron los riojanos
Quiroga se llama los pastores y labriegos
esa gente que de nada es dueña
y que hoy se une en un nombre
por tener juntas sus nadas.

Juan Facundo Quiroga general de los miedos,
parte desde los llanos rumbo a las boleadoras
leguas apasionadas pisa el potro
por comarcas feudales que temen sus patillas.

cantado:

Hombre macho ese Quiroga, ¡qué lo parió!
Se viene solo y parece, ¡ viene un montón!

recitado:

Don Facundo, si usted quiere
le cambiamos La Tablada por sus vientos federales
Don Tigre de los Llanos, acá tiene una bala
se la manda la historia
repártala en su gente.

cantado:

La Rioja por todas partes lo acompañó
Barranca Yaco ha pasado y usted quedó
La Rioja por todas partes lo acompañó.




* Para leerlo completo entren apretando en la palabra AQUI 

** Juan Facundo Quiroga, (n. San Antonio, provincia de La Rioja, Argentina, 1788 – † Barranca Yaco, Córdoba, Argentina, 16 de febrero de 1835)

martes, 14 de febrero de 2012

Símbolo vivo de la inteligencia nacional

*Raúl Scalabrini Ortiz

Por Juan José Hernández Arregui

[Publicado en Peronismo y Liberación Nº 1, agosto 1974]

Este texto inédito corresponde a las palabras dichas por Juan José Hernández Arregui en oportunidad de recordarse a Raúl Scalabrini Ortiz, en el año 1972, en la Recoleta, durante la dictadura militar de A. Lanusse.

Raúl Scalabrini Ortiz es un símbolo vivo de la inteligencia nacional. Dotado de talento literario, no fue ni un poeta, ni un historiador, ni un filósofo, ni un economista, pero supo congeniar, en la unidad ensimismada de la pasión, la poesía, la historia y la economía en una visión trascendente de la patria. Su obra tiene la potencia de un vislumbramiento. Y la imagen del país bajo la dominación extranjera, se aunó, en Scalabrini Ortiz, a la profecía de una Argentina rescatable por y para los argentinos. Raúl Scalabrini Ortiz es, por encima de todo, un ejemplo de la dignidad de la inteligencia nacional. Deshizo idolatrías, embaucamientos, espejismos, descarnó la verdad espectral de una Argentina subyugada y presagió la proeza más grande de un pueblo: su liberación nacional. Fue un escritor pero desdeñó a los escritores sin apego a la tierra. Con conciencia histórica entrañable amó a las masas más allá de las vanidades y conveniencias personales de la mayoría de los intelectuales, adheridos al sistema, esto es, indiferentes o al servicio de las fuerzas extranjeras destructoras que hicieron de la Argentina una factoría y no una nación afirmada en sí misma. En esta atmósfera bastarda de 1930 se elevó su voz de patriota. Silenciado, fue un anticipo y una iluminación. No tuvo prensa. Pero sus ideas prendieron en millares de argentinos y se amasaron con el pueblo. No cosechó aplausos. Pero hoy, ese pueblo —gigante colectivo como él lo llamó— lo sabe suyo y lo consagra con el nombre glorioso de patriota. Raúl Scalabrini Ortiz fue una pasión reconcentrada. Y nada grande se ha hecho sin pasión, sin esa fe en la tierra que es sacrificio y resistencia frente a las invisibles sujeciones externas que nos vedan construir el destino nacional. Fue una inteligencia clara en una época oscura, invalidada por fuerzas oscuras, acatada por personeros oscuros, mediatizada por intelectuales oscuros, por lacayos con fama. Raúl Scalabrini Ortiz, es por eso, la encarnación de la inteligencia nacional digna en medio de la indignidad del coloniaje. De un colonialismo que todo lo corrompe y desfigura. A ese poder de los centros de dominio mundial, Raúl Scalabrini Ortiz lo enfrentó canjeando con la certeza casi alucinada de su destino individual, la muerte en vida por la inmortalidad después de muerto. Eso fue y es Raúl Scalabrini Ortiz.

Raúl Scalabrini Ortiz luchó y pensó en una Argentina en la que la causa de sus males, tan grande era el poderío extranjero, yacía ignorada por los propios argentinos. Scalabrini Ortiz penetró en esa esfera de claudicaciones secretas y silencios culposos, en ese mundo de la enajenación del país al dominador ultramarino. Intuyó las raíces del drama nacional, verificó sospechas, anudó datos, y reveló al fin, con veracidad ilevantable, la trama de los hechos e infidelidades que hicieron del país una colonia británica sin luz propia. En todos sus escritos late un sentimiento de melancolía y, a un tiempo, de esperanza en el pueblo argentino. Jamás de de impotencia. Fe que Scalabrini Ortiz vio personificada en las masas nacionales sin nombre, que con Perón, habrían de ejecutar la hazaña colectiva de una Argentina manumitida de la opresión imperialista. En aquella atmósfera de agobio material y mental de la década infame, mostró los nudos de nuestra dependencia disimulados tras la fachada de una historia falsificada donde los vendidos eran proceres y los patriotas desterrados en su tierra argentina. Vio por eso, en el genio multitudinario del pueblo, la historia real, la historia viviente hecha por las masas depositarías y autoras de la grandeza nacional, pues son ellas, las masas, el instrumento de que se vale la Historia para alcanzar sus fines. De ahí la fuerza de ese proletariado que Scalabrini Ortiz describió en sus páginas famosas sobre el 17 de Octubre de 1945, que lo contó como a su testigo más ilustre. Y, también, por eso, Raúl Scalabrini Ortiz, hombre altivo y sin compromisos fáciles, vio en Perón la historia de las masas argentinas encarnadas en un grande hombre. Esto explica por qué la clase obrera designa en Raúl Scalabrini Ortiz a uno de los suyos. El pensamiento de los patriotas no muere. Vive y perdura en las masas nacionales. Los trabajadores por eso ven en Scalabrini Ortiz a un insigne intérprete de la conciencia nacional de los argentinos.

La revista Peronismo y Socialismo apareció en septiembre de 1973, dirigida por Hernández Arregui, Peronismo y Liberación salió a la calle en agosto de 1974, luego de la muerte de Perón, continúa la línea de Peronismo y Socialismo, solo que cambia de nombre. El discurso de Hernández Arregui, que se reproduce aquí, y otras notas sobre Scalabrini Ortiz aparecieron en Peronismo y Liberación Nº 1. Se accede a los contenidos y descarga de las revistas en pdf desde el sitio Ruinas Digitales, haciendo clic sobre cada una de las imágenes.

Raúl Scalabrini Ortiz estuvo sólo. Sin embargo, un verdadero escritor nacional nunca está solo. Su obra, inspirada en el pueblo, al pueblo vuelve. Y, tarde o temprano, la colectividad entera lo convierte en parte dolorosa y triunfante de la patria. De la patria a construir. Pues no hay patria sin soberanía nacional. Bajo el dominio extranjero la patria no es una categoría histórica inmóvil, sino lucha viva, desgarrada, permanente, por la liberación nacional. Hay dos patrias. La de los que la gozan, la prostituyen y la explotan. Y la de los que la padecen. La de Raúl Scalabrini Ortiz fue una patria padecida. Una patria oprimida. En esa patria negada por una minoría que la inmola a sus intereses de clase y, en contraposición, afirmada por el pueblo, Raúl Scalabrini Ortiz fue —lo repetimos— la dignidad de la inteligencia nacional. Y eso plantea el problema de los intelectuales en los países coloniales. En general, los intelectuales forman una capa social admitida y palmoteada mientras cortejen con su palabra o su silencio a la clase dirigente. En el caso argentino, y en la época de Scalabrini Ortiz, a la oligarquía terrateniente satélite de Gran Bretaña. Este es un fenómeno típico de todos los países dependientes, en los que la subordinación del país crea, a su vez, intelectuales subordinados a esa oligarquía, y en nuestros días, a los grupos económicos ligados, en particular en la Argentina, al imperialismo yanqui. O mejor, anglosajón. En tal orden, la “libertad” de la inteligencia es una ficción escandalosa, o sea, “libertad” para consentir en forma abierta o encubierta, la dependencia del exterior. Y en esto reside la traición de los intelectuales al país que sufre la opresión extranjera. No pueden hablar de libertad aquellos que dependen de diarios, revistas, cátedras pagadas directa o indirectamente por el colonialismo, y por ende, controlados por la censura oficial.

En los países coloniales —y la Argentina lo cual lucha como pueblo sin pedir un mendrugo de gloria. La mayoría de los intelectuales, esos que han logrado un nombre, se refugian en la abstención política, que es una forma del sometimiento. Tales intelectuales son parte del espectáculo colonial. Dígase cuanto se quiera, la realidad que circunda al intelectual es política y su silencio es político. El silencio de los intelectuales se llama traición al país. Para ellos, ser escritor es conseguir publicidad a costa de cualquier prevaricato. Por eso, en tanto masajistas del éxito social son no más que fugaces pasajeros de la fama. Y el pueblo los ignora. Hablan de libertad pero medran a la sombra del sistema que deroga la libertad del pueblo. Si los intelectuales se apartan de la política no es por superioridad sino por cobardía y adhesión tácita o expresa al colonialismo. Por eso tales intelectuales en los programas de radio o televisión, se expresan con palabras a medias, triviales, conformistas, alejadas de los problemas ardientes del país. La dependencia colonial no sólo es económica, es en su mediatización más innoble, colonización intelectual. Un intelectual que calla el horror y la vergüenza del colonialismo, es un mercenario que sirve a las potestades aciagas que paralizan al país. El intelectual que no usa sus conocimientos como militancia, de hecho acepta al régimen colonial que exige y paga la existencia de una inteligencia adicta. El valor de una obra se mide por su posición crítica frente a la época en que nace, por la postulación de los problemas que agitan a la comunidad, y esta misión de los intelectuales sólo es posible cuando se desafían sin renuncias a los poderes que velan, a través de las desfiguraciones del imperialismo y sus aliados nativos, los problemas nacionales irresueltos. En un país colonizado la labor del escritor es militancia política. De lo contrario es pura miseria de la inteligencia pura. ¿Cuándo la Universidad ha alzado su voz contra el colonialismo? ¿No prueba esto que la Universidad, antes que templo del saber, es el asilo de la cultura colonial? O sea, de la invasión mental desfuerzas extrañas a lo propio. ¿Cuándo los escritores argentinos agremiados en la SADE han denunciado la entrega del país, los fusilamientos de 1956, las torturas, las proscripciones políticas de millones de argentinos? ¿Cuándo? Los trabajadores hacen bien en desconfiar de esa “inteligencia” argentina que no osa decir su nombre mientras el país se debate en la violencia, en la lucha por la liberación nacional.

Mas, junto a estos escritores hay otros. Una minoría que, en rigor, representa a las mayorías nacionales sin libros pero con conciencia de la patria avasallada. Son intelectuales que no se resignan ante el estado de cosas establecido, y muestran tanto los mecanismos y las lacras pestíferas de la servidumbre colonial como el papel subalterno del la inteligencia culpable. De esos intelectuales que mientras el pueblo lucha en las fábricas, en las calles, aparecen en las pantallas de televisión, y del este modo, lo sepan o no, son parle de los avisos comerciales, el lado culto de la servidumbre cultural al imperialismo.

Los escritores auténticos saben soportar el silencio y prefieren darle formas de ideas a las intuiciones y heroísmos colectivos convirtiéndose así en testigos y actores de la época que les toca vivir. A esta raza de escritores nacionales perteneció Raúl Scalabrini Ortiz, prototipo del intelectual que hizo del pensamiento argentino militancia política y no de la política algo negable por una inteligencia amordazada. Así se realizó Raúl Scalabrini Ortiz

El 10 de junio de 1944, el coronel Perón pronunció en la Universidad de La Plata la conferencia inaugural en la Cátedra de Defensa Nacional de aquella casa de estudios. Finalizada la disertación se trasladó al balneario del Jockey Club, en Punta Lara, donde se le ofrecería un banquete; lo hizo en compañía del mayor Fernando Estrada (subsecretario de Trabajo y Previsión) de Raúl Scalabrini Ortiz y de los jóvenes dirigentes de FORJA, doctores Rene Saúl Orsi y Miguel, López Francés. La presencia de Scalabrini y demás militantes forjistas se explica, ya que FORJA fue la primera agrupación política de jerarquía nacional que se solidarizó con la orientación económico-social impresa por el coronel Perón al gobierno constituido en junio de 1943.

Durante la reunión —de la cual participaron alrededor de cincuenta personas, entre ellas, los generales Reynolds y Perlinger, el brigadier Zuloaga y los doctores Baldrich y Labougle— el coronel Perón habló extensamente con Orsi y López Francés, exponiendo con la precisión y brillo conocidos la tesitura de su política. En esas circunstancias, Scalabrini le hizo llegar por intermedio de Orsi un breve mensaje escrito en la tarjeta de invitación al banquete. “Coronel: le vamos a pedir los trencitos”, decía, ratificando así una de las demandas esenciales del pueblo argentino toda vez que la recuperación de los medios de comunicación por el estado constituía uno de los principales objetivos de la lucha por la emancipación nacional

Leyó Perón el mensaje y, en seguida, apartándose del grupo, se acercó a Scalabrini para manifestarle personalmente que si se superaban con éxito las dificultades de todo orden que obstruían el desarrollo del movimiento político-social en gestación, una de las primeras medidas a adoptarse sería la compra de los ferrocarriles.
Perón cumplió, y el 1º de marzo de 1948 cuando el gobierno justicialista tomó posesión de todos los ferrocarriles nacionales, Scalabrini Ortiz fue invitado por el presidente de la república a concurrir a la ceremonia oficial. Honraba Perón así al hombre que había servido al país, con su clara inteligencia, al desvirtuar una de las mentiras más finamente urdidas por la extranjería. como escritor y como hombre, es decir, como argentino total. No aceptó la neutralidad de la inteligencia. Luchó sin lamentaciones contra la montaña de falseamientos y cancelaciones canallas de la antipatria. Y aquí debo tocar, aunque más no sea de paso, un hecho en la vida de Raúl Scalabrini Ortiz. Como todo gran patriota fue calumniado y odiado por los personeros de la entrega, por el liberalismo colonial aliado a Gran Bretaña, y por la izquierda extranjerizante que lo acusó de “nazi”, justamente a este defensor de las masas proletarias postergadas y de la soberanía nacional profanada por la oligarquía y el imperialismo. Pero una infamia aún más inicua rozó a Raúl Scalabrini Ortiz. Al caer Perón, bajo la instigación directa de Rogelio Frigerio y Arturo Frondizi se intentó apañar con su nombre la entrega del petróleo. No podemos hacer aquí la historia de esta operación fría, imperdonable y cruel. Pero ayer, en un diario de esta capital, se insiste en esta infamia. Sólo diremos en este acto, que por solemne exige la verdad, que para usufructuar el nombre de Raúl Scalabrini Ortiz, se adulteraron los contratos con las compañías norteamericanas presentándolos como favorables al interés nacional. Raúl Scalabrini Ortiz retrocedió a tiempo y permaneció incorruptible ante su pueblo. Pero la amargura de esta operación perversa fraguada por quienes se dijeron sus amigos, lo acompañó hasta la tumba, y quedará como un estigma irredimible en la conciencia de los culpables. Y finalmente, condenado a vivir en la sombra, Raúl Scalabrini Ortiz alumbró toda una época.
Raúl Scalabrini Ortiz pronosticó sobre las piltrafas áureas de la Argentina colonial, el porvenir de la Argentina liberada y su efectuación histórica en la actividad de las grandes masas nacionales. Eso fue Raúl Scalabrini Ortiz. Por eso, repetimos, es un símbolo vivo de la inteligencia nacional.

*Raúl Scalabrini Ortiz (Corrientes, 14 de febrero de 1898 – Buenos Aires, 30 de mayo de 1959)

de conquistas, iluminismos y el peligro de encandilarse:


Suele ocurrir que en determinadas coyunturas, ciertas manifestaciones de las gentes nos llevan a pensar que el pensamiento de las mismas va mucho más allá de lo que en realidad es…
en los ´70, fuimos muchos los que pensamos que la gran mayoría de los argentinos querían el “socialismo nacional”, lo cual no era así ni por asomo.

En la actualidad veo a muchos pensadores (carta abierta, por ejemplo) que hacen un balance de la politización de la sociedad que en realidad sólo es válido para ellos, para algunos militantes del facebook y para los seguidores de 6,7,8… pero aún sumándole a todos ellos los militantes en serio (jóvenes y viejos), seguimos siendo una minoría con relativo peso en las decisiones del conjunto.

Lo peor cuando uno intenta hacer análisis político es chingar el diagnóstico.

Creerse que Famatina es un reclamo popular e ignorar la presencia de gente que no es de allí y que quiere hacer de Famatina algo distinto a lo que sus habitantes vienen haciendo desde hace años es, primero una falta de respeto hacia la gente, y segundo una visión errónea de la realidad.

(es como creerse que Buenos Aires representa lo más álgido del pensamiento argentino e ignorar que votan a Macri…
es ignorar que a este Proyecto muchos y muchos lo votan por que pueden cambiar su 0Km pero que lo demás les importa un pito…)

Y eso de la falta de respeto a la gente pasa por menospreciar a los lugareños, algo que ocurre en todo el interior de nuestro país.

Hace 80 años o más, los porteños llegaban al interior haciendo derroche de autos y dinero y pensando que podían llevarse por delante a todo el mundo. Todavía no había llegado Perón, y claro, los que podían veranear eran los cajetillas y una parte de la clase media alta. Representaban lo peor de la ideología gorila, para la cual, la gente humilde es bruta e ignorante; lo mejor de Sarmiento reclamando la sangre de los gauchos.

Quienes hoy vienen al interior y quieren cambiar las reglas de juego de sus sociedades, encarnan sin saberlo, la misma ideología: los lugareños son brutos y por eso los políticos los engañan. Piensan que con el choripán les meten las minas a cielo abierto y los lugareños como son ignorantes se la comen. ¡Por suerte están ellos que vienen a salvarnos!!!!! (Es pinosolanismo básico)

En esa cruzada son acompañados por numerosos europeos que nos vienen a dar clases de ambientalismo… justo ellos!!!! que han desvastado su continente.

En realidad los ignorantes son ellos, todos ellos… o ignorantes, o inocentes… o brutos…
el peor elemento contaminante de estos lugares no es el cianuro, no es el “polveo” de la minería a cielo abierto… no es la “abrumadora” cantidad de agua que demanda la minería…

el mayor elemento contaminante de estos lugares es el hombre…

con lo cual y haciéndome eco de muchos y muchos pobladores autóctonos les digo: si no les gusta como vivimos, quédense en sus casas…! y no jodan.

Ya vinieron hace 500 años y así estamos….

Roberto Martínes, La Peñaloza Córdoba.

lunes, 13 de febrero de 2012

Será el 27 de Abril



En diálogo con la agencia DyN, el diputado del FpV bonaerense e integrante de la mesa nacional del Movimiento Evita, Fernando "Chino" Navarro, confirmó que la movilización convocada originalmente para el día 9 de marzo, por la Corriente Nacional de la Militancia, el Movimiento Evita, Kolina, los jóvenes de La Cámpora y el Frente Transversal, entre otras organizaciones kirchneristas, en apoyo a la jefa de Estado, se llevará a cabo el próximo 27 de abril "cuando se cumpla el aniversario de la elección en primera vuelta del año 2003, en la que Néstor Kirchner accedió al balotaje, y luego de la renuncia de Carlos Menem, fue consagrado presidente", informó Navarro


"El acto iba a ser el viernes 9 de marzo, al cumplirse el domingo 11 el aniversario del triunfo de Cámpora, pero acordamos posponerlo por dificultades en la organización, ya que empezó el campeonato de fútbol", explicó Navarro.

 El dirigente del kirchnerismo bonaerense adelantó que "es muy probable" que el acto se desarrolle en el Club Vélez Sársfield de esta capital y que la oradora sea la presidenta Cristina Fernández.

De esta manera, Navarro rectificó la convocatoria que había comenzado a difundir el kirchnerismo a través de afiches callejeros que convocaban a la movilización para el próximo 9 de marzo en apoyo a la presidenta.


Sacado de Aqui

9 de Marzo, todos con Cristina


jueves, 9 de febrero de 2012

Galasso: "El 54% no autoriza a hacer la plancha"

Editorial del historiador Norberto Galasso en el Centro Cultural Discépolo para pensar los desafíos del tercer período del kirchnerismo.


 El resultado de las últimas elecciones coloca al movimiento nacional y popular liderado por Cristina Fernández de Kirchner en una posición altamente favorable, con mayoría legislativa y una oposición debilitada y dispersa con escasa presencia en el escenario político. En principio, ello abre amplias posibilidades para profundizar las transformaciones que se vienen concretando en los últimos años. Pero, para ello, resulta imprescindible que en el movimiento nacional no se produzcan divisiones ni agrietamientos sino que se avance en la consolidación y fortalecimiento del mismo, desde abajo, mejorando la organización y la capacidad de movilización. El triunfo alcanzado sobre los partidos políticos opositores no significa olvidar que los principales adversarios del progreso económico y social de un modelo popular , siguen manteniendo fuerza: las grandes corporaciones mediáticas, la Mesa de Enlace Agropecuario y los grandes consorcios financieros e industriales estrechamente ligados a empresas multinacionales con el apoyo de los grandes potencias hoy en grave crisis económica. Están todavía allí -en algunos casos, totalmente indemnes- manteniendo su bandera del neoliberalismo bajo la cual nos oprimieron durante más de un cuarto de siglo. Profundizar el modelo implica entonces avanzar en todas aquellas medidas que puedan debilitar a esas fuerzas reaccionarias que siempre esperarán alguna oportunidad para intentar retornarnos al pasado. Asimismo, profundizar el modelo significa tener nosotros cada vez mayor fuerza llevando adelante las transformaciones que aseguren no sólo el mantenimiento y aún más, el crecimiento cuantitativo de nuestras fuerzas, sino también mejorar la articulación del campo nacional, dotarlo de cuadros medios audaces y aguerridos ideológicamente, dar en plenitud la batalla cultural liquidando los mitos y falacias de la vieja superestructura ideológica semicolonial y asimismo, ahondar la cohesión y la capacidad de movilización popular. El 54% del triunfo electoral es muy importante, pero no autoriza a hacer ‘la plancha’, ni a otorgar, como dijera alguien, ni un ‘cachito así’ de complacencia a un enemigo que nos robó, a lo largo de nuestra historia, no sólo recursos naturales, alegrías y esperanzas, sino miles de compatriotas. Por esta razón, preocupa la más mínima disidencia en el campo nacional y en cuanto aparezca es preciso saldarla, cerrar y cicatrizar las heridas. Son épocas que exigen gran generosidad personal, aventar todo obcecamiento, realizar profundas autocríticas, para no dejar un flanco abierto a la reacción. Si hemos avanzado hasta aquí, más allá de las contradicciones y de los momentáneos retrocesos, es porque hemos sabido delimitar claramente cuáles son las diferencias frontales con los representantes del pasado y de la entrega y cuáles las diferencias laterales con el aliado, siempre inevitables estas últimas por tratarse de grandes movimientos nacionales policlasistas donde los diversos sectores vienen de distintas experiencias, con metodologías diferentes, con perspectivas de clase diversas. Resulta importantísimo, por supuesto, que el movimiento nacional cuente con una fuerza juvenil que se vigorice y amplíe, aportando audacia y renovación. Esa explosión juvenil- que se hizo visible en los festejos del Bicentenario y especialmente, en el velatorio de Néstor- ofrece extraordinarias posibilidades, especialmente en un país que una década atrás veía a los muchachos y muchachos haciendo fila en algunas embajadas porque creían que la Argentina ya no les aseguraba, a sus vidas, ningún futuro. Pero también es cierto que resulta fundamental para el movimiento una central obrera capaz de cubrir diez cuadras con sus afiliados para sostener toda medida transformadora que intente ser resistida por los sectores del privilegio. En un país como el nuestro, donde hemos sufrido la represión genocida y la entrega económica, los sectores populares siempre han sabido comprender a sus líderes cuando circunstancias externas inmanejables obligaron a desplazamientos, giros o cambios en su política, en un sentido u otro, coyunturalmente, manteniendo inalterable el objetivo estratégico. Lo que aún después de tantas experiencias continúa sin aprender la ultraizquierda-y por eso sigue siendo minúscula- lo han sabido asimilar las mayorías populares . Estas últimas, sin hablar de “correlación de fuerzas” y “del enemigo principal”, lo han aplicado en la política concreta, mientras aquellas, ensoberbecidas por ‘la fraseología revolucionaria’, han resultado - muchas veces- funcionales a la contrarrevolución. De manera tal que así como las últimas elecciones han dado un voto de confianza al gobierno, éste deberá estar seguro que las bases lo acompañarán en momentos difíciles, no por mero disciplinamiento, no porque se recurra a dirigentes dóciles, sino porque especialmente en el campo obrero, están los antecedentes de lucha que aguantan cualquier archivo. No debe olvidarse que fueron los trabajadores y las Madres de Plaza de Mayo las barricadas de resistencia ante los gobiernos reaccionarios-tanto dictatoriales como seudodemocráticos- mientras gran parte de los elencos políticos transaban a cambio de intendencias, embajadas u otros cargos. Pudiera ser quizás, como sostienen algunos compañeros, que la crisis económica mundial golpee duramente sobre países como el nuestro. Si así fuera, el peso de la crisis no puede caer sobre los trabajadores, según lo ha expresado la propia Presidenta al sostener que ella no es neutral en el conflicto entre el capital y el trabajo. Y ante esa posibilidad de afrontar momentos difíciles es precisamente cuando se requiere que los diversos componentes del movimiento nacional, expresión fiel de sus bases, confluyan en una sola fuerza sin cortocircuitos ni rispideces, ni equívocos o malas interpretaciones. La teoría enseña que la conducción para los grandes cambios debe ser revolucionaria y apoyarse en un partido revolucionario, ideológicamente armado, con férrea organización para dar la pelea. Pero resultaría demasiado fácil reiterar esa vieja enseñanza teórica sin tener en cuenta la realidad política por la cual transitamos, como acostumbran algunos para estar en paz con su conciencia y no recibir impugnaciones por supuestas izquierdas. Pero a riesgo de que los vanguardistas puros nos impugnen proponiendo soluciones que ellos no tienen posibilidad alguna de poner en práctica, preferimos sostener humildemente que hoy y aquí, es fundamental no debilitar el frente nacional tal como ha surgido en los últimos años, protagonista de transformaciones muy importantes, algunas hasta inesperadas, más allá de improvisaciones, contradicciones y hasta errores, que los hubo, sin duda, como en el conflicto de la Resolución 125. Los dirigentes que deban tomar decisiones al respecto sabrán priorizar esta cuestión – cohesión, organización, movilización- y lo harán seguramente sin anteponer cuestiones personales, ni soberbia, ni contumacia, que pongan en peligro todo lo que se ha avanzado. Esto, por supuesto, no implica abandonar el espíritu crítico, pero siempre teniendo presente que una cuestión es disentir parcialmente con el aliado, con el cual se supone que existe un objetivo común, que lanzarle toda la artillería ideológica como si se tratase del enemigo, haciendo el juego al verdadero enemigo cuyo objetivo estratégico es el reverso del nuestro. La solicitada de Plataforma 2012 – aparecida sugestivamente en “La Nación” junto a la foto de una intelectual conversa- resulta un buen ejemplo de revolucionarismo abstracto que opera muy peligrosamente en la política concreta, así como la retractación de varios de los firmantes de esa solicitada demuestra que hay quienes saben recoger las enseñanzas de nuestra experiencia política. De aquí la importancia de la batalla por las ideas, de ahí también la importancia de los archivos para que no resulte que un buen proyecto quede en manos de un oportunista que lo desprestigie. Desde este modesto espacio insistimos en que es necesario mantener el cable a tierra con la coyuntura junto a los trabajadores sin abandonar el proyecto estratégico que apunta a la gran transformación de América Latina en la liberación y la unidad que postularon San Martín, Bolívar y tantos otros que nos siguen marcando el rumbo. http://www.agenciapacourondo.com.ar/secciones/cultura/6701-galasso-qel-54-no-autoriza-a-hacer-la-planchaq.html